El tren
Con los ojos medio cerrados de madrugar, subió al tren. Esta vez estaba decidida. Se acomodó, tomó un zumo frío y cuando la máquina comenzó a andar, sólo dijo: – 10 minutos. Miró su reflejo sobre el cristal de la ventanilla y dio un repaso rápido a su cara y su pelo. A pesar del sueño...