Suplicio
Lupe, Yuca, Jaro, Toño, o el nombre que le pusieran, descargaba un cartón detrás de otro. Formaba un cuadrado perfecto, otro y otro. Luego, se secaba la transpiración con una toalla amarillenta mientras sacaba la cuenta de todos los seises que se podría chingar y en cuánto los podría vender. Continuaba, cuadrado tras cuadrado, hasta...