EN MADRID, A 31 DE OCTUBRE DE 2017
Un jurado compuesto por profesores de Talleres de escritura creativa Fuentetaja y de la Fundación Escritura(s), presidido por Enrique Ferrari, ha decidido conceder los premios y menciones que se indican abajo.
En esta segunda convocatoria de Historias del viaje han participado 568 relatos. Ha habido 28.715 votos emitidos por 10.890 personas. El número de lecturas ha sido 74866 (a día 31 de octubre).
El jurado lamenta haber tenido que excluir varias obras de indudable calidad por no haber cumplido con el requisito mínimo de votar al menos 10 obras para poder acceder a los premios.
PRIMER PREMIO
dotado con 500 euros en metálico
Eduardo Parro, con “El viaje de Elia”
El relato funciona muy bien, es intenso, hondo, bien escrito, con varios puntos fuertes. A pesar del título, lo que carga de sentido al texto es el extrañamiento del narrador en su vuelta a su ciudad, a su casa. Por qué vuelve es una incógnita que no desvela del todo, aunque sugiere la pérdida de un hijo muy pequeño o un aborto dos meses atrás, que los lleva a abandonar a Elia, su pareja, y a él Santiago de Chile. Y volver a la casa que fue de su madre, donde vivió en su infancia, lo que activa sus recuerdos: lo que funciona también bien como historia de familia, con los dos extremos (madre e hijo, ambos muertos) como elementos sustanciales del cambio en su vida.
PREMIO AL MEJOR LECTOR
dotado con los libros El arte de la ficción, de John Gardner, La práctica del relato, de Ángel Zapata, y Escribir y reescribir, de Gloria Fernández Rozas
Simón Virdaén
Muy exhaustivo con sus críticas, que sabe ceñir a lo propiamente literario. Generoso en los comentarios, cercano al autor de la obra que comenta, pero también riguroso en sus apreciaciones, para las que no ahorra esfuerzo (sus comentarios son largos y meditados, e incluyen a menudo sugerencias muy válidas para mejorar los textos). En las lecturas se muestra atento e inteligente.
PREMIO AL RELATO MÁS VOTADO POR LOS USUARIOS
dotado con los libros El arte de la ficción, de John Gardner, La práctica del relato, de Ángel Zapata, y Escribir y reescribir, de Gloria Fernández Rozas
José Luis Chaparro, con “El hedor de la desgracia”
Ha obtenido 642 estrellas y más de 1140 lecturas
El texto está bien escrito, aunque su estructura y su planteamiento son demasiado planos, lo apuestan todo a un patetismo sin contención para la escena. Sin asumir riesgos. Un narrador testigo describe las condiciones indignas, inaceptables, del viaje al que están obligados los emigrantes para buscarse un futuro mejor: la desesperación, el peligro, la deshumanización y la muerte. Ese contacto por primera vez con el drama de la emigración le sirve para una conclusión final que resulta prescindible, de escaso valor como reflexión.
FINALISTAS
(por orden alfabético)
Ana Fernández Cobo, con “Orquídea blanca”
Relato eficaz, ágil, cargado de sentido, muy bien escrito. Un ejercicio de introspección en el que el callejero de Ávila le sirve a la protagonista para acabar reconociéndose a sí misma: recorrer la ciudad a ritmo de las canciones que escucha en el ipod le funciona para distanciarse de su realidad inmediata y orientarse ella misma, para encontrar su sitio, desde el que poder escribir. Encuentra en la mística Ávila, coprotagonista también del texto, la paz que necesitaba.
Ángel Luis San Millán, con “La llorona”
La estructura del relato no es demasiado audaz, pero la historia es emotiva, y está bien planteada, es al menos eficaz. El narrador cuenta la vida tranquila de Emiliano García como cartero de su pueblo en la que solo hay una incógnita: su viaje en tren a Santander cada 1 de agosto, un secreto que revela en seguida el narrador: viaja a Santander para enviar una postal a la señora Mamen (que él mismo reparte luego). Lo que sirve de marco para otra historia dentro de la historia: el amor (imposible) de Mamen e Isabel muchos años atrás del que Emiliano es testigo (y continuador).
