Taken
Nadie me creyó cuando dije que esa hilera de luces que se desplazaba en el cielo del noroeste al sureste no eran ningunos satélites. “Deben ser los rusos que vienen a invadirnos”, se burló un vecino cuando se lo comenté. Como tampoco me creyeron en el diario cuando les conté que llevaba varias noches observando...