El balcón de la alegría
Las calles se vaciaron. El mundo se silenció. Sólo en el interior de algunas casas se escuchaba alguna alguna queja o algún llanto. Y cuando el llanto se cansó de llorar. Cuando el miedo dejó de contar los kilos de arroz necesarios para aguantar esa guerra silenciosa. Cuando dejamos de mirarnos el ombligo… empezamos a...