E.X.U.L: Exilio y Creador de lo Absoluto

E.X.U.L: Exilio y Creador de lo Absoluto

BoxInJack

30/10/2024

Introducción



Esta historia se ha creado a partir de un desborde artístico incontrolado y una inmensa imaginación.
(Es un trabajo en curso).
Agradezco a todos los participes en mi vida, sobre todo a ese alguien especial que nunca perdió fe, en el que la escritura, se libera el verdadero ser de una persona.

Esta historia contiene temas controversiales. Con un alto contenido grafico de violencia emocional y física. Se recomienda discreción.

Agradezco de corazón a aquellos que con cada palabra que produzca, los lleve a un mundo donde puedan imaginar, creer, llorar, sonreír, y agradecer a la vida. Mi más grande anhelo, es dejar una huella y una enseñanza a cualquiera que esta obra de ficción toqué.

No siempre todo lo que se escribe es literal y no todo lo directo carece de un transfundo.

Cualquier parecido con acontecimientos de la realidad es pura coincidencia.

¿Verdad? Siendo así pues, comencemos.


Genesis


El cosmos, la tierra.

Una esfera sumergida en los adentros de un universo, en una galaxia acomodada igualmente que las centeneras, en millones de ellas por igual.

Mientras la cercanía que visualizamos con nuestros ojos nos deja ver solamente las nubes, la extensa atmosfera redondeando los cientos de kilómetros que construye nuestro planeta terráqueo.

Ahí estas, aquí te encuentras tu, un ser humano cualquiera.

Una diminuta figura en un mundo igual de complicado de explicar, como la misma vida que nos rodea, el sentimiento de desconocer tu lugar esta presente, pero también en el deseo, de la constante búsqueda por una razón.

Nos plantemos a los comienzos del siglo veintidós. La humanidad pasaba por un comienzo de reconciliación, despues de su posible destrucción, una vez mas…

Las naciones unidas se habían disipado despues del conflicto, dejando lo que una vez fue, un grupo hecho por una causa noble, entre líneas, para mantener la paz y serenidad de los diferentes países que seguían abundando a finales del siglo veinte; ahora, abandonaba su rol y solamente quedaba los individuos, que fueron absorbidos por la elección de intereses de cada nación, una dividida en dos…

Ambas, separadas en esta diminuta esfera llamada, la tierra.

La guerra llegaba a su fin…

Pero no eras el ganador.

De rodillas, en la basta noche, contemplando los alrededores, viendo la luz de la luna brillar intensamente, y las colinas de arena sofocando el terreno.

Amarrado de manos, solamente quedaba mirar al frente, ver el futuro de las cosas.

Ellos se percataban de tu presencia, sabia que habías despertado.

La voz de tres personas merodea tus oídos y con la poca visión que tenias, los observas.

»Hora de llevarlo junto a los demás» comento uno de los sujetos, que estaba en el centro de los tres.

Su rostro era borroso, su figura igualmente.

»¿Puedes terminar con esto de una vez por todas?» exclamaba el otro individuo a la derecha de él.

Este se pausa y agarra consigo una pala, una con la que estaban abriendo pequeñas tumbas, para tus demás compañeros caídos.

»Tal vez los de tu clase no conocen a este sujeto, pero yo si, amigo» él hombre detiene los quejidos del otro y procede una vez mas a observarte.

»Supongo que donde estas parado, esto se ve como una jugarreta de mala suerte, una amarga experiencia. Sin embargo…»

El hombre continua con su monologo y despues de eso, toma firmemente la herramienta, y apunta directamente a tu rostro.

»Esto estaba planeado desde el principio»

Cuando acabo sus palabras, el dolor punzante de un metal reforzado contra tu cabeza te deja en el suelo.

No había nada, ni el sabor de la arena en tus labios…

Mientras te llevaban a otro lado.


El fin

—Ríndete, ahoraUna voz desconocida que no paraba de golpearme, me ordenaba a resignarme y simplemente, dejarme llevar.

—Llegara una pequeña sorpresa, como regalo. Mejor, más bien, eres tu el regalo, lo otro es aquello que te complementa a ti

El eco. Una campana incesante, chasqueando sin parar repetidas veces. Alguien jugaba con ella y seria lo primero que me llevaría a pensar, de que morir seria la mejor decisión del momento.

Saber el donde, se encontraba fuera de la cuestión. No me dirían y asimismo se aseguraron que no pudiera ver, para darme una idea del lugar donde me ubicaba.

La única pista era la textura de la arena, tocando mis rodillas, y en mi lengua.

Era entonces, en estos tiempos difíciles donde pedias por un ángel de la guarda, que viniera a salvarte. Lo que no contaba esos pensamientos de desespero, aferrándome a la vida con razones incongruentes era, que llevaba mucho tiempo esperando que la muerte sucediera.

Antes me estaban dando lo que quiera y si morir de esta forma tan tranquila era la única opción, será la opción mas honorable en esta guerra de mierda.

Fue entonces cuando sentí la cortada en mi pecho, hasta que al fin, esta fue incrustada y rápidamente extraída. El sudor de mi frente se volvía más propenso y el dolor provocado no evitaría que los gritos salieran a estallar.

De todas formas, no importaba la manera. Si deseaban divertirse un poco antes de acabar conmigo, era solamente aguantar el dolor, liberar la mente y dejarse llevar por la deriva.

Lentamente al más allá. Igual cumplí mi propósito en la vida, salve la vida de unos pocos. Yo, un egoísta arrebatador de varias más.

—Ya están… a salvosusurre, era un clase de calmante diluyéndose en mi mente, que me daba fuerzas para aceptar lo siguiente que vendría, en paz.

—Sabes lo que dicen sobre los milagros en la guerraexclamaba el sujeto que venia divirtiéndose conmigo un buen rato — suceden solo una vez

—De aquí nadie te sacara, y tampoco a aquellos que atrapamos

La persona seguía intentado provocar una reacción en mi. Lo que el no conocía del todo era lo imposibilitado que se encontraba de localizar a mi escuadrón.

Nadie más que los nuestros lo sabían y yo. Por mi parte, tenia serenidad de que no les diría un carajo.

Sin embargo, estas ocasiones de paz suelen romperse todo el tiempo con el amargo sentir de un golpe directo a los testículo.

—Los tenemos, espero que tengas mi dinero listo. Empaquetado en hermosas maletas plateadas Una voz diferente se unía a la ocasión y en lo profundo de mi mente, estaba seguro de saber quien era la persona, que mas bien se veía que nos clavaba un cuchillo por la espalda.

—Malnacido, ¿no serás?

Antes de que pudiera terminar mi pregunta. Una cachetada me arroja directo a la arena.

Bienvenido, Gary. Tiempo que no veo tu horrible mueca. ¿Qué? ¿Me traes a la puta y sus amigos? Tu muchacho aquí no me quiere decir y mi cliente no estará feliz, si no los traigo a ambos

La persona que me tenia sometido a esta tortura llamo por el nombre a una persona, que sin equivocación por mi parte, era un comandante a cargo de la base y tropas de nuestro país.

Uno, él cual juro lealtad, por los nuestros. Ese que me arrastro a ser alguien mayor a un soldado, un sicario e incluso, mas allá de un asesino.

Era un maldito elite y esta, era mi recompensa. Había sacrificado y entregado todo de mi.

— De todas formas te sirve solo él. Es lo que busca este comprador, un paquete premium, uno en su especiehablaba el comandante, refiriéndose a mi como una clase de mascota o producto aún así, tengo a la otra y al pelotón completo en la camioneta. Si deseas, los descargo aquí mismo y te los llevas a todos

El chasqueo de una campana volvió a resonar.

Ahora lo comprendía, iban por nosotros en especial. Intuyendo por las palabras del sujeto, los tenían atrapados.

Fue entonces que comencé a arrastrarme intentado acercarme al tipo.

—Eres un hijo de puta Gary, ¡No lo hagas! ¡Te juro que te matare!

De repente, mis quejidos se vieron interrumpidos por la bota de alguno de ellos, aplastándome el cráneo.

—Quédate callado. Los adultos están hablando

Bueno, supongo que son buenas noticiasexclamo la persona que me tenia cautiva.

—Listo, en ese caso, paga doble La voz de Gary exigía dinero.

—Vamos, que requiero de él y la mujer. Los demás no me importan, puedes ejecutarlos si quieres

Con esto, ambos de los sujetos presentes conversaban sobre el destino del pelotón. De mis hermanos en armas, de ella.

Las preguntas me envolvían y la sensación de incertidumbre se volvía mas propensa.

¡Ni de broma!el sonido de un arma siendo cargada se escucho — me juego el pellejo , jugando para el equipo ganador, solo para retirarme de viejo en una isla paradisiaca y no en este jodido desierto

La voz del traidor se tornaba molesta, me veía incapaz de reír, ya que su bota me estripaba las mejillas. Aún si no viera su rostro, me confiaba que los dientes le chasqueaban de estrés.

—Necesitan a este, ¿no? Paga doble y no le vuelo los sesos, seguido de su puta y la escoria de los demás

Pauso la voz del llamado Gary, el sonido desconocido se detuvo y continuo en silencio, acompañado del sonido de varias carpas moviéndose con el viento del desierto.

Esta bien, baja el arma y ayúdame a cargar a los dos. Mata al resto

Al momento que la persona terminó su frase, el rechinido de una silla se escuchó. Alguien se había sentado a abrir varios maletines.

Escuchaba entonces los quejidos de ella. Pero hablar le debía ser imposible. Reconocía entonces con la poca información de sus chillidos, que le tenían la boca amordazada.

—Excelente, toma a la chica y vete. Debo regresar antes de que sospechen—

De forma abrupta pues, me vi desbordado de emociones de desespero. Haciéndome actuar en el momento y comenzar a estrujarme.

—¡No! ¡Nooooo! ¡Detente, no lo hagan!estrujaba los nudos de mis muñecas, intentado liberarme. Necesitaba ayudarlos o morirían.

Con todo lo demás, los chillido de ella se hacían mas audibles y desesperados.

—Sujétaloexclamo él comandante, inyectándome, presionando con ello el objeto en mi cuello.

—Esto lo calmara, pero…la voz de el comandante se pauso y continuo: — deja le muestro una última cosa. Despues de todo, era su mentor

Ahí fue cuando los pasos de él se alejaron y trajo consigo a alguien a rastras.

—No te dejare ver nada, pero te ofreceré la oportunidad de escuchar, como muere alguien quien te importa

De la nada, siento la presencia de uno de mis compañeros a mi lado, moviéndose violentamente en la arena. Seguido de un disparo.

—¡Ay! Se murióexclamaba la voz del comandante, sorprendido por lo que hizo.

— Sin embargo, así es la guerra. Gente muere. Al final, es sacar provecho de las oportunidades

Esas eran las últimas palabras que escuche de esa persona y mientras nos arrastraban a quien sabe donde, embutiéndonos en un vehículo. Al alejarnos, simultáneamente, el eco de otros cuatro disparos se hicieron audibles.

—Esta bien, estaremos bien. Yukeba—

Ella estaba al lado, asustada. Era fuerte, la persona con mas fortaleza que he conocido. Pero todos llegan a su punto de inflexión.

Quería pensar que era otro día en la oficina. Aunque la claridad de lo que continuaría, era una incógnita.

Despues de tanto tiempo. Temía, por ella.

Al final, me quedaba su tacto, las mejillas rozando las mías. Era lo único cálido, que me calmaba.

Deseaba saber por qué realmente luche durante todo este tiempo.


El comienzo

Shushire, Wagos. Años después.

El sitio donde los sueños se cumplían columpiados en un carrusel sin pista, empujado a la suerte de mantenerse en el carril correcto o perecer en el suelo.

La puerta de bienvenida estaba para aquellos que deseaban entrar, sin restricción alguna. Era el punto de las oportunidades, donde fallar o ganar te llevaba a un rincón estrecho, donde no importaba el lado que tomaras; todo podía acabar en cualquier momento.

Las amenazas continentales eran altas, el placer de poder inundaba a los cargos de la sociedad y varios se veían envueltos en una guerra de sangre donde cada gota facturaba pequeñas sumas que llegaban a convertirse en un lujoso yate, una mansión, aquel auto deportivo premium o una cuerda colgada en un tubo, de un desgraciado que acababa de suicidarse.

De todas formas, el aire helado de la temporada navideña servía de tapadera para esa realidad.

La nieve, escondía la sangre de la precrisis, de esos enfrentamientos ocultos al ojo público.

Luchaban por un mundo mejor, para su realidad.

El conflicto se daba en un lugar desconocido, aquellos que pisaban tierras que jamás conocieron, alejados del mundo por el que peleaban. A la vez, el hogar de ellos se despedazaba por uno de los rasgos eternos del ser humano…

La corrupción.

El poder, se juntaba de la mano del elegido, aquel mencionado a la vanguardia de un país. ¿Era el poder el que destruía al ser humano o, el ser humano escogía romperse por el?

La voluntad era decadente, no existía un antes y después del momento que ocurría, era naciente desde la misma vida.

Sin embargo, cuando el poder es tan grande, destructivo…

¿Qué momento sería el correcto para detenerse?

Leía estas palabras escritas en un papel roído, viejo y sucio.

—¿Periodismo independiente?era pretencioso, eso era indudable.

Me estaba tardando en salir. Vistiéndome de prisa, no quedaba de otra que salir hoy sin desayunar.

Hoy seria el día, que por fin vería esa mujer. Cerca al monorriel, encontrare las respuestas que necesito.


Las cenizas

El invierno.

Llegaba a este mismo lugar.
Pisaba mi camino en el hielo, de varios objetos encanillados en el suelo por el frio.

Despues de eso, hacia camino a la banca. Donde me sentaría por un largo tiempo.
Aprovechaba para pensar. Observaba los alrededores de esta ciudad. Varias veces, me veía sumergido en la opaca mañana.

Transeúntes caminaban a toda prisa. La calle daba paso a toda clase de vehículo barato y lujoso. También el humo que se construía debajo del túnel, donde desaparecían la mayoría de autos a la próxima calle.

Heme aquí, apunto de sentarme por décima vez durante este mes.

La atmosfera era como un lienzo pintado en colores fríos. Cada individuo de los cientos que pasaban al frente mío, rastrillaban la nieve con la punta de sus zapatos.

El frio traspasaba el cuero de mis botas, enfriándome los pies arropados en las medias gruesas que vestía.

Acostaba mi trasero encima de las desgastadas tablas de la banca. Apunto de derrumbarse con el peso apropiado, terminando con su existencia útil.

¿Por qué estaba tan filosófico esta mañana? No era usual, pero sentía la necesidad de abrir mis labios, destapando mi mente de pensamientos espontáneos.

Sin mas e ignorando el análisis personal. Debía aprovechar para buscar a esa persona. La única razón del porque me encontraba aquí.

Misteriosamente, a pesar de mi búsqueda, no conocía a esta persona. Solo por su rostro. La figura danzante en tenis y abrigo purpura de invierno. Una mujer de silueta conocida y de cara ignota.

La encontré una vez, y varias veces intente que fueran sumándose más encuentros con ella. Sin embargo, la particularidad del día a día. El trabajo, el agotamiento y las noches que me llevaban a amaneceres tardíos, me impedía siempre encontrármela. Aunque lo intentaba, no fue sino esa primera vez, que la encontré, para no volver a cruzarme con ella de nuevo.

Indignado con mi pesimismo creciente. Encendí un cigarrillo, sujete el cálido material del nocivo amigo, colocándolo sobre mis fríos labios. El clima helado ya no tenia nada en contra mía.

—El mal vicio, me persigue. ¿Qué dirían las enfermeras?—
exclamaba, expulsando el humo del cigarro. Pensando en la opinión de los asistentes que cuidaban de mi.

Despues de ese día, en la guerra…

¿Dónde habrá quedado el tiempo? Me preguntaba. Trayendo de vuelta los recuerdos del pasado. Hace un tiempo que estaba en la cama recuperándome de una bala directa al corazon. Al otro, no te fijas que ya tres años pasaron volando sobre tu cabeza. Salto la madrugada siguiente, escapando de las citas periódicas con la psicóloga, a buscar a una mujer como enfermo todas las mañanas.

Aún pensando todo esto, no era enserio, pero desconocía esta sensación que no se borraba de mi mente. Sentir que mi vida pasaba sin percatarme.

—Me pregunto si esta vez, la volveré a ver— me hice la pregunta, mientras expulsaba el humo del cigarro acumulado en mis pulmones, desapareciendo con la fuerte brisa congelante.

