Soy escritora, justo después que persona. Sí, la ciencia dice que una cosa no puede darse sin la otra, aunque no estaría tan segura. Recuerdo como decidieron, mi óvulo y el espartozoide que le cayó en gracia para unirse a él, que sería niña y me encantaría escribir. Y vine a parar aquí, a confesar el secreto de mi ADN existencial y literario.
Escribo desde que recuerdo. Leía a los seis años el periódico con total corrección y no tenía ya a esa edad faltas de ortografía. Otra cosa son las erratas por teclear demasiado rápido. A los nueve años hice algo parecido a un librillo de relatos sobre personajes de la tele. Dibujaba sus bustos con colores Alpino y muy poco manejo de las propociones, y escribía una pequeña historia del personaje, que no era otra cosa que lo que me inspiraba de ellos.
El primer relato como tal del que guardo memoria fue una redacción sobre los ruidos en una noche de verano. Los alumnos no guárdabamos un silencio uniforme en aquellas ocasiones, el profesor exigía silencio sin conseguirlo, lo normal en una clase de alumnos de once-doce años. Cuando levanté la mirada, tras acabar de leerla en clase, toda la clase me miraba en silencio, la profesora tenía la boca abierta y una sonrisa descubridora.
Luego lo de siempre. Publicar cuentos, estudiar periodismo, trabajar de redactora y no creer en mi misma lo suficiente para dedicarme en exclusiva a escribir.
Acabo de terminar mi primera novela, la primera de una saga de genéro negro, histórico y de ficción.
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Autores o libros favoritos: Antonio Magán, Gabriel Miró, Galdós, Pardo Bazán, León Arsenal, Cervantes, G.G Márquez, Cecilia Guilter, Patricia Highsmith