Un patito feo creció en casa -ya no vive en mi-.
Yo, la del medio, entre dos hermanos que solían llamarme torpe, crecí con dudas, hasta mamá renegaba de mi inteligencia. “No puedes”, “no debes”, “no, tu papá se va a molestar”… todos esos condicionamientos se metían en mi cabeza, me crecían monstruos, tan fácil cómo avivar una llama. Mamá no sabía de filtros y siempre...