vivir en rehabilitación

vivir en rehabilitación

John Smith

02/10/2025

Mi vida dentro del centro de rehabilitación era similar en algunos aspectos en mi vida aquí afuera. Mi vida aquí afuera es muy distinta a la vida que tenía antes; aunque, a decir verdad, si bien ahora me he dedicado a aprovechar el tiempo en medrar de algún modo muy superficial, no creo que haya realizado un cambio que perdure en el tiempo. Me muevo en la orilla de un inmenso mar en el que paso los días dudando en si entrar o no. ¿Es que tengo miedo, o, no nací para nadar? Es esto último, pues, imposible; a no ser que mis piernas y mis brazos no funcionen, siempre tengo la posibilidad de aprender a nadar, así como el hombre tiene siempre la oportunidad de elegir el camino de la verdad, siempre que tenga la capacidad de razonar. ¿Por qué, entonces, no elegir los misterios harto conocidos que se esconden en las profundidades oscuras del azul inmenso, podríamos llamarlo hasta infinito, del mar que, como la vida, nos ofrece el dulce néctar cuando nos sacrificamos a su disposición, a vivir como los grandes sabios que tocaron el techo del universo, que amaron lo incognoscible, amando a su vez, todo lo que le rodea? ¿Contra qué mal me enfrento, cuál es el monstruo que me distrae en las burbujas de las olas que rompen, o en el pasar de las gaviotas? ¿El temor a una vida sin pasión? Soy y siempre he sido, aún cuando los objetos de mi interés no venían sino de cosas que ni siquiera entendía, aquel personaje distinto que no logra hallar su lugar en un mundo donde lo personal no vale si no sirve a lo colectivo. Me han llamado diablo; he sido un diablo y heme aquí, temeroso ante las olas que acaso describió Dante. Mi alma divaga en un bosque familiar lleno de cosas desconocidas, sin saber a qué atenerse ni donde establecerse. Solo sé una cosa, y es que la verdad no está en otro lugar más que dentro de mí. La vida mas elevada se desarrolla primero en el alma, y mi alma no quiere o duda de la verdad que suena dentro de sí. El Knulp de Hesse siempre deambulará, aunque no encuentre al final sino aquello que siempre tuvo; quizás tenía miedo de perderlo, como yo temo perder esa perla escondida que alguna fuerza superior mantiene protegida de mí mismo. De cualquier modo, no encuentro ningún motivo para perderme más en la orilla. Mi alma mira más allá. El mar es mi fin. Es la madre que temo y el padre que nunca tuve.

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