Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro que en esta ocasión sobreviviría. Pero una vez más volví a despertarme de ese maldito sueño justo en el momento del impacto. Como si de una metáfora de la vida se tratase, esa dura pared de cemento me impedía seguir adelante. Un día tras otro el resultado era el mismo.

Seis meses después el médico me dio el diagnóstico: el cáncer estaba curado.

Aquel día estaba seguro que ya no me iba a estrellar contra aquel muro. Por fin iba a saber que había al otro lado.

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