Anni Uzcátegui Petris, con “Jane Doe”
El relato, bien escrito, queda envuelto en una atmósfera cautivadora, absorbente, con un narrador muy eficiente al trasmitir las sensaciones de la protagonista: una turista de libro que sobrevive a una resaca. La segunda parte del texto, más alegórica, es un reencuentro que tiene mucho de onírico, de aparición.
Belén Boville, con “Hielo”
El comienzo es brillante: muy intenso, impactante, con la presentación de la protagonista y narradora, una mujer tetrapléjica. Un viaje al año con sus hijas le sirve como acumulación de vivencias que masticar el resto del tiempo. El relato es el último de esos viajes: al Polo Norte. Una trama secundaria, de aversión mutua entre la protagonista y los yernos, resuelve el texto con su venganza sutil.
Felipe Grisolía Ambrosini, con “Diario de viaje”
Con una estructura de diario, hecho de anotaciones breves, con frases cortas, rápidas, el relato es el registro de acciones e impresiones de un argentino que vuelve a Buenos Aires para presentar su nueva pareja a su familia. Detrás de la trama -que reaviva la presencia constante de un tipo extraño y la amenaza de su exmujer- hay un ejercicio de extrañamiento sugerente.
Francisco Borrego Ríos, con “Contención”
El narrador relata un viaje de negocios a China. Su planteamiento no es excesivamente audaz, pero trasmite bien la sensación de irrealidad del viajero que no acaba de entender cómo encajan las piezas en un país que ha crecido enormemente en los últimos años, una potencia económica inalcanzable, moderna, con el discurso ultracapitalista de sus dirigentes embutido en el molde del viejo comunismo que excluye a la mayor parte de su población.
Hortensia Juárez Badillo Chávez, con “Unos ladrillos”
La misión como viaje. Con su dificultad, sus incomodidades, su objetivo de servir a los demás, que trasciende al propio viaje, las expectativas (no siempre satisfechas), la nostalgia, la superación, la satisfacción al final por el trabajo hecho y la certeza de que se ha producido una transformación en uno mismo. El camino y la estancia en Chiapas como pieza importante en la construcción de la joven narradora.
Jesús Costa Ferrandis, con “El Alcalde de Borko”
El narrador presenta a Mamadou de aparcacoches en Valencia como marco para una historia que se sitúa en Borko, en Mali. El relato, bien escrito, bien organizado (hecho en parte de diálogos) comprime mucha información: las condiciones en Borko, con una naturaleza sin domesticar, el viaje de Mamadou a España, el desarraigo del emigrante, su capacidad para emprender y su condición, al final del texto, de nuevo alcalde de Borko.
Jesús María Martínez-del Rey Mingallón, con “Oscuros callejones”
Relato audaz, con una prosa ágil y cuidada, muy interesante también como ejercicio de metaliteratura, imbricados viaje (a Edimburgo) y libros (incluido Edmundo Paz Soldán como uno de los personajes). La novela negra como guía de viaje.
José M. Viera, con “Al otro lado del Neva”
El narrador escribe el encuentro fortuito entre un turista español y una mujer local en San Petersburgo, apuntalado con un diálogo atractivo, ocurrente, para el flirteo que acaba con ambos en la cama. Dicha relación, con la frescura y la emoción de los comienzos, le sirve como contraste de la relación del turista con su pareja estable, que parece estar en los últimos estertores.
Leonardo Martínez Expósito, con “Como humo se va”
Un buen texto, con un tono para la historia ágil y cercano con el que el narrador consigue darle al protagonista una calidez que por sí mismo no muestra. Cuenta la vida de Mr. White, el balsero Ernesto, con su viaje en el espacio y en el tiempo, pero también ideológico, con el paulatino desprendimiento de unos principios (los de la revolución cubana) y el entusiasmo por otros (los del capitalismo, los del sueño americano). El viaje aquí es sobre todo la nueva identidad y la nueva personalidad que se construye el personaje.
