NO HAY TIEMPO PARA DETENERSE
Caminaba frenético y sin guardar cuenta ni cuidado de los demás transeúntes, sin siquiera expender energía para mirar mi entorno. Cabizbajo e impasible, limitaba mi marcha enérgica a observar el piso mientras mis pies se alternaban en turnos para salir a escena, en dirección hacia algún lugar (a veces ellos, con viles intenciones, no mencionaban...