Amado
Amado: Hoy fui a su mar, cerré los ojos y me llené de usted, del bálsamo de nuestros cuerpos sumergidos en el perfecto azul. Después, extendí mis brazos y respiré profundo para absorber la fuerza de su presencia. Ahora entiendo cuando decía que este mar, era su mar. Pude sentirlo en el viento que enfrió...