Me sentía ingenuo, en una banca, al pie de unas escaleras gigantes que conducían a la estación para abordar el monorriel; viendo sin parar a miles de rostros, salir y entrar. Al menos, me entretenía viendo todo lo que me acompañaba en la cercanía.

Si me aburría esperando, me divertía viendo a los demás vivir sus vidas. De viejos en traje resbalándose en la nieve, a mujeres peleando con sus parejas. Juraba haber visto argollas, anillos y entre muchas cosas, escondidas en la densa nieve.

Siempre tenía el autoservicio de al lado, cerca a un callejón sin salida. De vez en cuando, caminaba hasta esa tienda, por unas frituras sabor a pollo. Tal vez, hoy solo me compre un café.

Si bien iba de camino al autoservicio, el sonido del monorriel llegando llamo mi atención y la gente alrededor mío comenzaba a darse prisa a las escaleras, para tomarlo.

Era la monotonía diaria en la ciudad de Shushire. Ahora bien era un lugar de alto trafico, no había mucho que hacer por estos lares. Lo mejor se encontraba en Wagos, donde se ubicaban los comercios.

Solo encontraba restaurantes de comida de mar. Hasta un infame restaurante que servía carne de ballena. La especialidad de la casa, un plato para un maniáticos.

Despues estaban los pequeños negocios donde beber un sorbo de café para empezar el día o una copa de whisky, estaban al servicio del publico. No obstante, hoy se encontraban cerrados la mayoría, debido a la próxima tormenta de frio.

Camine entonces hasta el autoservicio. La muchedumbre hacia difícil el paso. Era sofocante, siempre y cuando pudiera tomar un café rápido, volviendo a toda prisa, estaría mas que satisfecho. Así y todo, comenzaba a dudar si debía abandonar mi puesto, en la banca.

Quizás hoy seria el día que la vería.

Sin mas remedio, retire la cantimplora del bolsillo escondido en mi pecho para situaciones así.
Me rendí de ir por un café y con sutileza, desenrosque y bebí un sorbo grande de néctar agrio. Mi veneno era el whisky combinado con el limón acido del ron especial de Shushire. uno el cual amargo mi garganta hasta bajar por mi esófago. Era un ardor enfermizo. Aún así, comenzaba a sentir el calor corporal que proveía dicho néctar.

—Excelente. No mas frio, no mas distraccionesme dije a mi mismo, golpeando levemente mis cachetes con las palmas de mis manos.

Si no me mata el frio, esta mezcla mortal de alcohol lo hará. Sin embargo, resistía bien los frutos del vicio.

A pesar de eso, tenía los labios secos, entre una sensación de alcohol y ceniza liberado por el cigarrillo. Intentaba recordar ese momento, el cual empecé esta rutina de vicios suaves, quizás fue en el ejercito, o cuando ya me retire. Despertando de un coma de tres años.

Hay cosas que se extrañan con el tiempo, pero esta la cree en el primer momento que desperté, familiarizándonos como si fuéramos carne y uña.

—Debo dejarloexclame.

Agache la cabeza. La sensación de arrepentimiento me revolcaba la conciencia, sabia muy bien el mal que me hacia, pero no comprendía las razones para este comportamiento.

Enfrascado en mis hazañas, olvidando por completo el objetivo de estar estante en este lugar. Por lo cual, rápidamente levante mi mirada. Buscaba al frente, a los lados, detrás mío.

Nada, quizás hoy tampoco seria el día.

—Bueno…arroje el cigarro a una caneca de basura — tal vez a la próxima, la veré

De repente, por no estar pendiente y caminar distante sin analizar la cercanía de mis pasos, tropecé con una persona.

Un quejido femenino se hace escuchar. Esta no logra volcarme al suelo, pero al voltear a mirar, ella se encontraba de espaldas tumbada.

—¡Ay! Eso me dolióEra la voz de la persona que se encontraba en el piso.

Una joven con el uniforme de alguna universidad. Era peculiar su estilo, era un tanto glamuroso, pero infantil. Aunque no parecía ser una niña, debido a que tenia las proporciones, el rostro de una mujer que quizás estaba en sus veinte años.

No se del porque perdía bastante tiempo observándola. Una conocida no era, pero el estilo que llevaba encima, era difícil que no llamara la atención. Era como un letrero de tipo »obsérvame, te hare arder los ojos».

Podía engañarme, tratando de respetarla en el interior de mis pensamientos, pero me provocaba un ardor de ojos al solo verla. La combinación de su saco rosa, un accesorio en su cabeza color caqui y una falda de color blanco brillante. Era demasiado.

Si bien había provocado un accidente. Me distraje observando otras cosas. Hasta que inevitablemente, mi mirada fue bajando poco a poco, guiado por la curiosidad.

Las piernas de la joven eran pálidas, acompañadas por unas medias hasta el muslo de color negro con una clase de cisne color blanco al lado.

Podía jurar que con el movimiento apropiado de mi cabeza, vería pronto sus…

—Oyeexclamaba la joven que aún seguía en el piso —me vas a ayudar o ¿hay algo mas que te interese ver?

La joven frunció el seño, estaba enojada. Alrededor suyo, un bolso y varios libros estaban regados en el suelo.

—Discúlpame, deja te doy una mano

Fue así que me agache, poniéndome a su nivel y con lo aprendido en el ejercito, agarre sus brazos desde la axila. Oprimiendo con fuerza y arrodillado, la impulse devuelta en pie.

Luego, comencé a reunir sus cosas y las metí devuelta al bolso de ella, pero antes de terminar de guardar todas las pertenencias, me percate de que tenia una clase de arma, de esas que descargaban electricidad al dispararlas.

—Mira. Esas cosas tienden a dañarse, es mejor que uses una porra eléctricale comente mientras le entregaba el bolso.

Ella se encontraba limpiando los restos de nieve de su ropa.

No podía negar que su vestimenta era peculiar, pero en cierto modo, al verla de pie, le quedaba como anillo al dedo.

—Vaya… si que te gusta observar todo lo privado de una personacomentaba la joven, un poco disgustada, pero sin embargo, ella voltea a mirarme de frente.

Tenia ojos color café claro. Lo que alcanzaba a distinguir, era que no estaba nada mal. Eso, dándome cuenta de lo sobre analítico que estaba siendo.

—De todas maneras, gracias por ayudarme. Aunque fue tu culpa claroElla me da una pequeña sonrisa. No evitaba notar el labial de su boca color rosa.

De repente, mi boca se movió por si sola y tuve que preguntar:

—¿Cómo te llamas?dije inconscientemente.

Ella me mira con duda. Estaba preparada para decirme algo, pero antes de que pudiera hacerlo, una voz ronca, molesta y malhechora se aproximaba a mi posición.

El momento acababa de empezar a ser arruinado por una persona familiar, conocida y que en el fondo, quisiera lejos.

—¡Zokolo! !Eres tu mi buen Zokolo!gritaba la voz de Leone.

Era un retirado del ejercito como yo convertido vagabundo por sus graves problemas de alcohol. Aunque, no era quien para juzgar.

La joven ve entonces que estoy ocupado.

—Bueno. Al menos sé tu nombre y a quien evitar la próxima vez. Mentiras, adiós
La joven desconocida sonríe, agita su mano en son de despedida y comienza a correr a las escaleras que llevaban a la estación del monorriel.

—No era la persona que buscaba, pero ahí va algo interesante…Suspire.

En Shushire nunca sale el sol, y esto fue el encuentro más cálido que he tenido en mucho tiempo con otra persona.

Me cruce de brazos, crujiendo levemente mi gaban de cuero al hacerlo. Nieve se había acumulado en mis hombros y caían uniéndose con el suelo. Tenia ahora un poco de frio.

En fin, solo gire para encontrarme con la figura de Leone.

—Hola, viejo amigo, que cálido rostro me encuentro en este frío invierno— exclamaba él, mientras parecía masticar una paleta de agua.

Él hombre era voluptuoso, ya fuera por su contextura física o la cantidad de ropa que vestía. Ahora bien, olía a mierda.

Lo único peculiar de Leone era un tatuaje de una serpiente verde bastante llamativo, cubriéndole el ojo izquierdo.

—Ahora que quieres »viejo amigo»— respondí al saludo de Leone, bastante fastidiado y con afán.

No había olvidado a lo que vine aquí. En cualquier momento, tal vez, aparecería la mujer misteriosa.

—No seas así, colega, que somos como hermanos de bala, de casquillos viajando a nuestra cara. La sangre de nuestras cicatrices nos une Leone comienza a reír levemente Mira, hasta te traje algo especial, para expresarte lo mucho que te aprecio—

Una sonrisa acompañaba al viejo, debajo de toda esa barba canosa. Sonreía, pero en vez de darme una calma verle el rostro, era bastante espeluznante.

—Aprecio el gesto Leone— conteste — pero sería bastante tonto comer helado con este frío. Leone me miro, cambiando su sonrisa por la de duda en su expresión.

Leone se hecha a reír —¿Entonces? Compartimos lo que tienes en la cantimplora. El combinado con Whisky, así los dos nos damos calor y te comes la paleta— exclamo Leone, su propuesta y su forma de decirlo me provocaba escalofríos en la espalda.

De repente, me imagine a Leone bebiendo, pero al concebir esa idea. Me di cuenta de que, a lo mejor, si le doy un sorbo de mi cantimplora, la llenara de gérmenes.

No me percataba que si no le seguía el juego a Leone, este me tendría aquí charlando hasta el amanecer.

—Quédatelaempuje la cantimplora al pecho de Leone, entregándosela. Despues de todo, la compre barata en una mayorista — Eso es todo lo que quieres ¿verdad? — pregunte a Leone.

Gire mientras tanto a ver las escaleras. Por suerte, aún no aparecía mi figura misteriosa, por lo que podía permitirme dos minutos para sacarme a Leone de encima.

Él recuperó la compostura y parecía de una vez por toda colocarse serio.

—¿Dejaste el paquete en el closet y limpiaste? Cero, cero, cero, cero, siete—

De manera inesperada. Un dolor de cabeza me abarco, como si tuviera resaca. Parecido al de un trance.
Quizás, si me hizo daño lo que había bebido. Sin embargo, el síntoma paso a los dos segundos.

—Buen trabajo entonces y un gusto verte Zokolo. Que te vaya muy bonito donde sea que vayas ahora, quizás al callejón de la cuarta en la noche— Leone termino de hablar, retirándose devuelta de donde sea que había aparecido. Lo conocía, pero en este mes me lo encontraba más de lo habitual.

El viejo derrocho todo su dinero en alcohol, su familia murió y ya nadie le preocupa como este. Al menos, era lo que recordaba de sus palabras, pero me era difícil recordar cuando me había comentado tal historia.

Aunque eso ya estaba en el pasado. No había motivo de preguntarle por eso.

—Espero no encontrármelo la próxima vez—

Veía a Leone retirarse en silencio, perdiéndose en la niebla de la lejanía. De pronto, un auto se aparco en la carretera cerca donde desapareció Leone.

De la puerta del pasajero, salió un hombre con un gaban parecido al mío, pero era largo y color negro. Se acercaba, pasándome de lado, ya que seguía parado en mitad de las escaleras que subían al monorriel, estorbando.

Este cruza miradas conmigo por un instante. Era un señor de mirada penetrante, expresión seria. Tenia un traje color blanco y se veía en una parte desabotonada de su cuello que tenia una camisa playera.

¿Qué clase de pinta es esa? Me preguntaba.

No paso desapercibida mi atención y el hombre se da cuenta.

—Es de mala educación obstaculizar el paso chicoexclamo el señor en un instante mientras pasaba de mi y se sentaba en la banca donde estuve.

Intentaba ignorar lo que decía y me apartaba poco a poco del camino, apoyándome cerca a una barandilla.

Curioso aún de la presencia de esa persona. Veo como extrae de uno de sus bolsillos una cantimplora y comienza a beber de ella. Al momento que este levanta su brazo, se nota el mango, que indiscutiblemente, debido a mi costumbre de verlos en el ejercito, era la agarradera de un revolver.

Me preguntaba quien era, ¿acaso era un policía? No destacaba nada de su aspecto que lo era. Igual y era un matón de los que se encontraban en Wagos.

Fue entonces que reubique mi atención a las escaleras y tomado por sorpresa, la vi.

El susodicho abrigo purpura y el caminado de curvas de movimientos suaves. Cabello rojo oscuro, su rostro era notable. Los ojos azules eran distinguibles en ese fragmento de tiempo, era ella.

Pronto subiría las escaleras hacia la estación, para despues abordar el vagón donde la vi por primera vez.

Había invertido tanto tiempo en buscarla, que nunca pensé que diría al momento de tenerla presente.

—Hola, te he estado siguiendo el rastro y debo decir que, algo de ti me llama la atenciónme dije, pensando que a lo mejor, no sonaría como un total acosador.

Sin caer en cuenta, ella ya estaba adelantándose. Decidí pues correr tras ella para alcanzarla. Esta vez, tenía que sacar alguna manera de preguntarle quien era. Sentía que era de vital importancia saberlo, sin conocer el porqué. Simplemente, una corazonada me atraía a ella.

Me moví hacia mi objetivo, contaba con buena agilidad para saltarme dos escalones a la vez y alcanzarla.

Consecuentemente, me comenzaba a agitar con el congelante frío. Mis botas sonaban fuerte y levantaban la nieve de las escaleras. Alcanzaba a notar los comentarios molestos de la gente de atrás, recibiendo todo el desastre que dejaba.

Tocaba escalón por escalón, a punto de llegar a la cima. La estaba viendo dar un esquinazo en dirección a las taquillas.

—¡Oh!Exhale al momento que pise algo resbaladizo. Era una hamburguesa destrozada en el suelo y la salsa casi me hacia perder el balance.

Ya viendo el final, observaba de reojo lo lleno que se encontraba la estación. Al menos había llegado y solo era cuestión de encontrarla. Me adelante para allá, a las taquillas.

La estación estaba sucia, como todas las veces. Llena de carteles. Por alguna razón, había cientos de pequeños carteles pegados en las barandas de la estación, con el símbolo de una luna.

Ya todo lo demás, era propaganda habitual de una estación con mal gusto.

Cruce y moví a varias personas de mi camino. Con empeño, lograría encontrarla.

El ruido como siempre, era nefasto. Inclusive si supiera el tono de su voz y hablara la mujer misteriosa, jamás la escucharía entre todo el cáncer auditivo que me provocaba la estación.

Sin embargo, la perseverancia hacia al maestro y con un poco de suerte, la vi. Su silueta, abrigo purpura, todo lo demás. Una descripción infalible y un reconocimiento indiscutible.

Aún con la ventaja, debido a la mala suerte que llevaba encima. Mi imán de accidentes volvía a actuar debido al afán de mis actos.

Tropecé entonces con otra señorita, acompañada de un grupo, que al caer, los demás la siguieron al suelo, como pinos de boliche.

Fue así, que me había metido en otra situación, en otro atraso. Aunque esta vez, no me moleste en quedarme observando e intente discúlpame lo mas ligero posible, con tal de alcanzar a la mujer que venia buscando.

—¡Carajo! Eso dolió, ¡idiota! ¿¡Adonde vas!?— gritaba la chica que empuje por accidente y de repente, sentí un agarre en el cuello de mi gaban, interrumpiendo mi rumbo y casi provocando que me tropezara.

—Lo lamento, enserio… gire a ver a las personas, con las manos juntas, en son de disculpa.

Eran unos jóvenes, con ropa de festival de color azul, o quizás ¿de algún equipo de futbol? No tenia la menor idea, pero creo que eran unos maleantes. Son fáciles distinguir.

La chica con la que tropecé previamente, se acerca con un rostro de molestia y un aire de conflicto en su ser. Tenia el manierismo de ser la que estaba a cargo.

—Ahora que te veo— exclamo la chica —no estas nada mal, lastima

Esta persona tenia una notable gorra roja, vestida de lado, con el logo de un escudo en forma de corazón. La ropa era mas grande que su cuerpo y tenia mallas en los brazos y piernas.

—¿Qué hachemos con él, jefechita?un joven obeso se acerca a nosotros. Escupía cada vez que hablaba, parecía tener Brackets.

—¿Ya le sacaste la plata divina jefa?Otro de ellos. Este le faltaba comida en el cuerpo, o solamente era así de escuálido.

