En esta maleta no cabe casi nada. Me mudo al barrio de la esperanza, lejos de la desgana.

He pintado las paredes de silencio para que no retumben las palabras. Dejo abiertas las puertas y las ventanas, así se airean las ilusiones atrapadas.

He cubierto los recuerdos con mantas y vaciado la alacena de promesas usadas. Las excusas están en sus cajas y tus ausencias en el salón, junto a la ventana.

He tachado mi nombre del buzón y devuelto el recibo de la última esperanza. Dejo mi corazón entre tus sábanas, ya no late por las ilusiones vanas.

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