El lenguaje del alma
El calor es sofocante y aun así el enfermo se estremece como un cervatillo herido. Trata de cubrirse el pecho tirando torpemente del embozo de la sábana, pero esas manos que no hace mucho arrancaron rastrojos y escarbaron la tierra son ahora dos apéndices inútiles y desgobernados que apenas obedecen ya a los dictados del...