Un gramo de locura
Hola, Ernesto. Por fin te encontré. ¿De verdad pensabas librarte de mí? Al principio te envié cartas y cartas pero nunca contestabas. Después dejé de escribirte. Te imaginaba en tierras hermosas, mientras, yo me consumía en esta casa de tarados, de mentes torcidas y batas blancas. Me dejaste aparcada en el jardín, con mi maleta...