BOSQUEJOS
Bajo una vela que transgredía la ley de la noche, papeles arrugados con saña, esparcidos a lo sumo con un párrafo, arropaban una triste figura que, pluma en mano, refunfuñaba: «¡No puede ser tan difícil!». Cerró los ojos y pergeñó la idea, luego los abrió; en el techo: verbos, sustantivos; en las paredes, el resto:...