UNA INCIERTA ELECCIÓN

UNA INCIERTA ELECCIÓN

Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón. Tenía tiempo. Se maquilló, serena, las señales de la cara, se puso el body negro, las medias de red, la minifalda roja y los tacones altos. Del fondo del cajón sacó sus ahorros y el billete del vuelo, y los echó al bolso de bandolera. Cogió la pequeña maleta y salió de la casa para siempre. Mejor la calle en el norte que aquella perra vida. Dinero fácil, libertad e independencia.

Rodeada por alegres miradas de los viajeros, sonrió esperanzada y se dijo: Ya estás libre ¡A por el mundo, Rosi!

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