Coqueta.
Sentado en el exterior del bar cualquier aventura es sembrar Quijotes. El Diablo hace jugadas y otro las cuentas. Entonces llegan señales. Como esas dos hembras que caminan por la calle. Primero miro la más alta. Quien agradece a su vaquero el poco esfuerzo que hace para detallar sus nalgas. Redondas. Sensuales. Sexuales… ¡Ella lo sabe! Y...