Underground
Te veo todas las mañanas. Impaciente, pegada a tu reloj, como si la vida dependiese de esos cinco minutos que tardas en verme. Aparezco y no me recibes con saludos ni sonrisas, tampoco te dignas a darme los buenos días, está claro que tienes prisa. Se te escapan los bostezos que siembras en tus noches...