BOGOTÁ, CAPITAL SIN HOMBRES VIVOS
— ¡El agua!, !El tubo!, ¡Cierre el registro!, ¡Páseme el destornillador de estrella! — ¡Hermaaaano!, ¡Muévase rápido!, ¡No ve el chorro de agua que va doblando la esquina! — Entonces hágalo usted, no me chancletié, déjeme sano. Emmanuel, se despertó a las puntuales cinco de la mañana de un día lunes, con la estridente conversación...