Mateo
Mateo contemplaba las delicias expuestas en el inmaculado escaparate. Tragó la saliva que se agolpaba en su boca, y hurgó con los dedos en los bolsillos, deseando encontrar una moneda. Pero como era habitual no había nada, así que suspiró y arrimó la nariz al cristal mientras doña Alicia haciendo aspavientos salía a la puerta...