Dichosos esos ojos.
El sol abrazaba su cuerpo, el viento invadía todo el pueblo. Ya casi parecía un domingo perfecto. Todo iba bien y tranquilo, porque a pesar de la tormenta del dia sabado el sol estaba nuevamente afuera. Era una dicha escuchar los pájaros cantar, y parecía que la realidad se transformaba en una dimensión. Aquella dimensión...