APRENDIENDO A SOÑAR
Aspiré el olor a madera vieja y papel usado. Caminé por el estrecho pasillo que me conducía al taller de escritura. – ¡No tiembles! -me dije, aferrándome con fuerza a la emoción de un proyecto tantas veces aplazado. Me sentí insegura, débil, vulnerable, pero sabía que tras aquella puerta, Seshat me esperaba con los brazos...