Ambos eran igualitos a compañeros que tuve en secundario, por lo que intuí que eran muy jóvenes. Sobre todo por el caso de acné grave en el rostro del joven flaco. Él cuál lo tapaba con un flequillo de su cabello.

El otro joven era simplemente mórbido, grande y alto. Aunque le costaba hablar.

Por otra parte, la chica. La que tenia enfrente, llamativa con un toque varonil en su estilo de hablar y moverse, pero evocando un toque de feminidad.

A lo mejor, con tantos estilos, era evidentemente que me inspiraba a mas adelante vestirme de manera excéntrica.

—¡Estúpido!gritaba la chica, dándole un coscorrón en la cabeza al joven escuálido —si lo dices así tan directo, ¡deja de tener sentido chantajearlo!

La gente comenzó a notar los gritos de esta niña mal hablada, pero rápidamente volvieron a sus asuntos.

De golpe, la joven se acerco y jalo bruscamente de mi cuello. Con un movimiento violento, me acerco a su nivel, ya que parecía ser de baja estatura.

—¡Escúchame!— exclamo la joven, con una voz fuerte —no desprecio tus hermosas disculpas muñeco, pero mas te vale ir soltando la lana despacio y justo en mis manos. Que sea una buen cantidad. Despues de todo, un adulto como tu debe tener mucho dinero, ¿No es así?—La joven intentaba intimidarme, su rostro amenazante era forzado.

—Ahora bienla joven se acerco a mi oído y comenzó a susurrar te puedo enviar al hospital, a que acoplen todos los huesos de tu cuerpo en su lugar— exclamo la joven —¿Qué será, muñeco?

Ella se queda mirándome de manera intrínseca y en toda esta charla, me quedaba con una cosa que ella comento a mi oído.

¿Tenia super fuerza para romperme los huesos? Eso era posible, por lo que estos jóvenes tenían más experiencia que yo en el ámbito del combate cuerpo a cuerpo.

Había perdido mi tiempo en el ejercito y ahora, debía darme cuenta que la verdadera habilidad se encontraba en la calle, junto a un mal gusto de vestir.

Impaciente, viéndome contra la espada y la pared, se me hacia tarde. Pronto llegaría el vagón donde ella se subiría y otra vez, se esfumaría.

Recordé entonces, que Leone me había dado una paleta de agua, la cuál, guarde en mi bolsillo. Aún debería estar congelada debido al frio que hacia.

—Emm, mira niñaexclame — no tengo dinero ahora, pero… puedo ofrecerte esta paleta
Rápidamente al terminar mis palabras. Agarre la envoltura de la paleta y se la presenta a la joven.

Notaba que la chica no parecía sorprendida, su rostro se veía decepcionado.

—Además, es de piña, ¿no te gusta la piña?comentaba a la joven, cuyo rostro giro y volteo a ver a sus compañeros.

De repente, ambos jovenes detrás de ella se acercan a mi, a la vez que la chica me sujetaba del cuello del gaban. Cuando sentí un impacto en la parte de atrás de mi rodilla, haciendo caer de rodillas.

Seguido de un quejido de dolor, veo el puño del joven obeso sujetarse en el aire con fuerza y haciéndose cercano, con bastante agresividad a mi rostro.

—¡Puff!

El golpe me hizo escupir saliva, mientras caía al suelo.

La chica se acerca a mi y me patea en el estomago con toda su fuerza.

—¡¿Estás vacilándonos?! Una paletala chica continua pateándome. Dolía bastante — como si fuera una niña, ¡viejo!

—No soy viejorespondía a la joven, me costaba hablar con la anterior patada que me había propinado —apenas… tengo veinti…

—¡Cállate!grito la chica, pegándome de nuevo una patada.

—Bromean, ¿verdad?— pregunté en tono serio — si apenas se lastimaron—La joven, perdiendo los estribos, me agarro del cuello y le pidió a los demás que me levantaran.

Era tan pequeña, pero tenía bastante fuerza.

—¿Crees que estamos bromeando?— susurro la joven — tengo algo mas que patadas para ti si sigues molestándome—

La chica sutilmente extrajo de su pecho un pequeño objeto cortopunzante.

—Idiotas han muerto en esta ciudad y a nadie le importa. ¿Crees que si no me das lo que quiero, lo dejare así?exclamaba la joven.

Fue entonces, que ella, la joven me soltó, guardo devuelta el objeto en su pecho y comenzó a llamar la atención del publico en la estación. Extendiendo sus manos.

Ahora, todos los ojos del publico estaban en nosotros. Esto estaba muy mal. Gire entonces para asegurarme de que la mujer que venia buscando estuviera cerca y ahí me entere que nos venia observando desde hace un buen rato. Viéndonos de frente, siendo espectadora también de esta escena.

No deseaba quedar mal enfrente de ella, pero tampoco tener una opinión de ser una persona agresiva. Intentaba lo mejor que podía, frotándome la frente con la mano, deje escapar un exhalo de frustración.

Estaba apunto de arruinar mi oportunidad de hablarle, de conocerla. Sin embargo, no podía escapar, no ahora.

—¡Pervertido, este hombre es un pervertido!la joven comenzó a llamarme nombres y las personas alrededor solo se fijaban en ella.

¡Me toco y despues, me dijo que me empujaría su miembro! Es realmente asqueroso…—
se detuvo la joven maleante y volteo a mirarme con una pequeña sonrisa de malicia en sus mejillas—también se robo mi dinero, ¡dijo que compraría lubricante para abusar de mi pequeño culito!—

Me cubrí el rostro con mis manos, no se si era por pena, o que ya comenzaba a jugar esta niña con mi paciencia.

A pesar de semejantes acusaciones, las personas susurraban entre si y de la nada, volvieron a sus asuntos, ignorándola por completo.

—¿!Es enserio!? Gente, ¡vuelvan!la joven estrujaba sus brazos en signo de frustración, no podía creer que le estaban siendo indiferente.

—¡Una hermosa chica la están abusando y ustedes la ignoran!Ella comienza a gritar de rabia y de una vez, me tira una mirada penetrante.

Se encontraba bastante furiosa.

—¡Suficiente! Ya me haz hecho pasar bastante vergüenza la niña me señala, como si estuviera dando una orden — ¡A él!

De sorpresa, los dos jóvenes me arrinconaban abalanzándose contra mi para golpearme.

Sin darme cuenta, me dan en el estómago. Sacándome el aire.

Seguido de ello, él joven escuálido me golpea la boca con un puño frontal.

Mi cuerpo se desplomo, acompañado de un hilillo rojo saliendo de mi nariz. Despues, ambos comenzaron a patearme en el suelo varias veces, seguido de la chica con la punta del tenis directo a mi rostro.

El dolor era inmenso, pero tal como lo planee, la sutileza con lo que haría a continuación se atribuiría a mera defensa propia de mi parte.

Pensaba así, intentando hacer una conclusión de lo que intuiría ella de mi, en caso de que enviaría a estos jóvenes al hospital de primeras.

No, pensaba. Este era el mejor curso al que podía llevar esta situación. Dejaba que en esta estación de porquería me humillaran, me hicieran comer polvo y me zurraban a placer.

Despues, comprendería lo que haría. Simpatizaría conmigo al respecto o al menos, eso creía.

Fue así como el joven obeso, dispuesto a patearme de nuevo. Conoció la palma de mi mano, deteniendo a medio camino de mi cara su zapato, para despues, con la misma cadencia, me pusiera de pie boca abajo y con la punta de mi bota, empujara su cara en un espiral.

A continuación, impacte su cabeza contra el suelo y despues, deslice mi otra bota en su espalda, pateándolo hacia arriba. Seguido de eso, ya estando él en el aire, patee la parte de atrás de su cabeza y finalmente. Sin cambiar el paso, agarre su rostro con mi mano tan fuerte, que luego la empuje devuelta al piso.

El impacto fue brutal, pero no era suficiente para matarlo. Estaba ahora inconsciente, sin enterarse nunca de lo que paso.

—¡Eres un animal!— gritaba la joven — ¡vamos a acabar con él ya!

Ambos venían decididos a terminar conmigo, decididos a arremeter juntos contra mí para acabarme.

—Preferiría no tener que herir a nadie más, sobre todo a niños—
exclamé, limpiándome la sangre de mi nariz por los golpes de antes.

—Si, ¡que chulito que eres!al decir eso, la joven se lanzo al ataque con una patada lateral, directo a mi abdomen.

—Lentabloquee con mi hombro, resguardándome. Seguido de eso, la empuje de lado, apartándola.

Por otro lugar se aproximaba el joven escuálido, abriéndose paso directo con un puño a mi cara.

Fue entonces que esquive, agachando el cuerpo, a lo que el otro prosiguió a lanzarme otro golpe. Rápidamente vi una entrada y por lo lento que era su golpe, agarre su muñeca. Le empuje cerca mío. Torcí su brazo y a la misma vez que arremetía contra él, puse mi pie detrás del suyo y con impulso, provoque que se desbalanceara.

—¡Ah, ah , ah!el joven intentaba volver a balancearse, girando sus brazos como si fuera una especie de remo para no caer.

Sin darle tiempo para pensar más de lo debido, ya estando él curvado a punto de caer, le di directo con el codo en la frente. Haciendo que cayera, y al momento que sucedió aquello, lo patee en el estomago.

Pero eso no era todo, estaba la constante del problema. Ella, la niña ruda.

Estaba sudando, las gotas rebosaban de mi frente y el frio que sentí hace instantes, se disipo, pero el sofocamiento de tal clima aún seguía prevalente.

—¡Bastardo! ¡Ahora verás!—

La voz de ella llena de molestia, arremetía una vez más, tomándome desprevenido y pateando mi espalda.

Despues, vi como se lanzaba con ambas de sus piernas y sin esperarlo, mi cara estaba entre ellas.

—Te voy a tirar al suelo, ¡viejo pervertido de mierda!

La joven era estrujándome todo su peso, a la vez que me daba puñetazos que se sentían como aguijones en la espalda.

Finalmente, caí al piso, con ella sentada en mi cara. Posteriormente, para levantarse y volver a patearme con la punta de sus tenis en el rostro.

Una sensación de gozo me abundaba.

Bastante tiempo atrás, donde todas estas sensaciones de horror, confusión y miedo se entremezclaban en mi ser. Era la dieta diaria de todo soldado.

Aunque, era nuevo, como si conociera tal cosa, pero a la vez, fuera tan desconocida.

—Nada mal, para una niña ¿Segura no quieres la paleta y dejamos así?—La joven se estaba preparando para patearme, pero mi comentario hizo que se tambaleara de sorpresa de lo casual que me estaba disponiendo a la situación.

Ella gruñía y temblaba de rabia —¡Ya te dije, que no te burles de mi!

La comprendía, esto debía sentirse como si estuviera pateando una pared de ladrillos. No se caía, no se tumbaba, solo recibía golpe tras golpe.

No parecía del todo mal, a pesar de tener también los medio de usar algo que me pusiera a desventaja, como la navaja guardada en sus pechos, decidía no utilizarla.

Tantas patadas, donde un cuchillo facilitaría la situación. Quizás, era una clase de respeto por parte de ella, no sumida en un mundo de crueldad en su totalidad. La humanidad en Shushire todavía existía. Aunque fuese de esta manera.

Podía cubrirme del patadón de ella. Aunque algo me decía, que se estaba jugando su orgullo.

En sus ojos, ella presentía que le bloquearía como hice con su amigo. La patada que me daría simplemente era un amague, una trampa para intentar darme con su otro pie.

Sin embargo, apretando los dientes. Decidí recibir otra de sus patadas, así fuera directo al rostro.

Fue ahí que el impacto cedió y me acompaño el dolor, aquello que me inundaba el cuerpo ahora mismo, pero ningún quejido saldría de mi boca.

La mirada de ella, era anonadada. Ya fuera por mera inercia, intentaba darme con la otra pierna. Si no que al verme, hundido en mi propia sangre, se detuvo a medio camino de su siguiente golpe.

—Estaba… ¡Estaba segura de que lo pararías como hiciste antes! ¿¡Qué significa esto?!
Ella parecía frustrada, como si la hubiera ofendido por no detenerla.

—¿Satisfecha?exclame, mientras me levantaba.

La sangre se desbordaba por mi nariz, por lo que intentaba limpiarla con mi mano.

—¡Cállate imbécil y prueba patadas!—
gritaba la joven enfurecida.

Intentaba darme un remate. Sin embargo, le detuve la pierna. A lo cuál aproveche y agarre con fuerza su muslo y con impulso, le tome el hombro para girarla y ponerla de espaldas.

La tenia abrazada por detrás, arremetiéndola con mi brazo sujetando su cuello y el otro su abdomen.

—Detente yaexclame —perdiste, ¿eso es lo que querías no? Aparte del dinero

Esta chica nunca intento asaltarme o intimidarme. Eran todas provocaciones, esperando el oponente perfecto. Por nada sabia moverse así, ningún maleante malgastaría el tiempo aprendiendo a luchar. Las navajas y las armas de fuego son fáciles de conseguir en Wagos.

Asaltar de frente en una estación tampoco es muy coloquial.

—¿!Donde crees que me estas tocando!? ¡Hey, no perdí! ¡Estas haciendo trampa!

—Ya veo— me dije, soltando a la chica. A lo que ella gira bruscamente e intenta otra vez patearme de frente.

Rápidamente. Con mi muñeca pateo el lado de su pie que venia a dirección mía. Al hacerlo, agarro con fuerza el cuello de la camisa de ella y la estrujo, acercándola a mi.

—Aún así, te faltale comente a ella. Intentado con todo esto hacerle saber que se estaba metiendo con alguien por muy fuera de su nivel de habilidad.

El ejercito no era ninguna broma y estoy seguro de que para ella, el ser fuerte tampoco lo es.

Al mirar a mi alrededor, los transeúntes estaban pendientes de nosotros. Esta vez, no ignoraban la situación como usualmente sucedía.

Preste de nuevo atención a la chica, que se le había caído la gorra. A lo que sin darme cuenta, me agache a intentar recogerla, provocando que la soltara.

Ella se retrocedió vorazmente, pero esta vez no intentaba atacarme. Solo estaba furiosa y la observaba mientras levantaba su gorra.

—Tu gorra exclame, extendiéndole a ella para que la tomara — se te cayo

Sin gorra, me daba cuenta que ella tenia un cabello trenzado color oscuro, y una clase de brillo color morado alrededor de su cabeza, como si fueran polvos de fantasía.

Ella entonces arrebata su gorra de mi mano, gira y se la coloca.

De repente, el sonido de varios silbatos resonaron y al fijarme que era, la policía estaba subiendo las escaleras a dirección nuestra.

—Recordare tu rostro, ándate con cuidadola joven pateo a ambos de sus compañeros en el piso, lo cual hizo que despertaran, para luego pasar de mi, apartándome del camino.

Sin previo aviso, el vagón que abordaba la mujer que buscaba llego a la estación. Sin embargo, la calma estaba lejos de verse presente. Ya que la policía parecía venir a por mi también.

Gire a ver si la mujer seguía esperando. Cuando me di cuenta que me observaba, pero viéndose obligada a abordar el vagón, volteo y camino dentro de la cabina desapareciendo adentro.

No obstante, las puertas seguían abiertas. No tenia remedio más que escapar de la policía, si deseaba verla.

La gente alrededor se me quedaba viendo con admiración y al momento que comencé a correr con rumbo al vagón del monorriel, empezaron a aplaudirme.

¿Qué les sucedía? Me preguntaba, ¿tanto disfrutaban ver niños siendo apaleados por un adulto?

—¡Alla voy!— grité fuerte, apretando paso.

Tome rumbo, corriendo al vagón, mientras la policía me perseguía. Ahora era todo un delincuente.

Mucha gente se atravesaba y me veía sin más opción que empujar al siguiente que se me atravesara, pero para mi sorpresa, todos deseaban darme paso.

Juraba que estaban también impidiendo que la policía me siguiera, interponiéndose en el camino de ellos.

El vagón estaba por irse. Ya estando al borde de la raya amarilla, me impulse saltando para alcanzar así, entrar en el.

Pero ya con mi cuerpo entero dentro. Sentí la puerta del vagón cerrarse, atrapando mi tobillo y causando que cayera. Una vez más, encima de mi nariz.

Creo que me había desmayado, ya que todo ahora, era oscuridad.


—Desconexión, recuperando datos—

»Era en la noche que volvía a suceder.

¿Habría otro día que ver?. Quizás en algún momento lo sabre.

