El síndrome de París
Magdalena corría tan velozmente que sus pasos parecían de gacela, cada 10 segundos miraba hacia atrás para verificar si los hombres de gafas oscuras y chaquetas negras aún la seguían. Hacía sólo 48 horas que había llegado a París y en cuanto se bajó del avión recordó cómo desde siempre había deseado conocer la ciudad...