Setenta y dos horas
Setenta y dos horas ininterrumpidas de corrido sin comas sin puntos finales solo seguidos siempre suspensivos. Tres días eternos y con sus noches con cuchillos que no cortan y tenedores con espirales para los mosquitos con la cama desecha y cucarachas de las chiquitas en los platos sin lavar. Sed con ruido en la panza...