Las musas desesperadas intentaban evitar que el joven llegará a su destino:

el bus partió antes de que subiera, tomó un taxi que equivocó el camino.

Aburrido decidió caminar, luego unos religiosos pretendieron salvarlo del pecado.

Las doncellas se dieron por vencidas, nada les había funcionado.

El joven estaba a punto de tocar el timbre, pero una morena de ajustado vestido le pidió un cigarrillo.

Se fueron juntos al bar más cercano…y así fue como Nicanor Parra nunca llegó al taller de escritura.

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