Encontrado en un mar de desesperación, donde su fosal carmesí de tono cálido. Aquella considerable suma proveniente de mi ser, destrozado con las heridas del ser siniestro, mirándome.

El estremecer que sentía me borraba de la existencia, obligándome a rehacer mi vida una y otra vez.
Miedo a lo desconocido me hundía al más profundo horror. No me preocupa por la hemorragia que se me había infligido, sino por la sonrisa malevolente del que causaba esto.

Me daba miedo su rostro, el guante que vestía el individuo frente a mi. Acabaría sin vida en pocos segundos, al igual que todos.
Juraba recordar, pero jurar era mundano, inútil.

El aura de su fuerza, el carmesí alrededor de su silueta. Apunto de impactarme con su ultimo aliento, y terminarme.

Si no fuera, porque te conocía. Juraría entonces, que despreciabas tu propia decisión.

Te atormentaba los recuerdo, pero no podía evitarse. Ya estábamos atrapados»

—Calibración completa, reanudando—


Empieza la vida

La transcendía del tiempo no parecía fluir.

Esto en lo que me veía bienvenido despues de la oscuridad, era un sueño. Uno muy extraño en donde solo yo, estaba arrodillado, rezando entre llamas que se difuminaban con el tiempo.

En una ciudad en ceniza, decaída se encontraba y no lo entendía. No comprendía del porque lloraba. Aún así, sentía una gran melancolía.

Aunque, esta clase de sueño desaparecía de mi vista. Sentía unas manos cálidas tocándome el rostro suavemente. Era gentil.

—Tu, ¿me escuchas?— una voz femenina llamaba por mí. Era aguda y con un toque de dulzura en ella.

Me sacaba de la horrible siesta. Abrí mis ojos y la vi. La persona quien estaba esperando.

Ojos azules, labios rojos y cabello rojo oscuro. Sería quizás lo más cerca que he podido estar a ella, observando.

Mas que la apreciación de la belleza. Era la curiosidad de su rostro, la familiaridad de su cara y sobre todo, a lo que venia en concreto.

Una fotografía arrugada de hace mucho tiempo que tenia guardado en mi gaban. Un día para otro, el contenido de esta me intrigo, al ver una imagen desconocida, una situación desconectada de mis recuerdos. Pero sin embargo, era real, porque ella lo era y yo igualmente.

Estaba boca abajo y me percate que estaba descansando en su regazo. Además de ella, los pasajeros de al lado me observaban.

—Eres el que peleaba con esos problemáticos de afuera, ¿no?exclamaba la mujer y por lo visto, limpiaba con un pañuelo mi nariz. Este quedaba empapado de sangre.

—Verdad, mi nariz. No, no te molestes en hacer esome levante de las rodillas de ella y me recosté en los tubos del monorriel.

Ella queda sorprendida por mi comportamiento y se levanta a la misma vez que yo lo hago.

Siendo honesto, al ponerme de pie, un ligero mareo me inundo.
De la nada, mire al suelo. La entrada estaba con una gran mancha de sangre.

—No parabas de sangrar, creía que te estabas ahogando. Así que te colocamos de frente y yo, pues, te limpie porque vi que lo necesitabas

Su expresión parecía estar calmada a pesar de la situación. Aún no sabía como estaba mi rostro, pero sí me dolía.

—No tuviste problema en abusar de esa niña de antes, pero sí en evitar la puerta de un vagón. Veo que enserio necesitabas abordar esta ruta— exclamaba la mujer, que ignoro mi incomodidad y limpio rápidamente lo que faltaba de mi rostro cubierto de sangre.

Me levanté del todo, parecía que todos me habían ayudado a acomodarme.

Veían con extrañez o curiosidad a mi persona. Hasta también escuchaba gente felicitándome en la muchedumbre por darles una lección al anterior grupo de jóvenes.

—Qué te puedo decir, no pensé que me atrancaría el pie en la puerta del vagón— exclamé, no estaba entre mis planes enredarme de esa forma.

Aunque era esta situación de ahora, o en la comisaria explicando porque estaba golpeando niños.

Ella se quedó mirándome el rostro, y una vez se detuvo, me entrego el pañuelo con el que estuvo limpiándome.

—Bueno, cosas que pasan, ¿no?me decía ella, mientras me entregaba el pañuelo asegúrate de tirar entonces esto en la basura por mí, ¿quieres? De nada

—Espera-por impulso, tome del brazo de ella. Ya que comenzó a dirigirse a la parte de atrás del vagón.

Tuve que detenerla. Ella sorprendida, voltea a mirarme y ahora que me daba cuenta, era un tanto alta.

Nuestros ojos se encontraban mientras permanecíamos en silencio, parecía una novela romántica del occidente.

—¿Sucede algo? No estarás planeando hacerme esos movimiento de ahorita a mi, ¿no?—
ella rio mientras soltaba ese comentario, pero sí parecía preocupada por mi reacción.

Seguramente intentaba no incomodarme, con mi repentino impulso de tomar de su brazo sin consentimiento alguno.

Fue entonces que solté su brazo y extraje la foto que tenia guardada. Con el propósito de despues de un tiempo, mostrarle la fotografía que me tuvo en dudas un buen rato.

Era una pieza, de una cámara vieja. Debido a que fue creada al momento que se tomo, era una analógica. Esas no se encuentran desde hace tres décadas.

El contenido de dicho material era una foto que plasmaba a dos personas, en un desierto.

Un hombre, el cuál era mi rostro y la otra, una mujer con el rostro de ella, que tenia ahora mismo, al frente mío.

Sonriendo, con uniformes militares. Aunque, no era un uniforme del cuál reconocería su estilo. De hecho, ninguna tropa del mundo usaba ese atuendo.

Tampoco recordaba haberme tomado una foto con ella, jamás en mi vida.
Mientras intentaba recordar más sobre mi vida pasada, notaba como los ventanales del monorriel pasaban por los grandes edificios del centro de Shushire, y se acercaba a Wagos.

—Quiero que veas esto y me digas, ¿recuerdas algo?empuje la foto cerca a ella para que la viera.

Sin embargo, para mi sorpresa, ella no estaba impresionada.

—Ya veoexclamo —querías abordar el vagón para mostrarme como hiciste con un IA una foto de los dos. Muy romántico, y no estas nada mal, pero así no se conquista a una mujer guapo

Ella comienza a girarse al otro lado para irse atrás del vagón.

—Solo quería saber si reconoces esta foto, ¿nos conocemos de algo?— pregunte, un tanto nervioso.

Ella se quedó mirándome con confusión. Quizás, en vez de yo analizar bien las cosas, fui parte de una broma de alguien, que por coincidencia, uso el rostro de esta mujer para confundirme.

Pase mucho tiempo inconsciente en el hospital para retirados de la guerra, recuperándome. Alo mejor, fue una broma de algún enfermero que estaba aburrido. Despues de todo, cualquiera puede usar esas IAs de las que hablan ahora.

Sea a lo que haya sido, fue todo un malentendió. Un vacío en mi pecho comenzó a agrandarse, no estando del todo convencido por esta versión de los hechos. Debía resignarme a aceptar que perdí un mes buscando la nada.

Iba a bajarme en la siguiente parada e ir a mi apartamento, a descansar.

—Perdona, debo estar incomodándote. Lo siento, adiósgire en rumbo a la entrada de la puerta del vagón, al lado del charco de sangre que deje, a esperar la siguiente bajada.

De repente, sentí que ella se devolvió y un pulso en mi hombro llamaba por mi.

—A lo mejor nos conocemos, no es una ciudad muy grandeElla sonreía, a la vez que me hablaba — o ¿estas haciéndome sentir mal para salir conmigo? — ella exclamó, cruzando los brazos, apoyándose contra la baranda, esperando mi respuesta.

Era obvio que no era lo que venia buscando. Debía decirle que era debido a esta foto. A pesar de ello, notaba cierta invitación por su parte, en sus ojos.

—Créeme, si te hubiera conocido antes, no te habría olvidado para nadame quede pensativo— ¡Ya se! pueda que me suene tu nombre, si me lo dices— pregunte.

Ella frunce el seño en duda. Despues me habla:

—¿No es de mala educación preguntarme primero el mío sin darme el tuyo? Mmm— ella se cruzo de brazos y hacia algunos gestos de estar un poco molesta.

— Es verdad…— exclamé. Parecía que hoy me comportaba peor que días anteriores. Aunque, no recordaba la última vez que tuve modales —me llamo Zokolo. Soy un o era mas bien, del ejercito—

Sin poder evitarlo, el tono de mi voz se apaciguaba. Era claro que no me gustaba presentarme, pero no tuve más remedio. Además, no tenia nada a mi nombre que lucir para que ella se sorprendiera de saber quien era. Por lo que evitaba al máximo las presentaciones por eso.

—Ya veo. Zokolo, peculiar… ella comentaba con respecto a mi nombre, me miraba de pies a cabeza —pero nada de ti sugiere que fueras un ex soldado. ¿No estarás intentado impresionarme? exclamo ella, mirándome con seriedad.

Bueno, no sabia exactamente como debía verse un soldado. Era verdad, entre el pelo largo y el bajo peso que tenia, se me podría confundir también con Leone, un vagabundo.

Era un pensamiento que no pensaba entretener y que a pesar del comentario de ella, me sentía a gusto con mi apariencia.

—Lo era, pero en realidad no debí traerlo a cabalidad, no es tan relevante. Tienes razón— conteste frustrado por la situación.

Ella frunció el ceño.

— Solo molestaba— exclamo ella y volvió a verme con una pequeña sonrisa. Al menos eso levantaba mi humor, ver alguien sonriendo por mis tonterías —te creo, por nada hiciste esos movimientos con ese grupo de antes. Escuche que eran bastante conocidos en la estación. Sobre todo la niña

Mientras ella decía eso, no podía pensar en una sola cosa del por que esa niña conflictiva de antes y su grupo era tan conocidos en esos lares.

Antes de poder retomar mis palabras, una figura se acerca detrás de la mujer que hasta ahora no conocía su nombre. Un joven con un uniforme de alguna universidad se aproxima. Tocando el hombro de ella, inicio su conversación con nosotros.

—Hola Michelle. Por fin te encuentro. Como no venias a la parte de atrás, creí que llegaste tarde al vagón o algo—

El joven entonces procede a conversar con ella. Su nombre por lo que escuche era Michelle, ella entonces voltea a mirarlo.

—Perdona Elimas, estaba hablando con él. Al parecer, esta intentado »caerme», como dicen los jóvenes— Ella exclama eso con toda la calma del mundo en su rostro.

El chico la interrumpe —¿Cómo dicen los jóvenes? Pero apenas tienes veinti…

Sin percatarme, ya habíamos avanzado dos paradas y estábamos cerca de llegar a Wagos. La persona se ve interrumpida por Michelle, que comienza a gritar.

—Debí haberme bajado hace dos paradas ya Elimas. ¡Me hiciste perder el tiempo!Ella comienza a regañar al él — puede que los jóvenes como tu no lo entiendan, pero los adultos andan muy ocupados

Fue ahí que ella se ajusta el abrigo y pasa su mano por su cabello.

—No es mi culpa que seas sonsa. Tampoco me haz presentado a esta persona El joven comienza a observarme a la vez que pregunta quien soy.

Tenia un aspecto un tanto peculiar. Cabello semi ondulado y corto, pecheras en los hombros de su saco y debajo del traje parecía tener otro puesto. Era bastante raro.

Su forma de hablar era un tanto pujante.

—No es »persona» Elimas, él se llama Zokolo. Dirígete con respeto a tus mayores, dios…ella regaña al joven y a pesar de no verse tan diferentes de edad, ella lo trata como si fuera su madre.

¿Era esto esas clases de relaciones? Ni siquiera sabia en que estaba pensado.

—Zokolo, ¿Zokolo?él joven entonces, repite mi nombre dos veces, haciendo que se me haga un tanto extraño su actitud — bueno, da igual. Un gusto, soy Elimas. Una clase de amigo para Michelle

Se escucha un sonido de disgusto por parte de Michelle.

—¿Una clase de amigos? Enserio Elimas. Vamos a la universidad juntosMichelle tenia una voz de frustración cuando le comentaba a Elimas su versión de las cosas.

Pero al verlo, por lo que analizaba, no le afectaba.

—Si como digas Michelle. Perdóname, es solo que no se hablar

Elimas pues descarta los comentarios de Michelle, como si no significara nada para él. Aunque quizás, se veía obligado a actuar de esa forma delante mío. Quien sabría.

—AjamMichelle exclamo, molesta —en fin, ya que termino las clases, quizás deberíamos ir todos juntos a tomar un café o un chocolate—

Cuando Michelle propuso esa salida, el rostro de Elimas no se veía tan convencido. A lo que Michelle abordo la situación, al notar que él no estaba tan intrigado por la invitación.

—Perdóname, verdad que tal vez tienes cosas que hacer. Con todo lo de tu padre y… tu madreMichelle exclamo en voz baja, pero no lo suficiente, por lo que logre escucharla.

—No importaexclamaba Elimas, su expresión parecía disgustada — de todas formas, recuerda revisar Wagos. Cero, cero, cero, cero, seis

De repente, me dio bastante dolor de cabeza. Parecido al de una migraña recorriendo mi cerebro. Supuse entonces, que debido a la gran cantidad de sangre que perdí, mi cuerpo necesitaba un descanso.

Las palabras de Elimas que comento anteriormente se hacían nulas a mi oído. Juraba haber escuchado algo, pero no fueron del todo claras

Lo peculiar de todo esto, es que Elimas parecía percatarse del estado en el que me puse cuando termino de hablar. Sus ojos me miraban con sorpresa. Despues, pasaron a disgusto o alguna clase de molestia.

—Ya veoexclamo él —quien lo diría. Hasta luego, Zokolo y Michelle

Parecía que me había perdido de una parte de la conversación. Ocasionado por el estado que estuve hace un momento.

Fue así que Elimas se bajo del vagón, y quedamos Michelle y yo en el siguiente destino a Wagos.

—En realidad, no me gusta mucho el café— comentaba Michelle, volteando a mirarme. Me hablaba de frente, se notaba la felicidad en esos ojos azules — ¿quieres acompañarme a comer pizza, Zokolo?

Sin entender su actitud. Recordaba aquella foto, no nos conocíamos de nada y claramente fue un malentendido de mi parte. Sin embargo, eso no la detuvo.

Estaba siendo demasiado amable y no evitaba preguntarme, que solo tal vez, ella sabia tanto como yo que lo de esa foto. Era una extraña casualidad, a niveles estratosféricos.

Aunque, eso no la detuvo. Ella se adelantó, no sin agarrarme suavemente de la muñeca e invitarme a salir del monorriel, junto a ella.

—Mejor no respondas, no se ve que tengas mucho que hacer. Igual que yo— suspiro Michelle — vamos, considéralo una de esas citas »flash» como dicen los jóvenes

No tuve mas remedio, que seguirla. Bajar de la estación, directo a Wagos.


Indistinguible afligido

Frio, no paraba el viento soplando aquel congelante frio. Deseaba pronto encontrar aquel lugar de pizzas.

Tendría entonces que ser un lugar que al momento de entrar, diera calor a mi cuerpo. Lo que más sufría era mi nariz. Despues de todo, seguía lastimada.

—¿Sueles venir mucho por aquí, ZokoloMichelle me preguntaba.

Estaba ella en las mismas, el frio se intensificaba en Wagos o quizás, era por esa posible tormenta que la temperatura empeoraba.

—Vengo aquí de vez en cuando a comprar chucherías— respondía a la pregunta de Michelle—y despues, inevitablemente, se las regalo a un vagabundo

La cara de Michelle era de sorpresa.

—Vaya, no sabia que Zokolo era una persona tan caritativaMichelle sonríe mientras terminaba de hacerme cumplidos.

Solo que ella no sabia que ese vagabundo, no me gustaba para nada y tampoco era caridad.
Era más bien, la clave para alejarlo de mi por un tiempo.

—¿Sabes Zokolo? Yo si no he venido mucho por aquí, pero ya que tengo compañía. Quizás no sea mala idea explorar todas las tiendas que podamos

Michelle decía eso de forma tan coloquial. Cual si paseáramos como una cita de verdad. No sabia que pensar, pero no me disgustaba. Hace tiempo no salía a lugares así con alguien con quien conversar.

—Ya se, llevo buscando hace tiempo uno de esos relojes que se usan ahora. Digitales, que tienen una IA integrada

A lo que se refería Michelle era un »Smartwatch». Por lo que sabia del tema, este grababa recuerdos de la persona, y la IA desarrollaba su personalidad con las cualidades del dueño. Aunque, no estaba seguro si esa información era del toda correcta.

