Dibujando mi destino
Su barba y su melena expuestas al viento confirmaban que el retratista tenía buen pulso. Que pesado se puso aquel artista callejero insistiendo para hacerle la caricatura en ese momento. Faltaban dos horas para coger el avión. Nadie sospecharía del modelo estático. El caricaturista de mirada astuta seguía ensimismado en la tela haciendo caso omiso...