Oporto: la belleza de lo decadente
Alzando el vuelo, intrépida y sin equipaje, la gaviota de blanco pelaje se elevaba siguiendo la corriente del río. Su caudal de aguas presurosas y alborotadas hacia el océano no parecía intimidarla. Desde las alturas tal vez observaba cómo ambos, Duero y Atlántico, ligaban sus aguas: batiéndose en un frío duelo, el océano ejercía de...