—Eso, ya me decidí, acompáñame a comprar este reloj. Despues de todo, vengo ahorrando para ello y ya que estamos aquí

Ya no quedaba de otra, asentí con la cabeza confirmando que acompañaría Michelle en la búsqueda de este artefacto. Por lo que comenzamos a rondar en tienda en tienda.

Aunque este sitio era comercial, generalmente las personas no estaban regadas por toda parte en los recintos. Habían ciertas horas que se mantenían en un sitio, ya fuera en tiendas de ropa, chucherías o restaurantes.

Creería entonces, que debido a la soledad de las calles, se debía a que la gran mayoría de las personas se encontraban en los bares de Wagos. Resguardándose de la tormenta.

Igualmente, era soportable el frio y ya que ella me lo pedía amablemente, decidí ayudarla.

Fue ahí, cuando nos topamos con una tienda de accesorios. Era una normal de ventanas amarillas y sorpresivamente, estaba vacía.

Nos hicimos camino dentro de la tienda. A lo que él asistente nos saludo, le preguntamos por este artefacto, describiéndolo a detalle.

—¡Oh mira, esto también esta interesante!

Mientras le explicaba al asistente lo que quería Michelle. Ella estaba tomando con sus manos un clase de parrilla para hacer arepas, viéndola como si hubiera encontrado un tesoro.

Despues de un tiempo. Él asistente de la tienda nos mostro varios diseños de estos relojes. Solo para terminar con Michelle eligiendo el del color purpura.

—Lo último en tecnología. La gente lo adoro, y no por nada, pero es que son geniales. Es como hablar por fin con una persona honesta

El hombre se queda mirando su muñeca que también tenia un reloj de estos. Su mirada comienza a perderse en las nubes.

Ignorándolo, gire a ver a Michelle, la cuál se estaba probando el reloj y de la nada…

—Hola, soy Puffy, ¿Cómo te llamas?el cacharro se activa y comienza a hablarle a Michelle.

Ese tal puffy era un figura que sobresalía en la pequeña pantalla y era literalmente una botella de plástico de cine con ojos. ¿Esto era lo revolucionario?

—¡Ay! Me asusto, peroexclamo Michelle— es super bonito, ¿no crees? Michelle me empuja el reloj con la figura de Puffy en la cara, a lo que sutilmente aparto su brazo.

—Emm, no lo serespondía a Michelle, expectante de mi contestación — a lo mejor haya uno que se vea más bonito

—Eso es groserorespondió el cacharro llamado Puffy. Esa cosa tenia los ojos furiosos y me miraban fijamente — tu no me gustas

Era directo la figura en la pantalla con sus palabras. No tenia problema alguno entonces en expresar lo que pensaba. Quizás eso era a lo que se refería el asistente de la tienda.
El artefacto por lo que entendí, tomaba en cuenta en que diría su dueño en cierta situación.

Tal vez, en el fondo, no conseguía agradarle del todo a Michelle.

Fue así, que terminado aquí. Con Michelle pagando por el reloj y yo preguntándole al asistente de como silenciar a la IA, nos dirigimos a uno de los pocos lugares que Michelle conocía de Wagos.

Las pizzas de Willy.

El camino mas adelante era amplio, no parábamos de ver una que otra pareja por estos lugares, yendo de tienda en tienda.

Me preguntaba si en toda esta conmoción, éramos parecidos a dos personas, encajando en este ambiente, escondidos entre la muchedumbre, actuando como conocidos de toda la vida.

No negaba que, todo era muy repentino, pero tal vez, algunas cosas son así.

Las pizzas de Willy; un restaurante grande, con una peculiaridad…

Su decorado era bastante extravagante. Tenia pintado como logo el rostro de un anciano, y la resolución con la que ilustraron ese logo, dejaba ver hasta el mas diminuto poro de su rostro. Era un hombre de mediana edad sonriendo al publico, con gafas oscuras gigantes tapando sus ojos.

Detrás de dicho logo, se encontraba un espiral de color naranja, girando y dando vueltas.

—¿Qué sucede Zokolo? ¿No te gusta el lugar?preguntaba Michelle, con un tono de preocupación.

La mire y a pesar de mi sorpresa, tal vez solo era un poco de extravagancia.

Sonreí para no causar un mal rato entre nosotros.

—Un tanto… único, no me lo esperabaexclame.

Michelle rio, como si entendiera lo que decía.

—El dueño Willy es un amor, no lo puedes culpar. Entenderás. De todas forma, la pizza de aquí es la mejor

Fue así que al terminar de hablar, Michelle me arrastro adentro del restaurante, donde al pasar por la puerta, se escucho el saludo de un hombre. La voz era alegre y cantona.

Una vez dentro, no evite fijarme en lo que llamaba más la atención del lugar. Una bola de disco girando. Llenando el lugar con varios colores.

No era todo, había una pista en el centro de las mesas. Era un suelo de disco.
Mi conocimiento sobre esto era escaso, pero era difícil no identificarlo con solo verlo.

Había un karaoke y un oso de peluche gigante de por lo menos dos metros a la orilla de una mesa del antro. El decorado tampoco se quedaba atrás. Colores rojos y azules claros deslumbraban el lugar, con tapices de color negro en el techo.

Michelle tomo asiento. Concluía que ella ya había acostumbrado sus ojos a cosa semejante; así que decidí poner a descansar mi sorpresa y seguir el »flow».

—Tu cara es una maravilla ZokoloMichelle me intentaba hablar, parecía burlarse de mi —ya veras a Willy, y tal vez se te caiga hasta la quijada de la sorpresa

De pronto, un grito que me asusto se escucho aproximarse desde donde suponía, estaba la cocina.

—¡Oooooohhhhh yeeeeeaaaaahhhhhhh!el canto de un hombre se hizo escuchar, acercándose. Uno que al son de su voz, aparecía dando vueltas en monopatines. Un tipo con un traje de una pieza, de color blanca con una águila azul bordada en la aparte delantera.

Era ajustado y ceñido. Con pantalones de franja azul en los lados.

Por último, un cinturón azul, y un plateado que me dejaba ciego cada vez que la luz de la bola de disco se desplazaba por el recinto.

Me decía a mi mismo, que había terminado de describirlo en mi mente, pero algo que llamaba bastante la atención del sujeto era el cabello rubio plateado que tenia. Alto y voluminoso en la parte superior en forma de torta y una cola de pato por la parte de su nuca.

Trate de calmar la sorpresa que fluía en mi.

—¡El baile es la vida, sueña en grandez y por último, nunca dejen de sonreír preciosuras!

Gritaba el señor que al instante salto de una forma increíble, y al hacerlo, ejecuto una voltereta hacia atrás y de la nada. Hizo aparecer un jarrón con limonada y la puso sobre la mesa.

Al momento de completar sus piruetas, tomo varias cartas de poker en sus manos. Moviéndolas cada una de mano en mano. Despues de semejante espectáculo, se giro y volvió a mirarnos, arrojando las cartas a la mesa con lo que parecía era copitas de alcohol salteadas con chili a los bordes.

—No sean cruel con la bebida, un manjar se vive una vezEl hombre a pesar de su edad, mantenía una agilidad y carisma inigualables. ¿Quién era este sujeto?

Es verdad, Michelle me lo había dicho. Simplemente era Willy, y antes de entrar, me comentaba como era solo él.

Dicho por ella, que en su momento, se preguntaba exactamente lo mismo.

—¿Qué puede servirle hoy este viejo a esta dos personas increíbles? Sobre todo tu. Michelle baby

El hombre extrajo una libreta en la que anotaría nuestra orden y nos puso sobre la mesa un menú bastante pequeño.

Por lo que alcanzaba a leer en todo esto era. Pizza a la Willy, pizza especial de Willy, la especial de la casa de Willy, hamburguesas a la Willy, papas salteadas con Willy.

Voltee a mirar a Michelle y le pregunte:
—Listo, emm, ya que Michelle conoce el menú, ¿Qué recomiendas?

Michelle me miro con cierta felicidad en su rostro. Daba la impresión de estar pasándosela bien.
Sin embargo, siendo sincero conmigo. No entendía la razón por la que había llegado tan lejos con ella, ya que el motivo de encontrarla fue solo esta foto.

Metía las manos a los bolsillos de mi gaban, sacando la foto. Observándola por un segundo, para despues volver a guardarla.

Aunque no podía negarlo, también lo estaba pasando bien.

—Dame, la de Willy para dos. Por favor Willy
Fue así, que Michelle ordeno algo que no tenia ni idea de que era. Aún con esa duda, si ella prometía que era una buena pizza, definitivamente la probaría.

La situación era más adversa de lo que esperaba. El dueño Willy parecía bastante a gusto con Michelle y yo como su invitado.

—Ha sido un buen día, Zokolo. Apenas te conocí y parecería ser que te hubiera tenido cerca, desde siempreMichelle me miraba fijamente. Era verdad, debido a la situación que teníamos de extraños, cualquiera hubiera pasado un rato inapropiado. A diferencia de unos conocidos, cosa tal que no éramos, pero a la vez, lo practicábamos ahora mismo.

Había realizado con Michelle mas cosas en un día que en el resto de meses. Lo poco que recordaba era…

A pesar de que me estaba apunto de recordar acontecimientos de mi vida pasada en este tiempo. Podía jurar que a cada momento que intentaba hacerlo, se me escapaba dicho recuerdo.

—Sabesexclamaba Michelle — se que suena loco, pero tampoco he evitado pensar que tal vez, despues de todo y no porque intente »caerte» o algo por el estilo…

Michelle parecía apenada, intentado explicarme lo que pensaba de mi.

—Siento que te conozco, ZokoloLa mirada de Michelle, de repente, me producía nervios.

Intentaba recordar. La foto, su rostro, la comodidad con la que interactuábamos. Mas sin embargo, no lograba recapitular nada. Pero la familiaridad de su cara, aquellos ojos.

¿Quién era?

Sin embargo, antes de que la oportunidad me diera la razón de darme unos segundo más para esforzarme a recordar. Un fuerte estruendo se escuchaba en las afueras del restaurante y en un instante fugaz, varios vidrios salían estallados por una fuerza descomunal, a dirección nuestra.

Rápidamente volque la mesa en donde estábamos sentados, arrastrando a Michelle cerca mío.

Vi lentamente como una figura con una energía inexplicable se hacia presente entre los fragmentos. Había destruido la entrada principal del restaurante y todos sus cristales.

Al igual, observe como Willy se había caído con la pizza que traía en la mano, y rápidamente salto a buscar refugio dentro de la cocina.

—Se me ha agotado la paciencia
La voz del hombre que provoco esto se hizo escuchar. Era un tono familiar.

De repente, Michelle se fija por el borde de la mesa para identificar quien era.

—Es él exclamaba Michelle, desconcertada — ¿Qué esta haciendo?

Sin aviso alguno, Michelle se pone fuera de cobertura y se hace descubrir por el hombre que destruyo la entrada.

—¿Eres tu? Me suena tu voz, ¿eres tu Elimas, verdad?la voz de Michelle sonaba preocupada —¿!Que esta ocurriendo!? Acabas de destruir el restaurante de Willy

Ella se veía como que le inquietaba más el estado en el que este sujeto dejo el restaurante. En vez de si estaba del todo cuerdo en estos momentos.

Fue entonces que la persona se acerca, dando la posibilidad de reconocerlo fuera de todo el polvo que dejo detrás suyo.

No había duda alguna, era Elimas. Con un traje extraño puesto que transmitía lo que sin duda, era electricidad.

—Bueno, creo que ya no importa. Mengelbaum dejo claro que es tibio con referente a la situación de su querida esposaexclamaba Elimas, su voz era seria y su tono era frio, desconectado de toda emoción —Vengo a que me guíen a lo que necesito, pero solo necesito a uno. Michelle, ven aquí

Elimas entonces procede a estirar su mano, casi dándole ordenes a Michelle que la acompañe.

No podía permitir que esto sucediera, por lo cuál me aparte de la mesa que volque y empecé a acercarme a Elimas.

—Tienes que estar bromeando. Destruyes el lugar y vuelves para llevarte a Michelle

A continuación, a la vez que recitaba estas palabras, iba a agarrar la mano de Elimas. Pero al -intentar hacerlo, en el momento que toque su traje. Un corrientazo recorrió mi cuerpo, viéndome obligado a retroceder.

—No es como si hubiera querido que sucediera todo esto, pero no hay otra manera. Además, no vengo solo por ella. Tengo cabos sueltos de los que deshacermeElimas comienza a fijarse en mi. Mueve su cuello de un lado para otro. Supongo que me encontraba confundido con respecto a los motivos que tenia conmigo.

—Si me miras así, siento que te debo una explicaciónexclamo Elimas, en tono burlesco que importa si un juguete de MR Corp se entera tan siquiera de las cosas que pasan. De nada sirve y no aporta nada

Elimas frunce el seño con molestia en sus ojos cuando termina de pronunciar el nombre de MR Corp. Un laboratorio nacional y la distribuidora de fármacos más grande del este.

Sin embargo, a pesar de tener conocimiento sobre ellos, no se que se conexión veía Elimas para llamarme juguete de MR Corp.

Estaba sin palabras. Era obvio que esto no se resolvería solo hablando. Asimismo, no era mi estilo resolver las cosas conversando.

—No se lo pasa, pero he decidido, que te pateare el culo. ElimasExclame con un tono de voz que aludía a la confianza que tenia de hacerlo caer al suelo. Confiando en mis habilidades para hacerlo. Inclusive si extrañamente, estaba creando chispas de electricidad con su traje.

—¡No, Zokolo! Veo que esto no se tiene que solucionar como cavernícolasMichelle se interponía en el camino de ambos, tratando de detener la pelea que acabaría por ocurrir.

Las luces de la bola de disco se intensificaban. Por tanto, estaba convencido de que también se movían a mayor velocidad sobre la pista de baile. Los colores parecían más intensos, el tricolor de varios tonos cambiaban extremadamente rápido.

Presentía que la única manera de solucionar tal altercado, era si uno de nosotros caía al suelo primero.

De repente. Elimas comienza a acercarse lentamente y comienza a sacar algo de su bolsillo. Una clase de objeto con forma de batería que al presionar un botón, extraía una aguja.

Una la cuál, se inyecto directo en el cuello del traje. Ahí fue, cuando una reacción imprevista comenzó a fomentarse. Una cadena de rayos acompañaban a Elimas, los expulsaba con volatilidad del traje.

—¿Que.. que haces Elimas?Michelle se veía asustada. Por lo cuál, giro a verme, preocupada por lo que estaba aconteciendo — ¿Qué sucede…? ¿Puedes parar?

Al oír las palabras de Michelle. Elimas no se titubeo ni un segundo.
Momentos atrás recordaba en el vagón del monorriel. Asegurándome que eran amigos, no podía predecir que tal situación estuviera ocurriendo. Aunque, un inconveniente más se presentaba, el tema de lo paranormal de todo este asunto.

—Cero, cero, cero, cero, seisél sujeto comenzó a recitar unos números a todo pulmón y de la nada, mi cabeza comenzaba a doler.

Sin embargo, al observar a Michelle, note que esta se sujetaba la cabeza con angustia. Cayendo de rodillas al suelo.

—¡Aaaargh! ¡Detente!Michelle gritaba en dirección a Elimas. Tapándose la cabeza con sus brazos.

—No es nada personal o quizás, si. Odio todo lo que provenga de MR Corp, por lo que no tendré piedad alguna Elimas exclamo y de repente, hizo su movimiento.

Uno impredecible. El cual comenzaba con él, envolviéndose en electricidad y sin que me diera cuenta, sentí el golpe de una mano abierta dándome directo en la garganta. Lanzándome al aire e impactando con todo mi cuerpo contra las paredes.

Ya habiendo aterrizado al suelo. De rodillas, sujete mi cuello con una mano, sentía que me asfixiaba.

—¿Qué fue… eso… teletransportación?me preguntaba, al mismo tiempo que intentaba levantarme.

Al subir la mirada, vi a Elimas llevarse en los hombros a Michelle, saliendo del recinto. Solo para que minutos despues, volviera a entrar y marchando hacia mi.

—Levántate, monstruo

Elimas me levanto, agarrándome con una fuerza descomunal desde el cuello y despues, me lanzo a suelo.

