Primer parada
Lastima que no haya billetes para maniquíes, gritó, mientras exhalaba una última bocanada de tabaco. Dio media vuelta y se subió al micro, jactándose de salir invicto en otra de nuestras discusiones. A Fermín le encantaba ser dramático y a mi, dejarlo ganar. Cuando veía que sus sentencias no me conmovían, me apodaba muñeca, maniquí,...