Divinas vacaciones
Él ya estaría tomándose un daiquiri en el malecón, completamente solo, alejado de obispos, presbíteros, diáconos, fieles, ateos, incluso de los más acérrimos detractores. Ni camareros, ni vecinos sacando al perro, ni turistas, ni jóvenes bullangeros. Todos refugiados en los montes más altos, a la espera del segundo gran diluvio que inundaría el mundo. Y...