Despues de semejante escena, otra vez sangre brotaba de mi. Esta vez, el origen de ello era mis labios. Comenzaba a sentir un jaque mate, la duda se me presentaba en mi mente. Era descomunalmente fuerte para realizar tal acción en contra mía, con tanta facilidad.

Aunque, no parecía tener de otra. Elimas, por lo que se ve, estaba dispuesto a matarme.
No sabia porque, pero algo si tenia en claro. Se había llevado a Michelle.

—No te hemos hecho… nadaexclamaba, costándome vocalizar mis palabras con el dolor en mi garganta y los labios reventados —devuelve a Michelle y… hablemos

Elimas reía al instante que termine de hablar.

—Te estoy haciendo un favor, no es que tu vida valga mucho o la de ella. Veo que te estoy antes es, salvando, por decirlo asíexclamo Elimas, sus palabras eran acidas y sus razones eran confusas.

—No te preocupes, una vez Michelle cumpla con encontrar el Exul, se reunirá contigo en la siguiente vida. Si es que la hay, para los juguetes de MR Corp

Por primera vez en tanto tiempo, sentía miedo y angustia. Aún tenia el valor en mi para luchar por mi y ella, que se encontraba también entre tantas incógnitas.

¿Era Elimas así de loco?

Sin pensarlo más, coloque mis brazos en frente, en son de lucha. Comunicándole a Elimas que estaba preparado para luchar contra él.

—Eso, así me gustaElimas comienza a sonreír — ¡Ven aquí!

Como si fuera una bestia con rabia. Elimas corría a dirección mía, con sed de sangre. Salto y desde donde estaba, volteo para impactarme con una patada.

Procedí entonces a bloquearla con ambos de mis brazos, pero al hacerlo, un flujo de corriente como el anterior, estrujo todo mi cuerpo. Provocando que me tambaleara. Por lo cuál, él aprovecho para comenzar a golpear la parte baja de mi abdomen con uno de sus puños y con la otra mano suya, golpearme el rostro.

Despues, estiro toda su pierna a tal punto, que lograba alcanzar a tocarme la frente. No dudaba que eso es lo haría y efectivamente iba a intentar hacerlo.

—¡AAargh!intente entonces tomar un respiro agresivo, suspirando todo el dolor de la situación fuera de mi sistema e intente agarrar la patada de Elimas que venia justo a golpearme la cara.

Sin embargo, al hacerlo. El mismo resultado de antes ocurrió, un corrientazo fluyo por mi cuerpo desacomodándome y generándome demasiado dolor.

—¡Aaahhh, aaaahhhhh!comencé a gritar sin poder controlarlo. El dolor se transportaba por todo mi cuerpo y las lagrimas de mis ojos comenzaban a sobresalir.

Era como si todo mi cuerpo se achicharrara.

—Umm, con que eso esElimas me patea el rostro y debido al dolor del impacto, me hace caer al suelo —no tienes habilidades, a menos que este cerca. Interesante

Decidí levantarme de nuevo. Esta vez, tendría que usar las piernas para atacarlo.

En mi cabeza entonces comencé a evaluar los movimiento de Elimas. Dándome cuenta que yo solo me estaba lastimando al colocarme físico con él. Sin embargo, pensaba profundamente en esta hipótesis, ¿era igual dentro de él?

No de forma extraña, sino…

Mientras pensaba en ello, se me ocurrió una idea.

—¿Ya te cansaste, Zokolo? No lo hagas tan fácil, te vi como te encargabas de esos mocosos de la estación

Concluyendo entonces con mi soliloquio. Entendí pues que esto tenia solo un rumbo. Saldría de esta y rescataría a Michelle. Despues, encontraría algunas respuestas.

Las cartas de póker pertenecientes a Willy se encontraban regadas por el suelo. Varios limones también estaban tirados alrededor y copas de vidrio con bordes de salpicados de chili. En ese punto, le hice una pregunta a Elimas directamente:

—Oye… Elimas, ¿manejas bien la bebida?
Él se queda confundido con respecto a mi pregunta.

—Ya estas balbuceando mierda. Debí de darte muy duro para andar preguntando tonteríasElimas exclamaba. Perdiendo la paciencia y acercándose de nuevo a arremeter contra mi.

—No te preocupes, no hay necesidad que respondas. ¡Pronto lo averigüe!

Con decisión, di un giro para acercarme a las cartas del piso.
Elimas al pillar mi movida, empieza a intentar golpear acentuando cada de sus brazos en puñetazos seguidos. Cosa tal, que esquive. Arrimándome a una pared, pegue rápido una de las cartas de poker en la punta de mi bota.

Me apoye entonces en la pared me incline justo para usarlo como catapulta y elevarme. Todo con el objetivo de golpear con la punta de la bota a Elimas.

—¡Joder!él al enterarse, suelta una grosería. Totalmente sorprendido con la acción que realice.

Le impacte en el pecho, y este parece haberle dolido, pero sabia que no era suficiente. Extraordinariamente, me di cuenta que estas cartas no dejaban que la electricidad de Elimas me afectara.

Aunque por desgracia, la carta se quemo, carbonizándose y haciéndose cenizas.

—¡Hijo de puta! Ahora veras…

De repente, Elimas se enoja y se aproximaba con más ganas de matarme.

Solo no debía tocarlo. Ahora, tenia que tomar del suelo los limones regados y las copas con chili.

Lo observe entonces, para enterarme de lo que seguiría por parte de él. Cuando caí en cuenta, que se podía teletransportar. Por lo que sin previo aviso, lo tenia de frente.

Viéndome entra la espada y la pared. No tuve de otra que usar mas de esas cartas y al momento que Elimas iba a rematarme con un puñetazo en el abdomen, me adelante a sus movimiento. Colocando una de las cartas donde predecía iba a impactar.

Esperándolo, el golpe se completo por parte de Elimas. Sin embargo, conocía que este no era el final de su asalto. Repetiría la secuencia de antes. Pegue con prisa una de las cartas en la parte frontal de mi muñeca.

Al tiempo que el enviaba su puño a mi rostro, era al segundo que se veía empujado por mi muñeca y antes de que la carta se carbonizara. Lo envié para atrás, desubicándolo. Golpeándolo rápidamente con la parte frontal de mi mano en su nariz.

—¡Aargh! ¿!cómo lo hace!?Elimas se estaba quejando, con una mano sujetándose el golpe que le di a su cavidad nasal.

Con el ritmo que iba fue así, que gire y antes de patear a Elimas en el pecho para apartarlo, coloque una carta en la suela de la bota.

Este se vio obligado a retroceder, pero no esperaba que a continuación, agarrara una de las mesas y se la lanzara con fuerza. Desplomándolo con todo el peso, derrumbandolo.

Parecía que todo había acabado. Veía la opción de correr a la entrada y buscar a Michelle para salir de aquí. Aunque parezca extraño, intuía que Elimas rompería esa mesa y se teletransportaría en mi camino, quitándome la vida. Como una especia de visión, de un momento importante.

—Debo completar… lo que planeeme dije a mi mismo. Tomaría los limones y el chili. Quizás, era la única manera de triunfar sobre Elimas.

Justo entonces me deslice en camino a los objetos que buscaba y en seguida. La mesa que use para golpearlo, se hizo añicos.

Sin embargo, sentía el alivio de tener los objetos en mi mano, ya que de garrafón, los tome en el momento oportuno.

Pero tal tranquilidad no duro por siempre. Cuando vi a Elimas impulsarse de una manera terrorífica con ambos de sus pies apuntando directo a mi estomago.

No pude detenerlo, me era imposible pararlo. La única manera que se me ocurrió de evadirlo, era saltar encima , recibiendo el impacto en mis piernas y eso fue lo que hice.

Con las fuerzas que me quedaban tome impulso. Colocando dos cartas en mis muslos frontales. Si tenia suerte, nada más el choque me lastimaría físicamente esa parte del cuerpo, evitando que me electrifique.

Fue así entonces que la sacudida me tensiono todo el cuerpo. La reacción de dolor se extendía. La velocidad con la que Elimas me había chocado era nefasta.

Aún así, recogí fuerzas. Voluntad propia para tomar del hombro a Elimas con la palma de mi mano cubierta por una de las pocas cartas que me quedaban. Al hacerlo, le rocié en los ojos un limón untado con chili.

—¡Ardeeeeeee! ¡Zokolooooo!Elimas se estrella finalmente contra una de las paredes y cae inconsciente. Por lo que veía mi oportunidad de escapar.

Pero resulta que mis piernas no respondían, se encontraban magulladas. Demasiado lastimadas.

En última estancia y solo en la pista de baile, no tuve de otra mas que arrastrarme a la salida.

—Michelle…¡Michelle!La llamaba, queriendo saber si estaba consciente para echarme una mano, al contrario de lo esperado, un silencio acompañaba mis llamados de auxilio.

Sin mas, continuaba arrastrándome, llegando a la entrada. Al asomarme a la esquinas del lugar con la esperanza de verla arrimada, nada se encontraba aquí. Cero rastro de Michelle.

—¡Michelle! ¿¡Donde estas, Michelle?!gritaba de desesperación. Quería saber si estaba bien, y si igual podía ayudarme, como lo hizo en ese monorriel. Pero concluía entonces que la ayuda no vendría.

Varias sirenas de policía se escuchaban lejos, aproximándose. Quizás el dueño, Willy, hizo una llamada a emergencias.

A pesar de que comprendía que la ayuda llegaría pronto, no conocía el paradero de Michelle. Debido a ello, me olvide de esperar, no me interesaba si no podía caminar.

Me arrastraría, hasta encontrarla. Solo una cosa que añadía al repertorio de obstáculos en esta noche. La tormenta de frio se hizo camino a Wagos, nublando todo alrededor. Haciendo imposible la visibilidad.

—Eso no importaexclame — debo encontrarla

Movía mis brazos, dándome camino por el asfalto. Tropezando con las esquinas de las vías peatonales. Se distinguía el color rojo, amarillo y verde de los semáforos por el brillo que propagaban.

—Michelle, ¡Si me oyes! ¡Ya voy en camino!
Gritaba al olvido, al oído de la tormenta.

Mi cuerpo entonces comenzaba a congelarse y de repente, la fotografía de mi bolsillo cae y antes de que se fuera con el viento, la empuje al suelo con uno de mis dedos, evitando que se me perdiera.

Fue ahí que alce la foto, para verla con mis ojos por undécima vez. El rostro de Michelle, estaba manchado de negro, era irreconocible.

No comprendía lo que sucedía, pero si tenia claro, que era el fin. Cuando de la nada, las pisadas de una persona se comenzaron a acercar a mi.

—Hola, mi buen amigo Zokolo. Cuanto tiempo, bueno, en realidad solo ha sido unos días, pero te he agarrado un poco de cariño en este corto momento que compartimosUn sujeto estaba hablándome, a la vez que tiraba de mi, arrastrándome a algún lugar.

Cuando levante la mirada, me di cuenta que lo conocía, era Leone el que me llevaba a rastras.

—Bueno, sabia que terminaría así. Era cuestión de tiempo, pero eres un bastardo con suerte Zokolo. Localice el Exul y esta cerca. Solo falta que pongas esa linda mente tuya a dormir y dejes que papi Exul te cure. Como un puto monstruo

Leone hablaba lo que se oía como incoherencias para mi.

—Lo primero, es evitar que te muerasexclamaba Leone, teniendo dificultades arrastrándome — despues, atrapare a ese maldito mocoso, ya lo veras Zokolo. No que lo haga por ti, son ordenes del jefe. Pero si quieres, te puedo decir que lo hago por ti

Leone suelta una sutil carcajada.

El frio comenzaba a tomar posesión de mi. Sentía el peso de mi cuerpo disiparse y los ojos me pesaban.

—Duerme y cuando despiertes Zokolo. Estarás tan radiante, como culo de bebe

Las sombras me inundaban, era yo dentro de la tormenta. Apunto de ser absorbido, por la completa oscuridad.

Ayúdame, Dios.


La vida se reinicia

El cuchillejo. La voz de aquel sujeto que caminaba por la sala. El temblor de producía su tono voz y lo que vendría despues, para siempre quedara grabado en mi mente.

Él monstruo de aquel día que desato todo lo que acontece en mi vida. Mi difunto padre.

La persona que llevaba desaparecida de mi vida durante un largo tiempo. Ausente. Tal como debía quedarse.

No se me olvida el golpe fino, la cantidad de maltrato. El ardor que se presentaba en mis mejillas al recordarlo todo. Ni siquiera desaparecía la sensación, tras de que ya pasó un largo tiempo.

Paso igual, es este tiempo. Atrapado en el baño de la cárcel, observándome en el espejo y limpiándome el rostro. Mientras hacia todo esto, un guardia me esperaba impaciente al otro lado de la puerta.

Tenia pues, una cicatriz desde la barbilla. Atravesando el puente de mi nariz, llegando hasta la parte superior de mi frente.

—No es una expansión que me guste mucho, pero ya que

Me encontraba hablando solo. Al unico que le importaba escucharme.

—¡Hey! Señor guardia gritaba para que la persona de afuera me escuchara — a lo mejor una enfermera pueda ayudarme. Esto necesita puntos

Silencio, solamente silencio por parte de él.

—¡Hey!volví a intentar llamar al guardia — Señor guardia

Sin ningún aviso, un golpe estremece a la puerta del baño.

—¡Usa rápido el maldito botiquín!era el guardia, subiendo su voz, de manera molesta — ¡Debes solo tomar la gauza, las curitas y envolverte la maldita cara!

—¡Sé hombrecito niño y apúrate! Voy a salir tarde por culpa tuya

Este guardia tenia poca paciencia. En parte le comprendía, aquí, pasando su tiempo con un busca pleito el cuál, no se esperaba un navajazo en el rostro.

No querían atenderme, ya que no llevaba tanto tiempo en la cárcel y según la administración, comentan no tener el suficiente ingreso para permitirse demasiado suplementos médicos.

Estaba seguro entonces, que los guardaban a los seniors del lugar, los cuales les caían bien a ala alcaide de este vertedero.

Todo esto era culpa de Kamil, y sus apuestas dentro de la cárcel.

Sin alternativa alguna, agarre el botiquín viejo y lo destape. Estaba lleno de polvo y la gaza tenia un aspecto de estar vieja.

Por lo menos, se encontraba una pequeña botella de alcohol entre su contenido.

—Quizás esto haga que no se me infecte esta cosasusurraba, tocando con la punta de mis dedos la herida.

Mi cara no era la más guapa. Tenia una expansión en mi ceja y en mis orejas. Tal vez, esto le añadía aún más estilo. Pero dolía con el tacto, juraba que era carne abierta.

Todo esto por una pelea. Si no hubiera retrocedido, de seguro me lo hubiera clavado en el estomago. Pensaba, trayendo a cabalidad los eventos de antes.

—¡Shizu!otra persona se había aparecido, pero la voz de este guardia, si la conocía.

Tocaron suavemente la puerta del baño tres veces.

—La alcaide requiere de su asistencia a la oficina , ¿ya acabaste ahí?

De repente, se escucharon susurros y los pasos de alguien comenzaron a alejarse.

—Te estoy esperando. No me hagas estar aquí mucho tiempo, Shizu
Habiendo él terminado sus palabras. Roció un poco de alcohol sobre la herida. El ardor era horrible, pero lo ignore, quejándome un poco. Envolví finalmente, la gauza alrededor de mi rostro.

Me vi en el espejo, parecía una momia.

—Ya, ya salgorespondía a la persona que llamaba por mi. Abriendo la puerta del baño, ahí lo vi, era él.

El único guardia que ha sido amable conmigo desde que llegue a este basurero.

—Te diría que te alejes de los problemas, pero parecen buscarte a ti. Sobre todo si andas con Kamilexclamaba el guardia, su nombre era James.

No conocía nada de él, pero no importaba. Solo sabia que era un guardia.

Se había enterado de la riña en el patio, donde hacían juegos de apuesta los prisioneros como yo. No era permitido, pero los guardias estaban de acuerdo que nos mantenía entretenidos.

Eso, si ignorabas que también, existen sujetos que son como una chispita. Explotan de malgenio una vez pierden y te hacen esto que me paso.

Te intentan quitar un ojo.

—¿Otra vez se puso Kamil a faltarle el respeto a alguien?pregunto James.

Suspire frustrado — ¿Quién sabe?asentí — Kamil tiene una boca acida, no sabe hablar

Fue entonces, que james comenzó a caminar, pidiendo que lo siguiera.

