—Dame unos segundos — dijo, alternando en sus ojos el texto gris de mi relato y el color de las notificaciones de su teléfono. Esperé unos minutos. —No te ofendas — murmuró — , pero sigo creyendo que tus microrrelatos son pobres. Carecen de emoción, son vacíos; y hay dos recursos que me molestan y...
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