Un año más, os escribo para agradeceros todo lo que habeís hecho por mi durante toda mi vida, cada vez que he necesitado de vuestra presencia.

Me habéis acompañado en mis andaduras por los infiernos de mis debilidades y en las alegrías de la alfombra de la superación cuando he conseguido encontrarme entre mis dudas.

Me habéis vestido de melancolía cuando me han visitado los recuerdos del eterno pasado que siempre vuelve y siempre apareceis, cuando mis pupílas necesitan limpiarse con el agua cristalina de la sinceridad.

Sé a ciencia cierta, que puedo contar con vosotras cuando mi alma se estremezca ante la realidad y mi retina se asombre ante lo que ve en el mundo en el que vivimos, donde los silencios se hacen protagonistas en las miradas de la falta de humanidad de…los seres humanos.

Gracias por enseñarme la mejor lección que mis mejillas han podido aprender cuando mis manos se han mojado de los sentimientos más profundos que sólo brotan cuando la vida merece la pena, en lo bueno y en lo malo.

Gracias por enseñarme a llorar.

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