Viendo la foto fijamente y luego cerrando los ojos me pude conectar. Fue mi particular y efectiva forma de transportarme más de treinta años hacia el pasado. Abro los ojos y de súbito estoy allí, sentado con mi madre y mis hermanas en lo que era el salón de mi casa mientras mi padre sostiene la cámara momentos antes de tomar la fotografía.

No lo puedo creer, sonrío de felicidad y asombro, es una mañana luminosa de principios de los gloriosos años ochenta. Veo mi reloj nuevo, de cuerda, el cual por fin después de varios días de estudio he logrado descifrar sus misteriosas agujas. Veo a mi mamá y sonrío aún más. Les grito que los quiero. Mi hermana la mas grande y mi papá me miran extrañados, la otra es muy pequeña y no se entera de nada. Solo mi madre lo comprende y me devuelve la sonrisa.

Quiero aprovechar al máximo mi tiempo allí, me giro hacia mi madre y la abrazo con fuerza mientras le digo al oído lo mucho que la quiero. Es una manera genial de comunicarme con la mejor versión de ella, joven, alegre y llena de vida, antes de que se viera aquejada por aquella terrible enfermedad cardíaca que terminaría matándola. Me vi tentado a susurrarle:

─Soy yo del futuro, el adulto, al final todo ha salido bien. ─Pero luego concluí que eso podría haberla asustado y ponerla muy preocupada por mi salud mental.

También me veo tentado a decirle a mi hermana que dentro de un par de años no se suba a esa silla en el baño, se caerá y le causará una herida que le hará llevar una gran cicatriz en su pierna de por vida. Es inútil, está muy niña y no lo entenderá, es inevitable su destino. A mi hermana pequeña no fue necesario decirle nada, va a ser muy afortunada en la vida y tendrá todo lo que el dinero pueda comprar, me siento feliz por ella.

Suena una música de fondo, el viejo radio tocadiscos “Phillips” que está a nuestro lado inunda el ambiente con “girls just want to have fun” de Cyndi Lauper. Lo que me hace alucinar y perder el control.

¡Me quiero quedar!

Sé que en mi habitación me espera mi Atari y mis juguetes. ¡Mi set de Legos! Las horas interminables de juego y diversión que pasé allí las quiero prolongar para siempre. En el departamento de al lado seguro estará David, dos años mayor que yo, mi mejor amigo y cómplice de todo tipo de travesuras, solo bastará salir e invitarlo a patinar, en algún lugar ha de estar mi patineta amarilla con la cual nos lanzaremos por las aceras a toda velocidad sin temor alguno.

¿Cómo hago? Si logro evitar que mi padre tome la foto quizá tenga una oportunidad. Pero antes de que pueda hacer nada, la ronca voz de papá resuena estrepitosa.

─Luis Abre los ojos, ─“click”.

─Creo que saliste con los ojos cerrados y era la última foto, habrá que esperar el revelado.

Pero esas últimas palabras solo viven en mi memoria. Al cerrar los ojos, instantáneamente me devolví con mi esposa, mi hijo y mis obligaciones, ella me increpa sin siquiera imaginar el increíble viaje que acabo de hacer.

─Luis, ¿Todavía viendo esa foto?

─Buenas noches mi amor ─le digo mientras la beso tiernamente. Ella no nota mis ojos llenos de lágrimas y de inmediato se voltea a dormir. Yo trato otra vez de desvanecerme en mis sueños pero ya no es posible. Esa escena, ese momento, quedó atrapado allí junto con otros inexplicables fenomenos de eso que llamamos vida.

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