Hogar 68, Infanta Mercedes, Casablanca, Extramuros, Arriba, Azorín, Complutense, La Morra, Pedro Coca, Gran Vía, Alcalá, Torrox, Jacometrezo, Extremadura, Moral, Hermanos Machado, Constitución, Bruselas, y algunas más que vendrían porque andaba a mitad de camino.

Recuerdos, aún presentes, futuro.

Casablanca. De niña, cuando vio la de Bogart, se preguntó si acaso el director de la peli conocería su pueblo y la calle de su abuela, ignorante aún de las costumbres y tradiciones que guardan los nombres sencillos.

Hogar 68, su casa desde que nació y hasta los 12 años. Cuando compraron el piso nuevo, más grande, más lejos, de entre las escrituras del viejo rescató el cuadernillo de promoción de la constructora. El típico pisito de 60 metros, sueño en blanco y negro de matrimonios jóvenes. Imágenes y palabras, mezcla entre el NODO y Cine de Barrio, páginas que olían a tinta añeja, a pueblo, a vigas de palos, a esparto húmedo en el estío.

Vivía en Azorín el día que, al terminar de leer su redacción en clase, Ruidos de una noche de verano, sus compañeros la miraron como si descubriesen algo diferente, el suspiro de la profesora alargando el instante. Allí terminó la EGB con un segundo puesto en el concurso  del cole.

En Hnos. Machado, primer puesto con su segundo relato de más de tres folios. Descubrió el certamen literario del barrio. Recordó la foto de la gacetilla local, un esqueleto del antiguo osario de la iglesia, y junto a él unos pendientes; un texto sobre las excavaciones en ese lugar. Nació una historia de la mujer que fue ese esqueleto, o de alguien que la amó.

Azorín y Hermanos Machado. Nombres de gran literatura, una provocación, ejemplos de cómo llegar a la meta.

Su primera novela, el Palacio de… no sé qué, se publicó en formato digital. Hace años que obtiene ingresos con su ficción, vía electrónica, de vez en cuando el lujo del papel.

Encontró las lentejas en Constitución, en su pequeño negocio de tintorería. Las horas de plancha arrancan salud a su mano derecha, pero ella sigue tecleando.

Las menos de las historias son propias, las buenas siempre inventadas, todas se fraguan en las arterias… de su vida.

FIN

Imagen: Una chica en CALLE PUIG CAMPANA, en Benidorm, en la puerta de la Parroquia del Buen Pastor, donde se casaron sus padres (otra historia).

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