Regreso a Venecia
Te regalé una bonita sonrisa de joker al cruzarnos. Pude sentir como te paralizabas al verme de nuevo. Todos pensaron que era una máscara más del carnaval, sólo tú sabías que era mi verdadero rostro.
club de escritura Fundación Escritura(s)-Fuentetaja
2008participaciones
Viajes encadenados (concurso semanal de microrrelatos) 1ª fase: del 30 de enero al 5 de febrero (hasta las 08:00 h)
2ª fase: del 6 al 12 de febrero (hasta las 08:00 h)
3ª fase: del 13 al 19 de febrero (hasta las 08:00 h)
4ª fase: del 20 al 26 de febrero (hasta las 08:00 h)
5ª fase: del 27 de febrero al 4 de marzo (hasta las 08:00 h)
6ª fase: del 5 al 11 de marzo (hasta las 08:00 h)
7ª fase: del 12 al 18 de marzo (hasta las 08:00 h)
8ª fase: del 19 al 25 de marzo (hasta las 08:00 h)
Te regalé una bonita sonrisa de joker al cruzarnos. Pude sentir como te paralizabas al verme de nuevo. Todos pensaron que era una máscara más del carnaval, sólo tú sabías que era mi verdadero rostro.
A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir, aunque no cayera de pie del escenario, dijo irónicamente al salir del hospital. Aquí sigo, esperando que me devuelvan el mes de abril. Sigo esperando a esa rubia de bote aunque me den las diez, las doce y la una. Escribiré la canción más hermosa...
Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón, pero al bajar del avión se vio obligado hacer la cuarentena y lleva una semana encerrado en una triste habitación de hotel. Piénsalo y súmate al reto. Quédate en casa.
-El veintidós ya es historia. Estaba muy jugoso, ¿verdad? -Sí, pero me dejó un regusto amargo. Seguro que es la culpa por habérnoslo comido. Era un buen tipo. -Todos lo eran. Ahora sólo quedamos tú y yo -dijo relamiéndose mientras se dirigía a su camastro. Yo también me fui a acostar pero, como tantas otras...
Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón mientras yo seguía en Madrid, intentando olvidarlo. El yoga y la acupuntura no me habían ayudado. Tampoco quemar sus recuerdos a la luz de la luna. Pero por fin tenía la solución. El timbre de la puerta sonó y llegaste tú, envuelto en papel celofán. He...
Su barba y su melena expuestas al viento y sus gritos de desesperación buscándome por el jardín ya no me importan. Después de casi diez años viajando a su lado, de olvidar mis sueños para cumplir los suyos, de vivir por y para él quiere abandonarme por alguien más joven. Así que me voy a...
En esta maleta no cabe casi nada. ¿Qué no sobra en una tienda de campaña? Rememoro Costa Quebrada: sus rocas imponentes, sus senderos embarrados, sus torcas hacia el inframundo, sus salvajes calas, las arriesgadas mareas, los acantilados que sobrevuelan albatros y casonas que evadieron alguna Ley de Costas… En la platea del cansancio, repostaremos bríos....
Lástima que no haya billetes para maniquíes. Veinte años no son nada, cuarenta sí. Toda una vida vendiendo lencería a mujeres extrañas. Hablando sin pudor de la copa, el contorno, el encaje… Incluso aprendiendo lenguas, el push up bra lo atestigua. Ahora ya es demasiado tarde para compartir mi vida. Además, me he encariñado, a...
Pensé, mientras el coche se lanzaba contra el muro, qué pronto nos asalta el porvenir. Esta vez sería en forma de rotura de mil huesos, traumatismo craneoencefálico, hemorragia masiva… Supuse que el autor del sabotaje de los frenos no se habría tomado tantas molestias para dejar un enemigo ileso o leve. El estrépito retumbó como...
Te regalé una bonita sonrisa de Joker y la promesa de una vuelta alrededor del mundo. —¿De verdad? —gritaste con los ojos haciéndote chiribitas y dando palmas como una niña mala. —Of course, milady —engolé la voz con un ademán de seductor trasnochado que no percibiste, absorta en la contemplación de lo que aún no...
«A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir», te dije mientras te acariciaba el lomo tras el mordisco que a punto estuvo de costarte una. «No te preocupes, mañana ideamos algo». Al día siguiente lo preparamos todo. Y te dejé caer con una piedra atada a la cintura desde el segundo piso de...
El veintidós ya es historia. «La mala pata» comenzó en las postrimerías de la infancia, tras una retahíla de insultos que me puso «las banderillas». Tampoco en la adolescencia fui la «niña bonita» de nadie. Con los «dos patitos» comencé a despertar como Lázaro. No me arrodillaré nunca más. He pasado la cuarentena y ya...