Sin castigo.
Me resultó complejo disfrutar del contacto con mis vecinos siendo pequeño. Mi abuela estaba convencida, tal vez presintiendo la realidad por llegar, que la vereda era un sitio peligroso; por lo tanto, con la finalidad de vivir y para ser feliz, debí escaparme permanentemente. Los amigos del barrio fueron muy importantes en esa etapa de...