Hace años descubrí Islandia en una revista de viajes. Desde entonces, cada vez que veo una revista en el quiosco en la que aparece, me apresuro a comprarla; ojeo primero sus fotografías de sobrecogedores paisajes de lava negra y rojiza, cubiertos de un musgo pardo y espeso como la piel de los potros que pastan salvajes, sobre acantilados tapizados de hierba esmeralda. Sigo soñando Islandia en revistas con fotografías a todo color. Algún día iré a Islandia, mientras, la seguiré viajando.

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