Antesala de las ocho horas
Amanecer lluvioso, gris, desde la ventanilla del asiento trasero del coche se ve a los que van a reponer la carne a los puestos, a la misma vez se recogen los que ya han vendido la suya. Todos con el mismo semblante en la cara agotados, serios, pensativos, todo duro. A ninguno le gusta su...