A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir, aunque no cayera de pie del escenario, dijo irónicamente al salir del hospital. Aquí sigo, esperando que me devuelvan el mes de abril. Sigo esperando a esa rubia de bote aunque me den las diez, las doce y la una. Escribiré la canción más hermosa del mundo así tarde diecinueve días y quinientas noches; porque, entérate bien, aun maltrecho y ajado nunca cerraré por derribo, pero ahora, por un tiempo, me apeo del viaje. Yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid.

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