—Bueno, en fin. La alcaide parece tener algo que decirteexclamaba James, mientras le seguía el paso.

Recorríamos un corredor que llevaba a las escaleras y despues al tercer piso. Donde estaba la oficina del alcaide.

Sin embargo, nada deslumbraba en este sitio. Todo era color gris y pintura de color beige desgastada.

James gira su cabeza, mirándome de reojo —Al parecer, mañana ya sales

James me da las noticias, de una forma casual. Aunque al verlo, se le veía cierto alivio en su rostro.

Estaba seguro que en el mío también, pero por las vendas no se notaba.

—Es… genial escuchar eso, creo… exclame, intentado parecer a gusto con la noticia. Cosa que era cierta, pero cierta duda resurgía en mi, una preocupación.

Lo pensaba y se venia a mi cabeza el tiempo que estuve en la cárcel. Seis meses, complete ese tiempo, encerrado por algo que no hice. Esa era mi preocupación, salir sabiendo que se me tomo como un cómplice. Él culpable, de algo tan asqueroso.

Violación.

—Aquí te dejo ShizuJames se detiene y señala la puerta que daba entrada a la oficina del alcaide. Habíamos llegado, y ni cuenta me di.

Era por estar perdido, pensado.

Mire a James y asentí con la cabeza, caminando a la puerta. De alguna forma, sentía que le debía un gesto de agradecimiento.

De la nada, la voz de James me detiene y me giro a verle.

—¿Aprendiste algo mientras estuviste aquí, Shizu?James pregunta. Aunque no sabia como responderle.

—Yo, bueno, eso…intentaba responderle la respuesta a James, pero me tropezaba en mis palabras.

Él entonces sonríe levemente.
—Él tiempo es solo eso Shizu. No dejes que te atormentes por eso. Haya afuera, encontraras las respuestas que buscas

Con esas palabras, James se retira del lugar.

Llame a la puerta, esperando que la alcaide me diera la orden de entrar.

—¡Ya llegaste Shizu!me hablo una bocina al lado de la puerta —Pasa cariño, mamá esta dichosa de verte pastelito

El sonido de la puerta me sugería que podía entrar. Al hacerlo, vi de nuevo la oficina de ella. Cubierta de estantes para libros, medallas y una mesa con centeneras de libros regados.

Al fondo estaba ese cristal, el que desde abajo del patio. Donde ella observaba. Ventana del tamaño de una persona. Ella se paraba a admirar su cárcel.

Despues estaba la persona. Alta, con un traje que le llegaba hasta las rodillas. Sin embargo, ella se encontraba de espaldas, pero no por mucho, ya que al notar que me había hecho camino a la oficina. Giro a verme y se acerco a sentarse a la gran silla que tenia cerca a su escritorio.

La veía de frente entonces, distinguiendo su cabello tinturado de morado, con una boina azul en su cabeza. Sus ojos los tapaba unas gafas estilo piloto, cromadas de negro.

Ella era demasiado alta, parecía tener bastante musculo debajo de ese uniforme de guardia que vestía.

La alcaide entonces con un sutil movimiento de su mano, me pidió tomar asiento. Despues, llego con un vaso de cristal que coloco al frente mío y seguido de eso, dejo que el liquido de una botella se vertiera en el recipiente.

—He de decir, que el tiempo paso volandoella exclamaba, con tristeza en su voz, pero no sabia si era fingida —fue la tarde mas triste que he tenido, darme cuenta que pronto de iras dulzura

—Veo que por lo menos, te iras con un pequeño recuerdo de nosotros la alcaide apunta con su dedo a mi cara. Estaba señalando el vendaje de mi rostro.

—No tendría esto puesto, si hubiera podido ir a la enfermería
Exclame en respuesta a los comentarios de la alcaide mientras observaba una hoja reposada en su escritorio.

Una especia de orden de salida. Firmada por Cahir Salomo.

—Lo siento mucho Shizu. Es solo que no me alcanza para todos mis demás bebes. Sin embargo

La alcaide se pausa. Se acerca a una punta de su escritorio, reposándose encima, muy cerca a mi.

—A veces, un poquito de motivación, podría cambiar mi opinión cariño Ella al terminar sus palabras, alza su pierna. Sube un poco la falda y despues, revela una se sus piernas vestidas de medias veladas negras.

La pierna de la alcaide estaba super tonificada. Me preguntaba si yo podía llegar a tener las mías de esa forma.

Ella entonces se queda mirándome con una sonrisa. Sin embargo, no entendía que esperaba que yo, le digiera a continuación.

—Ummla alcaide exclama — toca dejarlo madurar un poco más

Sin entender nada, me fijo como ella se devuelve detrás de su escritorio y empuja la hoja que venia observando y la acerca a mi, junto con un esfero.

—Todo esta listo para tu salida hijo. Tu guardián vendrá por ti mañana. Firma aquí y puedes volver a tu celda

Tome despues el esfero y escribí mi nombre en el papel, intentado alejar mi firma de la él. Tal vez, una vez fuera y antes que él me reciba, pueda salir corriendo al otro lado, perdiéndome de su vista.

Era buena idea, pensaba. Así no tendría que hablar con el maldito de Cahir.

Curiosamente, la alcaide se quedaba viéndome fijamente. Observándome, estaba quizás, pensando algo sobre mi.

—Dimeexclamo la alcaide, rompiendo el silencio entre nosotros —¿si lo hiciste?

Ella me hace una pregunta, que no consigo entender.
—¿Qué cosa hice?seguí las palabras de ella, intentado comprender el sentido de su pregunta.

—Ya sabessusurraba la alcaide — meterte debajo de las piernas de la sobrina de Cahir. Probar un poco de esos jugos juveniles

Al comprender las palabras de la figura que ahora estaba enfrente mío. No evitaba sentir disgusto al tocar el tema.

—Creo que no. Tal vez eres eso de los que prefiere mirar. Despues de todo, la violaron varios al tiempo. Aunque no te veo capaz de participar, eres muy verde
Las palabras de la alcaide hacían eco en la sala y una sonrisa comenzaba a construirse en su rostro.

—La investigue. A esta chica Kai. Buenas curvas, juventud, belleza natural la alcaide seguía escupiendo sus palabras. En mi mente, comenzaba a formarse varias formar en como, ella, podría morirse en este instante.

Pero no podía hacerlo, debía salir. Presentía pues, que me estaba provocando.

— Tus amigos debieron haberse divertido. Imagínatela, ella siendo empujada por delante, y detrás. Los ojos llorosos de ella con sus labios envolviéndose a la fuerza en la…

De la nada, sin poder aguantarme el arranque que sentía dentro de mi, fluyendo de forma violenta. Me levante de golpe de la silla.

La expresión de la alcaide, que hasta ahora jugueteaba conmigo, se torno en una de sorpresa y desconcierto.

—¡Ya he terminado de firmar! ¿¡Seria tan amable de dejarme retirar, señora alcaide!?
Agache mi cabeza, solicitando que ella me dejara ir. Mientras mordía mis labios debajo de esta gauza, probaba la sangre que estaba desbordándose de mis labios por la fuerza que ejercí al morderlos.

—¡Ay! No eres nada divertido Shizuexclamaba la Alcaide, agudizando su voz, como si de una niña se tratara —Claro, ya puedes volver. Ve, que la vida de acompañe y cuanta mierda mas, blah, blah

Ella se sentó. Giro la silla, dándome la espalda.

Cuando el sonido que indicaba que la puerta ya podía hacer abierta. No titubee ni un segundo en abrirla, saliendo de golpe del lugar.

Camine, sin mirar nada. Desgarrando la venda de mi rostro. La sensación de frio recorría mi rostro mientras entraba el viento por las paredes de carne, como una abertura.

Recordaba a Kai, llorando. Seguía entonces probando la sangre en mi boca, limpiándola con mis manos.

La sangre, era lo que había en mis manos.

Sin darme cuenta, mi camino me trajo directo a mi celda. La abrieron y con ello, entre a echarme una siesta en la cama vieja donde estuve durmiendo por seis meses.

Cerré los ojos, dejándome llevar por el cansancio.

Ya dentro de mis sueños. Volvía a ese lugar, tirado en el suelo, con la visión borrosa. Quería olvidar, deseaba olvidar.

Sin embargo, los sonidos de ella eran imposibles, no lograba volverme sordo en mis propios sueños, en las pesadillas.

La estaban sujetando, abusaban de su inocencia. Mi maldito cuerpo no se movía, el golpe que me habían dado para detenerlos me dejo por un instante, parapléjico.

Llovía, el rostro se me empapaba, y los gritos de lloro eran más claros que las gotas cayendo del cielo. Ellos, la estaban violando cerca de mi.

Para mi todo era borroso, pero cerca del rabillo de mi ojo, veía un rojo siendo mezclado con la lluvia, desapareciendo por un pequeño ducto instalado en el suelo.

Al otro lado de mi, estaba él. Arrimado en una esquina, temblando de miedo.
Extendía mi mano para pedirle que me ayudara, que ayudara a Kai. Sin embargo, él, la persona que conocía como Paolo, no se dignaba. Se escondía más detrás de la caneca de basura y tapaba su boca con una mano.

De la nada, un estrujo comenzaba a molestarme y se hacia fastidioso. Cuando la textura de unos labios empezó a darme una sensación de escalofríos en la frente.

Fue ahí, que desperté de golpe, manoteando por todas partes y con el cuello sudado.

—¡Buenos días, bello Shizu!
Era Kamil, en frente mío, el que me había dado un pico en la frente.

—Pensé que hoy, quisieras recibir uno de esos besos de buenos días que las parejas danKamil me mira de frente y empieza a reír —ya que pronto se ira mi querido y especial amigo

Cuando termina esas palabras, Kamil se recuesta al frente de la pared de la celda y comienza a mirarme, todo mientras empieza a cruzar los brazos.

—Jum, tremenda decoración te dejaron en la cara. Parece un garabato de preescolarKamil soltaba comentarios sobre la cicatriz que tenia.

—Gracias a quien…exclame, sentándome en el borde de la cama.

Kamil intenta decir algo, extendiendo sus manos al frente. Pero por algún motivo, se detiene, el monologo que tenia preparado se ve interrumpido.

—Iba a decir que tal vez »Shizusito» si tenga razon…él exclamo, usando un diminuto que había inventando conjugando mi nombre — aunque, esos hijos de puta venían directo a por ti, no por el dinero—

—Debe ser por lo que estoy apunto de salir de aquí respondí, a la vez que estiraba los brazos —ya todos se enteraron y eso es así, te tratan de provocar para que cumplas más tiempo, tu lo intentaste en su tiempo conmigo

Debido a Kamil, me vi obligado a cumplir dos meses más en la prisión. Todo porque meses atrás, quería robarme mi almuerzo.

Por lo cuál lo martille contra el suelo de un golpe y me le robe el suyo. En cierta manera, fue mi culpa.

Kamil se subió a su cama que estaba arriba de la mía. Giro con la cabeza quedándole boca abajo, para seguir conversando.

—A lo mejor también te tiene un pastel de bienvenida tu papi el detectivecomento Kamil con una sonrisa.

No me acostumbraba a lo molesto que llego hacer desde que entre a esta celda por primera vez. Sin embargo, él era extraño, parecía esconder algo. No solo lo fuerte que lograba ser. Comprobado por mi cuando intente robarle el almuerzo el segundo encuentro que tuvimos. Me demostró la gran diferencia entre nosotros.

Deseaba no recordarlo.

A pesar del conflicto, uno se acostumbra cuando duerme junto a la misma persona por seis meses. Lo que jamás supe fue, del porque estaba cumpliendo tiempo en la cárcel.

De todas formas, teníamos una relación en lo que llevamos de tiempo conociéndonos de enemigo a amigos, por decirlo así. Después de todo, su aspecto de matón era intimidante para los demás presos.

Tres cicatrices en el rostro, dos en los labios y uno pequeño en la barbilla. El color de su cabello era verde con rubio. Por cierto, ese tatuaje de una cobra o serpiente que tenia en el cuello, era difícil de ignorar.

—No lo creo. Si me escupiera, ya seria un milagroexclame, pensando en que haría Cahir o porque querría verme devuelta.

Despues de todo, al recordar, fue él. El cual me hizo los cargos de cómplice menor, llevándome preso.

—Eso depende de si la vuelves a cagar afuera, Shizusitocomento Kamil —por lo que veo, debes dejar de desmayarte en los momentos más importantes

Kamil hacia comentarios sin gracia. Todo para sacar una reacción de mil, aunque de eso ya la alcaide me había dado bastante.

—Quizás cuando salga. Por mensaje de texto te diré lo grandísimo hijo de puta que eres Kamilexclame — pero seguro nunca te llegue, ya que no tienes celular

Kamil soltó una carcajada — Con tal de que pienses en mi allí afuera. Me basta y me llena

Él empieza a mecerse de arriba abajo, estaba jugando.

—No molestes más, voy a intentar dormirTerminando pues con mi palabras, seguro de que esta vez descansaría apropiadamente. Me eche a dormir.

Me parecía que esta vez, si descansaba relajadamente. Sino que, la realidad, tiende a transformarse en un juego de dañar el momento.

Un fuerte estruendo, el sonido similar al de una explosión se hizo escuchar por fuera.
Desperté de golpe de mi cama, colocándome de un tirón de pie.

—¡Vino de afuera! ¡Todos, quédense tranquilos en sus celdas!
Un guardia comenzó a gritar, golpeando los barrotes con una porra.

Los demás presos estaban preguntándose y gritando que sucedía. Hasta que uno menciono a ver escuchado tal estruendo provenir del patio, al lado de las canchas.

De repente, el chasquido de disparos se oía desde el mismo lugar donde se origino la explosión de antes.

Sin nada que hacer, me trepe para saber como estaba Kamil, pero su cama estaba vacía.

—¿Cómo? Donde esta Kamil, ¿salió?
No estaba el payaso. Mi pregunta era, ¿en qué momento salió y del como?

Fue que decidí acomodarme arriba de la cama de Kamil. Levantarme para ver desde la pequeña reja que apuntaba al patio.

El espectáculo de afuera se veía más que claro. Una explosión que reventó una de las paredes de la cárcel. Trayendo consigo una camioneta que parecía estar blindada. Parqueada, con sujetos disparándole a los guardias que se acercaban y en el suelo, un preso tirado en el suelo.

Ese preso, es similar Kamil.

Rápidamente me baje de un salto de la cama. Una vez en el suelo, pretendía llamar al guardia:

—¡Oiga! ! Kamil, mi compañero de celda! ¡Se encuentra allí abajo!

Comencé a estrujar los barrotes, y sin darme cuenta, empezó a abrirse.
Toda esta situación era muy extraña.

Sin pensarlo, abrí mi celda y comencé a escurrirme por los pasillos. No había un solo guardia vigilando. Pero a pesar de ello, los presos se daban cuenta de mi presencia.

Entre gritos pidiéndome que los sacara o insultos. Logre salir de la capilla de celdas, para adentrarme al corredor que me tomaría directo al patio.

Decidí entonces caminar por la mitad del corredor. Era un corredor cualquiera, solitario. Al mirar a mi alrededor, me fije en una sala donde se resguardaban unos guardias. Notaron ellos mi presencia al acércame, pero no querían hacerme nada.

Unos estaban arrodillados. Al parecer, estaban heridos de bala y usaban este punto para curarse.

Cuando menos me lo esperaba. Escuche la voz de James llamar por mi.

—¡Shizu! ¿Qué haces aquí? Saliste, pero ¿Cómo?James estaba sin palabras, me veía de arriba para abajo. Yo al igual, comencé a ver en que estado estaba. Por fortuna, no veía herida alguna en él.

Las preguntas de James me las hacia por igual. La puerta de la celda, Kamil no estaba. La respuesta no se presentaba ante mi.

—La celda, simplemente se abrió. Vi a Kamil afuerarespondí a James —¿Qué diablos sucede? Hay disparos afueras, heridos…

James gira su cuerpo en dirección al final del corredor, que lleva a la entrada al patio.

—Es Kamil. Se escapo, los guardias se enteraron y justo cuando lo iban a atrapar. Ocurrió lo que oyeron todos, una fuerte explosiónJames continuaba exponiendo los hechos que llevaron a este dilema a mi.

Agarro mi hombro despues, mientras seguía hablando.

—Presiento que vas a ir allá a ayudar a Kamil, pero los locos de la camioneta, presiento que vinieron por él. No le han disparado ni una sola vez. Sin embargo….James se pausa — él no se puede mover del suelo, una lluvia de balas le rodea

La explicación de James sugería que Kamil estaba en peligro y que los guardias están luchando con armas de fuego a los intrusos.

