«A esta gatita aún le quedan varias vidas por vivir» decía mi madre, porque la dejaban cazar ratones. Pero dudo que yo corra la misma suerte aquí, encerrado. Si por lo menos me dieran un alimento balanceado de calidad y no la insípida pechuga de pollo con puré de calabaza. ¡Además, pretenden que me bañe! ¿Dónde se ha visto semejante tortura a un felino? Creo que dejé bien en claro mi negativa a la enfermera, cuando le arañé toda la cara. Sólo espero que me quiten esta camisa de fuerza. La próxima vez apuntaré a la yugular.

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