Abrí la puerta la habitación y entré, enseguida la reconocí. Era la mía, ¡estaba en mi casa!… en la casa que crecí, en mi país. Todo estaba en su lugar, ordenado, limpios. Mis peluches sobre la cama tendida y la ventana dejaban entrar el sol de la mañana, como me gustaba. En un rincón ahí estaba… ¿Era yo? Sí, Esa niña era yo. Mi yo de 10 años estaba frente a mí bailando al son de la canción que sonaba a través de sus audífonos. ¿Acaso estaba soñando?, me pellizque. Lejos de asustarme me encontraba fascinada. Adoré mi niñez, sinceramente nunca quise crecer. Ella se dió vuelta: pequeñita, gordita, con su abundante cabello negro y sus ojos brillantes me miró emocionada.

¡Llegaste, por fin! -se abalanzó con un abrazo.

No sabía que decirle. ¿Estaba soñando?, la abracé. – ¿Estoy dormida? – solté.

Eso depende de como lo quieras ver. Si hablamos de como marcha tu vida como adulta… un poco sí. PEERO, yo también lo estuve o lo estoy, dependiendo de cómo lo veamos. -rió.

La niña me guió hasta el cuarto de juegos, allí pasaba la mitad de tiempo jugando, dibujando y soñando… soñaba mucho.

¿Qué hago aquí? -le pregunté refiriéndome a la situación.

No podías dormir. Estamos agobiadas, confundidas, y perdidas con todo lo que esta pasando a tu alrededor, y mas importante: lo que esta pasando en tu mundo interior. -suspiró. – Pero, no es algo nuevo. -continuó. – También estuviste agobiada, confundida, perdida, muy triste y sola cuando eras yo. -sonrió con nostalgia.

¿Estas orgullosa de quienes somos hoy? -pregunté con nerviosismo. Yo era mi critica mas importante.

Estoy orgullosa de todo lo que crecimos y de lo bien que resultaron muchas cosas. Estoy tranquila, soy feliz.

    Me desperté de golpe. Como cuando te despiertas de una pesadilla, temblorosa y ansiosa. Había sido un sueño, uno muy lindo para ese despertar tan prematuro y agitado. Una notificación encendió la pantalla de mi celular desde la mesita de luz, lo tomé.

    «Tranquila, todo pasa. Todo tiene su hora y su momento. Todo estará bien. Sigue creyendo en ti, sigue confiando. Acuérdate de los años que pasamos solita, tu creíste que algún día, en algún momento TODO daría un vuelco. ¡Y así fue! Esperé, y esperé… con mucha ilusión, y fe. ¡Llegó!. Lo disfrutamos TANTO, lo abrazamos profundamente. Fuimos genuinamente plenas y felices. ¿Por qué no pasaría ahora?. Sé que la burbuja explotó, y que ahora se ve justo como cuando eras pequeña pero mira a tu alrededor, sigue estando lo que más nos importa en esta vida: las relaciones que generaste. Estoy orgullosa de la mujer fuerte que eres, de la que tiene voz (aunque se debe controlar), de la que se permite «ser humana» y llorar. Creo en tu fuerza y jamás te dejaré solita así como tú nunca me dejaste sola. Hoy toca resistir la monotonía del día a día y la incertidumbre del mañana PEERO pronto, muuuy pronto reiremos genuinamente de nuevo. Porque así es la vida. Sueña, Cree, confía… que si nos funcionó, lo hará de nuevo ❤»

    Sabía que era ella… o bueno, yo. Cerré el mensaje y abracé mi celular. A veces no necesitamos que otros nos digan lo que ya sabemos, porque lo sabemos… solo que no recordamos que lo sabemos. A veces lo que necesitamos está en nosotros, solo que no lo vemos hasta que es inevitable y nos alcanza de la forma más inesperada . A veces, solo hay que dejar fluir para entender que la vida es así, un proceso que nos golpea y nos abraza. 

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