Con sus horillas a orillas del río Jordán
Por fin llegó a su locus amoenus. Eran tres habitantes, con ella cuatro, dos de estirpe gatuna. Seres humanos de cierto pelo. No hablaban, sólo maullaban con monosílabos para hacerse entender. Cuando el contexto exigía cambios, giraban la cabeza y ponían cara de otros para comunicarse. Así, sin contracturas ni contratiempos. Como todo visitante en...