El teorema de Ozé.
Aquella negritud senegalesa brillaba con la fuerza de una sonrisa de mejilla a mejilla saludando con la mano alzada en señal de paz a la hora de entrar o salir del trabajo. Se llamaba Joseph André N´goro Dyambé, pero lo abreviamos a José, que acabó en ¡Ozé!, un estornudo que quedó impreso como divertido apodo....