Vivo en la ciudad de Quito, capital de Ecuador, es una ciudad maravillosa llena de historia y cultura, pero en un día de tráfico ¡No se pueden imaginar! Un día hace cinco años salí del trabajo a las dos de la tarde, un horario en la que estudiantes de escuela, colegios y profesionales terminan sus actividades. Ese día debía trasladarme en bus desde el norte de la ciudad hasta el sur, afortunadamente tome el bus en una de las estaciones principales y pude ir sentada a lado de la ventana, al continuar el viaje poco a poco el bus se fue llenando y el viaje se tornaba incómodo, el tráfico y el calor ¡Eran insoportables!, iba sentado a lado mío un joven y al llegar al Centro de la ciudad cedió el asiento a una persona adulta, más o menos de unos sesenta años, quien al momento de sentarse me extendió su mano y se presentó , no recuerdo su nombre, lo voy a llamar «El pasajero».

-¿Es usted de aquí de Quito?-. pregunto él.

-Si-. respondí

Tal vez el calor o el aburrimiento, pero continué con la conversación.

-¿De dónde es usted?

-Soy de Píllaro -. respondió-. vine a Quito cuando tenía doce años, con mi hermano a trabajar.

-¿En que trabajó?-. pregunté

– Fui limpia zapatos y vendí periódicos hasta cumplir los dieciséis años, después conseguí trabajo como albañil.

-¡Qué bien!-. respondí.

El pasajero continuó:

-Ahí conocí a mi esposa «Betty» era la sobrina de la persona que me contrato para la obra. Me enamoré inmediatamente de ella, todos los días nos iba a dejar el almuerzo. Un día me arme de valor y la invite a salir al teatro, ella aceptó, yo estuve muy feliz-. el pasajero se sonrojó y yo también.

El día de la cita, llegó un poco tarde y acompañada con tres amigas más, entonces la invité a ella y a sus amigas al teatro, y después a comer un helado, entonces me gané su confianza y también el de sus amigas. Después de dos semanas la invité nuevamente a salir al teatro, esta vez llegó sola y le confesé mi profundo amor por ella y ella confesó su amor por mí. ¡Fue el mejor día de mi vida! . Después la veía todos los días al finalizar mi jornada de trabajo.

-¡Qué romántico!-. pensé-. Entonces siguió:

-Cuando estaba por acabarse la obra, a mi hermano y a mí nos llegó una lamentable noticia, nuestra madre estaba muy enferma, por lo que tuvimos que tomar una decisión. Mi hermano se quedaría trabajando en Quito para ayudar con el dinero, mientras yo viajaría al pueblo a cuidar a nuestra madre.

El día en que partí, Betty me fue a dejar al terminal de buses, le confesé nuevamente mi amor y prometí que cuándo regresara me casaría con ella. Entonces regresé a mi pueblo y cuidé de mi madre, pasó unos meses y el dinero que enviaba mi hermano no alcanzaba, por lo que tuve que buscar un trabajo, afortunadamente cerca de mi casa había un zoológico y buscaba personal. Entonces me contrataron y empecé a trabajar como Guardia de la seguridad.

-¿Y cómo era su trabajo?-. pregunté.

– Debía cuidar que los visitantes no se acerquen a las jaulas, hacer la limpieza de los patios, los baños, las jaulas y dar comida a los animales. Había un animal en especial al que le daba de comer, un perro salvaje. ¿Alguna vez viste un perro salvaje?-. preguntó.

– No -. respondí -. ¿Cómo era ese perro?

-Él era un perro mestizo color café, tenía ojos y hocico grande, seguramente alguien lo abandonó en el campo y aprendió a cazar para comer. Atacaba cerca de las casas donde había gallinas y otros animales de campo, se comía todo lo que se movía, más de una ocasión había mordido a personas y a niños, lo confundían con un lobo. Un día el perro fue atrapado en el patio de una casa y lo trajeron al zoológico y lo encerraron en una jaula convirtiéndose también en un animal salvaje para la exposición. Recuerdo claramente hubo una ocasión en la cual la jaula del animal estaba abierta nadie pudo explicar porque, los guardias de seguridad y todo el personal hicimos un plan para encontrar al animal. Los visitantes del zoológico estaban aterrados y con paso rápido abandonaban poco a poco el zoológico. Al cabo de dos horas lo encontré, estaba buscando comida en un contenedor de basura.¡Parecía un perro callejero! Entonces lo atrapamos y lo llevamos a su jaula, descubrimos que luego de estar cinco años en el zoológico encerrado, ya no era salvaje, entonces decidimos amaestrarlo y ponerlo a trabajar con nosotros.

-Así transcurrieron dos años más, mi madre se recuperó totalmente y pude regresar a Quito. Recordaba la promesa que le hice a Betty «casarme con ella» pero me llevé una gran sorpresa, mi hermano me contó que Betty se había ido a España a estudiar y desconocía sí regresaría alguna vez. Me sentí triste por algunos días, pero debía continuar, entonces busqué a la persona que me había contratado como albañil y le pedí trabajo, esta vez con más experiencia, trabajé como maestro de obra y empecé a ser reconocido en todo Quito.

-Seguí trabajando arduamente y con mucho ahínco, el día menos esperado luego de cinco años mientras trabajaba, una persona me llamó y me dijo:

-¡Alguien te busca!

-¿Quién es?-. Pregunté

-¡Es una mujer, dice que son amigos!

-Entonces salí y vi a Betty, había regresado de España y me había buscado para casarme con ella. Entonces nos casamos y tuvimos tres hijos.

– ¡Qué linda historia! -. respondí.

– Debería escribirla-. pensé.

Había pasado una hora y ya había llegado al lugar donde debía quedarme entonces me despedí sutilmente y me bajé del bus.

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