Dos barreras se interponían entre ellos: el idioma y el estado civil.

Ella se esforzaba para que él mostrara un poco más de interés en los tiempos del indicativo, los artículos y los pronombres pero no podía evitar sumergirse en su mirada de azul infinito y en su sonrisa que la transportaba al cielo.

Una especie de magia la envolvía cada vez que entraba en aquella oficina y le veía sentado frente al ordenador respondiendo mensajes y haciendo cálculos sin parar. Se sentía torpe olvidaba lo que había planificado para aquellos sesenta minutos de gloria y su inglés era más tartamudeante de lo habitual.

De vez en cuando se daba golpes en la cabeza por no haber tomado más en serio sus clases de inglés en años anteriores y de esta manera decirle que los dos se merecían un momento de felicidad. Incluso lo imaginó a su lado desnudo, acariciando su cuerpo, tomando posesión de la piel abandonada por su marido.

– No necesitamos dominar la gramática cuando tenemos la semiótica – pensaba mientras preparaba la cena para su familia.

Él por su parte, intentaba reprimir el impulso de tocarle la mano mientras ella deslizaba conjugaciones en los folios o la pizarra, y en más de una ocasión se ruborizó al notar que ella le había visto morderse el dedo meñique cuando intentaba espantar las mariposas que le invadían con su presencia.

Le hubiese gustado ser ese lápiz delgado y de punta fina con el que ella jugaba y luego sutilmente lo ponía entre sus enfilados dientes antes de morderlo con furia o delicadeza.

Espiaba sus movimientos cuando se quitaba el abrigo, revisaba el color de sus ojos, intentaba adivinar su perfume y disfrutaba de sus labios mientras practicaban los acentos agudos o graves.

Ella terminaba la clase y salía resignada a la realidad, a las prisas, a la rutina. Él volvía a reuniones y diluía sus pensamientos en cálculos y estadísticas antes de regresar a casa.

* * *

Ella le miraba fijamente

se desabrochaba el sujetador

y le ofrecía con generosidad sus pechos

y cuando él inclinaba su cuerpo para encontrarla

su mujer le preguntó si todo estaba bien…

Ese domingo ella se había levantado como de costumbre para teclear conclusiones y escuchar alguna canción que le hacía pensar en él

Take me now baby here as I am

pull me close, try and understand

desire is hunger is the fire I breath…*

Una tarde de primavera él recibió una llamada de su jefe quien le anunciaba que el proyecto estaba llegando a su fin y tras el verano, una ciudad sudafricana sería su nuevo destino. Miró contrariado su agenda y pensó en que aún tenía tiempo para aprender el pretérito perfecto.

* SPRINGSTEEN B, SMITH P. Because the night.

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