Bebían contra la realidad.
Quizá fue el alcohol, que me empujó para ofrecerme como acompañante. Ebrios de cerveza y ganas de vivir, reíamos planeando no ser convencionales, coger sólo lo más importante: mochila, música y baraja de cartas. Las normas estaban claras: -No comprar recuerdos absurdos -Disfrutar la Fontana sin tirar monedas y desear imposibles -Sin cámara de fotos,...