Solos, tu y yo
Lástima que no haya billetes para maniquíes. Vagones llenos de rostros bellos e inertes. Qué felicidad no tener que soportar a esos mocosos gritones que aporrean maquinitas de ruidos estridentes que taladran mi cerebro. Poder evadir mis pensamientos sin ser perturbados por conversaciones incómodas e indiscretas. Adiós al mix de olor a pies, hamburguesa y...