Luca Bia, con “Una postal”
Una buena historia, con el contraste enorme entre la opresión que debe de sentir la anciana, y de la que la protagonista es partícipe a la fuerza (más aún por su desapego emocional con su madre), y la libertad del paseo para buscar el helado, actividad en la que se recrea el narrador, con una descripción minimalista y muy sensorial.
Moraima Feijoo, con “Viaje con nosotros”
El relato funciona como un denso collage con los usuarios del metro. Un narrador testigo, que se reconoce también como usuario, enumera los tipos de personas que lo utilizan, con una descripción lánguida de cada uno de ellos, y algunas notas con sus sensaciones. Su mirada es perspicaz, y atenta, pero también asqueada, con demasiados juicios de valor que le hacen desconfiar al lector de su interlocutor.
Netty del Valle, con “Alicante, la millor terra del mon”
Con un planteamiento osado, ambicioso, el relato se apoya en el viaje de vuelta de la protagonista a Alicante tras una ruptura sentimental para contar una historia de exorcismo y ritual de iniciación, de comenzar de nuevo, de renacer, en el que lo religioso y lo pagano se mezclan en un simbolismo que lo impregna todo. Al revisitar los lugares en los que se enamoró de su pareja, funciona el viaje como ejercicio catártico contra el desamor.
Patricia Bañuelos, con “Profanando el inframundo”
El viaje apuntalado con las referencias mitológicas, como si fuera la excursión (o peregrinación) una reconstrucción del mismo génesis, funciona bien, con una voz para el narrador muy atractiva, por sus descripciones minuciosas, por la trasmisión de las emociones, por su tono didáctico tan medido, nada pretencioso, y también por su actitud decidida.
Simón Virdaén, con “Casi-miro sin-clair o… ciertos gal(l)imatías de Dios”
Un buen relato, con una estructura y una prosa limpias y contundentes, que se muestra como ejercicio de reflexión que desencadena un compañero de viaje que al narrador la resulta insoportable. El grueso del texto es el desprecio y el odio que mastica el narrador, cómo lo reconcome por dentro un hecho en principio irrelevante, pero que se va significando poco a poco como metáfora de algo mayor: el viaje como vida y, en concreto, el viaje como vocación por la escritura. Con una última frase tan obvia que perjudica a la historia.
Tomás Lapido, con “Media luz”
La presentación del protagonista al principio es sugerente: el personaje el lector lo encuentra atractivo al percibir la simpatía que siente el narrador por él. Es un buen relato, bien escrito: al tiempo un ejercicio de extrañamiento, por el viaje mismo, por el nuevo lugar, y un ejercicio de nostalgia, con algunos recuerdos de su vida pasada que vuelven a asomar.
El jurado también quiere destacar la calidad de
Alexander López, con «The lonely bus»
Fausto Eduardo Arias Moreno, con «Semana Santa»
Hermenegildo Rodriguez, con «Cada 17 de mayo»
Katy Giraldo, con «Desde la Frontera»
Mª Nieves Vaquero Fernández, con «Lo imprevisto»
Marina Aguilar Salinas, con «Desplazamientos»
Ramón García Pérez, con «Kenitra, a vista de golondrina»
Sebastián Pelesson, con «El fin del mundo»
Gracias a todos. Oportunamente nos pondremos en contacto con los ganadores para la entrega de premios.
La decisión del jurado es inapelable y la organización no puede mantener correspondencia sobre los aspectos del premio. Existe un espacio de comentarios que la organización consulta periódicamente en busca de observaciones que nos permitan mejorar sucesivas ediciones. Os animamos a usarla para comunicarnos vuestra impresión sobre este concurso.
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