Sin palabras…
Lástima que no haya billetes para maniquíes; si no, seguro que te hubiera llevado conmigo a cada viaje, porque desde la vidriera me observabas siempre sonriente, sin desviar tu diáfana mirada, como si para ti, en el mundo, solo yo existiera… cada semana te vestías con tu mejor traje para mostrarme lo bien que lucías....