Es hora de despedirnos, Vicuña
Azotas la puerta. Tiemblas. Tomas un bolígrafo para tranquilizarte. Lo manoseas, lo muerdes. Garabateas. Primero sobre facturas, luego sobre el teclado, luego sobre el escritorio. Tu mente por colapsar te desafía. Punto a punto formas una galaxia. Te entregas a esa inmensidad cósmica como a una meditación, dejando la oficina, el edificio, la ciudad, el...