En esta maleta no cabe casi nada. ¿Qué no sobra en una tienda de campaña?

Rememoro Costa Quebrada: sus rocas imponentes, sus senderos embarrados, sus torcas hacia el inframundo, sus salvajes calas, las arriesgadas mareas, los acantilados que sobrevuelan albatros y casonas que evadieron alguna Ley de Costas…

En la platea del cansancio, repostaremos bríos. Acurrucados en los sacos, nos mece un sentimiento de plenitud provisional que acompasan las vertiginosas imágenes de la excursión. Enseguida, el sueño nos prepara para después: las reglas, las necesidades, los zapatos… que nos devolverán al mundo en que contar anécdotas y mostrar fotografías.

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