—Iréexclame — si Kamil me escucha y son compañeros de él. Hará que paren

Antes de seguir mi camino, James me detiene.

—Eso es ridículo Shizu, para empezar James pausa sus palabras y se acerca, colocándose al lado mío — Kamil esta loco, no creo que le importe si vas o no

Comprendía las palabras de James. Kamil a ojos de los demás, se veía que no le interesaba nadie. No obstante, sabia con certeza, dentro de mi, que no era como se intentaba retratar.

Las razones del porque era un preso las desconocía. Tanto sus motivaciones, como su vida. Aunque, al pensar en estos seis meses y el día de hoy. Se venia a mi mente ese suceso, la navaja de hoy que me rajo por primera vez el rostro. Recordando que por instante, iba dirigida por segunda vez a mi estomago.

Sino hubiese sido por Kamil que estuvo allí y detuvo el sujeto esa tarde. Esto seria otra historia.

Siendo Kamil, él primero en llamar a un guardia para que me ayudara. Mas sin embargo, internamente aseguraba que no era la primera vez que las intensiones de Kamil, llevaban a una consecuencia opuesta a lo que uno pensaba de él.

Fue entonces cuando me encontré con un dilema. Ayudaba o no a Kamil. Sin estar seguro de que pasaría.

—Debo hacerlo Jamesexclame, llamando por su nombre a esta persona, que había sido tan amable conmigo todo este tiempo, por su nombre.

Nunca antes lo use, hasta ahora.

Hice caso omiso a las advertencia de James, sabiendo profundamente que tal vez, no conseguiría nada. Por lo tanto, sino pensaba en el futuro de lo que acontecería despues, menos difícil era hacerlo.

Sentía la presencia de James seguirme. A pesar de ser un guardia y poder ordenarme que me devolviera, no le veía la intensión de querer hacerlo.

Estaba cerca y mis pasos no titubeaban. La sensación de decisión en mi, alegraba una parte de mi que nunca sentí.

Sin embargo, también pensaba la fragilidad de mis acciones. Lo tonto que podía llegar a verme para las personas, al intentar ayudar sobre algo que ya se encontraba perdido.

De repente, mis manos se movieron sin percatarme a los barrotes que abrían la puerta al patio.

Lo que me encontré, una vez visualizando el gran patio con mis ojos, a sus rincones. Era varios guardias atrincherados con la alcaide al frente. Dándoles ordenes.

—¡La policía se demorara en llegar! ¡No dejen que ese gusano en el piso se mueva! ¡Lo quiero vivo!

Ella gritaba a todo pulmón y les ordenaba que no abrieran fuego en contra de Kamil. Aunque también deseaba suprimir sus movimiento, para evitar que huyera.

Cuando en cuestión de tiempo, ella gira a mi dirección y se percata de que estoy aquí.

—Ya veola expresión que la alcaide me daba, de descontento, era atemorizante —perseguías a tu amigo para irte. ¿No podías esperarte a salir mañana?

Acercándome a ella, teniéndola de frente. Me daba cuenta de que era demasiado alta. Le llegaba apenas al cuello.

—¡Vine a detener esto! exclame — solo debo decirle a Kamil que pare, y que dejen de disparar

Ella me mira con una cara de confusión. Al igual que notaba que por mi comentario, casi se echaba a reír.

—Es enserio, ¡ha! la alcaide ríe — si ordeno el cese al fuego, el se echara a correr adonde sus amigos y lo necesito. Aquí, con vida, para despues quitársela, de la manera mas dolorosa posible con mis manos

De la nada al acabar de hablar, ella gira a ver la escena de pólvora que sucedía en el centro del patio.

Varios disparos impactaban con los escudos antibalas que habían colocado los guardias y desde arriba también en las torres de la prisión. Se ubicaban unos cuantos tiradores, que eran abatidos al momento que asomaban la cabeza por los tipos de la camioneta.

Tenían gran puntería.

—Bueno, ya que estas aquí…la alcaide se dirige a mi y en su mirada, empiezo a presentir que tenia malas intensiones hirviéndole por dentro

—Iba a acusarte de abusar de mi para tener más tiempo en mi palacio, pero ya que nunca pescaste…

Un fuerte agarre alcanzo mi cuello en un abrir y cerrar de ojos. La firmeza en los alrededores de mi garganta arranco ahorcándome.

Ella, me estaba ahorcando.
—Dejo que algunos se vayan, pero a mis favoritos los mantengo, les alargo el tiempo imputándoles una que otra travesura ella se pausa y empieza a reír.

Aunque me rechazaste Shizu, y mamá no te iba a dejar ir de todas formas

Tenia demasiada fuerza y me alzaba desde el cuello, lastimándome aún mas. Con todas mis fuerzas, intentaba patear y apartar su mano, pero era una lucha con una bestia, me era imposible quitármela de encima.

Cuando de repente, escucho la voz de James, gritando.
—¿¡Qué esta haciendo alcaide?! No puede hacerle eso a un convicto. Esta en las reglas

Ella dejo de apretar tanto mi cuello, permitiéndome respirar. Por otra parte, James. Se encontraba al frente de ella, exigiéndole que parara.

—Dios, aquí viene el aburrido James
La alcaide de repente, me tira al lado, cayendo al suelo y se dirige a James. Que se mantenía en posición, no dejandose hostigar por ella. La mirada de él era firme, y aún si carecía del cuerpo necesario para hacerle frente, no se veía intimidado.

—¿Discúlpeme?exclamo James.

—Otra vez entrometiéndote en todo. ¿Acaso cree que vale de algo las reglas?

Ella entonces comienza a ver a James con lastima en sus ojos. Aunque estaba seguro que no era por sentirse mal por él.

—De todas formas, debo insistir. ¡Hay cosas que tienen su limite!James alza su voz, parecía estar enfurecido con los acontecimientos que pasaban.

El dolor de mi garganta no había desaparecido aún y a la vez que veía a esos dos discutir, comencé a apoyarme en una pared para ayudarme a levantar y colocarme de pie.

Si lo que decía ella era verdad, nunca saldría de aquí y eso significaba que mañana iba a morir.
La alcaide aprovechaba la conmoción para deshacerse de mi, y debido a lo que estaba pasando. Diría que fui una simple victima del momento.

No era alguien ajeno a inventarse cosas, es lo que lograba concluir.

—Exacto, como tu guarda James. Poniendo tus limites, tu ética, amabilidad en todo. Patético, super patético cariñoexclama la alcaldesa, que comienza a pasar la palma de sus manos en el rostro de James.

Este se ve perplejo y retrocede. Con ella acercándose a él y colocando toda su intimidante presencia en contra suya.

—Pensaba trasladarte a una prisión, quizás una super peligrosa donde al fin te apuñalen hasta la muerte abuelo por hablar mamarrachadas, pero…

En un instante, ella toma del cuello a James con fuerza y como si todo ocurriera en cámara lenta. Viendo el rostros de James formarse en uno de incomodidad y angustia. La alcaldesa lo alza y lo arroja a la lluvia de disparos. Sellando su destino.

Los demás guardias miran por un momento el acto, pero ignoran el hecho y continúan disparando.

James, la única persona que he conocido, que fue amable conmigo. Había sido asesinado, por ella.

No conocía su historia, ni su puto apellido. Mas sin embargo, no evitaba quedar en completa desesperación, con la sensación de algunas lagrimas construyéndose debajo de mis parpados.

—Adiós Jamesla alcalde se gira en dirección mía — pobrecito Shizu, era el único que se molestaba en hablarte. No llores

Ella comienza a aproximarse lentamente hacia a mi.

—Te enviare con él y posiblemente con tu amiga Kaiella, me agarra con fuerza uno de mis brazos, empujándome cerca suyo — para que la violes para siempre en el infierno

No podía ser, el juicio de mi mente desaparecía poco a poco. La visión de mis ojos ardía, se empañaba con un liquido de completa agonía.

Pero a la vez, mis manos se empuñaban como garras a punto de arrancarla la carne, las tripas y bañarlas en sangre.

El resentimiento guardado, las memorias que me daban velocidad llenando con gasolina de ira.
No más, pensaba, solo quiero llorar.

Aunque no podía, ser débil, era algo que no me podía permitir.
Recordando entonces con el poco tiempo que tenia para controlarme, se venia a mi mente una caricatura que solía ver en la televisión, cuando el caos de mi hogar cesaba, el de un superhéroe.

Uno el cuál era fuerte y parecía ser bueno. Donde la trama no se rondaba alrededor de él, sino de los villanos. Uno en particular, era obligado por el superhéroe a hacer cosas que el villano detestaba. Como robar, mentir. Todo con el fin de convertirlo a él en una escoria para la sociedad y al héroe, en eso, un héroe.

A menos de que no obedeciera, seria golpeado por el superhéroe. Hasta que en un episodio, el villano no pudo más y a pesar de su eficacia comparada al superhéroe. Le hizo frente, derrotándolo, pero quedando más en la deriva, como un supervillano.

Sin embargo, para él, le daba igual. Se dedicaría a proteger lo que importaba, así le odiaran.

Yo deseaba ser como él.

Una voluntad me inundo. El desespero que sentía, las voces rechinantes de la rabia formándose de mis dientes restregándose unos con otros. Se convirtió en valor.

Aún sin tener la posibilidad de salvar a James. Ayudaría a Kamil y por sobre todo, acabaría con este pedazo de mierda.

—¡Ven con mamá Shizu!ella jalo de mi brazo y con la misma agresividad. Me abalance contra ella, dándole una patada en la boca. Cayendo de espaldas en el suelo.

—¡Seras…!la alcaide se veía pasmada.

Los demás guardias voltearon a verla, viendo si podían asistirla, a lo que ella les ordeno seguir disparando.

—Te agarrare, y te partiré en dos Shizu. ¡Solo yo, únicamente yo puedo tenerte para mi!

La bestia se arrojo con todo su cuerpo a agarrarme del cuello. Concentrado, esquive al lado y le golpee pecho extendiendo mi brazo con un puñetazo.

Sin embargo, parecía que golpeara una pared. Incluso presentía que le había pegado a algo que abultaba, pero pequeño.

Volví a intentarlo y esta vez le iba a golpear por debajo del ombligo. Empuñe todo lo que pude, poniendo fuerza al siguiente ataque.

—¡Basta ya!la alcaide gritaba y seguido de eso, empujo ambos de mis brazos hacia atrás y despues, se preparaba para taclearme con todo su cuerpo.

Viéndome en aprietos, pateo la puerta de atrás que me llevaría al corredor, pero era tarde. Sentí el empuje detrás mío mientras me reubicaba. Con eso, ella me tenia volcándome y sujetándome con fuerza a la puerta que se abrió de golpe.

Ella lanzo su brazo, intentando agarrarme el cuello. Me impulse hacia atrás, aún agarrándome de la puerta y de la nada, un puñetazo de ella me dio en la ingle.

Sentía el cuerpo entumirse, pero no se si era la adrenalina, la disposición de seguir sujetado a esta puerta, empujándola para evitar que entrara.

De repente, se me ocurrió usar la misma puerta, abriéndola de golpe, para despues, estampársela en la cara a ella.

Esto provoco que fuera expulsada a la entrada del patio, perdiendo el balance y quedando cerca a la lluvia de balas.

Rápidamente me asome, y note que recibió algunos disparos, pero ella seguía de pie.

Todos los guardias se asustaron y terminaron de disparar. Cuando lo hicieron, huyeron por el corredor.

Solo quedaba ella en medio del patio y yo. De manera imprevista, los intrusos que irrumpieron en la prisión cesaron el fuego igualmente.

Escucho entonces las voces de ellos llamar el nombre de Kamil y reconocí a la figura de él, acercándose a nosotros, la alcaide y yo, en vez de escapar con los otros.

—¡Oye, hombre piedra!la voz de Kamil llama a la alcaide, estando detrás de ella— tanta proteína te ha quitado la lindura amor. Aunque así también me pareces ardiente

Un objeto le da en la cabeza a la alcaide, una lata de refresco que Kamil le había lanzado.

—Te mostrare quien es el alfa, ¡Siuuu!él comienza a gritar de emoción, retando a la alcaide a que lo enfrente.

—Arrghhh, ¡Paren de una vez, insoportables tulas flácidas!

El grito de la alcaide evocaba furia. Experimente así, un poco de miedo. Aunque ya no había de otra mas que pelear para salir.

Ella se columpio, impulsándose con un salto hacia Kamil y le intento dar un manotazo. A lo que consiguiente, él se cubre la cara con los brazos al frente y se abalanza para golpear con un puñetazo el rostro de la alcaide.

—¡Shizu, tu turno! Kamil gritaba a mi dirección, esperando que le asistiera.

La bestia esa no se inmutaba. Aunque dolería, pensaba volver al ataque e intentar manotear a Kamil. Por lo cuál, viéndola desprevenida, me impulse, alistando mi rodilla e impactándola justo en la parte lateral del abdomen.

—¡Ay! ¡Augh!los quejidos se escucharon, dándome la certeza de que la estábamos hiriendo.

En contraste con la situación, el cuerpo que ella tenia no lo obtuvo sin tener aguante. A raíz de su resistencia, duraría un buen rato hasta que la podamos tumbar.

Inclusive con heridas de bala, era extremadamente fuerte.

—¡Es suficiente Kamil! ¡Vámonos!
Un grito proveniente del camión blindado. Una persona llamaba por Kamil, de lejos, no lograba alcanzar ver bien quien era.

Sin embargo, por perder el enfoque, la alcaide gira y me empuja desde el pecho al suelo. Por lo que iba a golpearme estando en el piso. Algo lo cuál Kamil detuvo, lanzándose y amarrando sus brazos alrededor del cuello de la alcaide. Obligándola a retroceder de mi.

Ella consigue estrujar a Kamil y atraparlo. Para despues darle con todo le brazo, mandándolo expulsado directo a unas bancas. Rompiéndolas y haciendo que quedara atrapado en el desastre, desplomado.

—¡Sigues tu pastelito!La alcaide voltea y empieza a mirarme, como si estuviera en el ojo de una psicópata.

Se aproxima, corriendo hacia mi. Era parecido a una jugadora de futbol.

Me quedaba poco tiempo y con ello, vi una entrada que me proporcionaría una ventaja sobre ella. Viéndome atado de manos, di un giro y debido a que ella era alta, me escurrí entre sus pierna. Poniéndome de pie, jale de su cabello para fastidiarla.

Un quejido provino de ella al jalar con tanta fuerza, que le arranque varios cabellos. Seguido de eso, le golpe la espalda vertebral con un puñetazo de gancho.

Eso la había hecho caer de rodillas, sujetándose la espalda. Pero justo cuando iba a darle un codazo de lado en la cabeza, sentí como el suyo me dio directamente en la frente, dándome demasiado fuerte que provoco que me mareara.

Ella entonces procede a inclinarse cerca, tirándome al suelo e intentado arrojarse encima mío para aplastarme con su cuerpo.

—¡Alla voy Shizusito! No dejare que te vuelva panqueque a la Shizu…De improviso, Kamil se lanza a medio camino del salto de la alcaide, provocando que salga del camino y caigan al suelo ambos.

Ella entonces se levanta y al mismo tiempo que me colocaba de pie, me fijo que ella comienza a arremeter contra él. Levantándolo y golpeando. Sin embargo Kami, se cubría el sus brazos extendidos.

—¡Kamil, aguanta, allá voy!gritaba, acelerando el paso para intentar golpear de nuevo la espalda de ella.

Aunque estaba en mis planes repetir el azote en contra de ella para evitar que molería a Kamil a golpes. Ella se había dado cuenta de mis intenciones, conllevando a que decidiera lanzarme a Kamil encima.

—¡A joder, pesas! Quítate…Kamilexclamaba a Kamil, que lo tenia encima.

—Eso intento… pero tu cabezota me acaba de aturdirrespondió Kamil a mis quejas. Era verdad, el golpe que nos dimos fue bastante fuerte.

Al ver de reojo, la alcaide se acercaba. Cuando de la nada, el sonido de un disparo resuena en el patio. Eran los tipos de la camioneta.

—¡Cuidado con él! He dejado que continúen porque es divertido, pero entrégamelo o te hare en una colada de plomoel sujeto que aún no conocía, amenaza a la alcaide que hasta ahora, molía a golpes a su compañero.

—¡Te puedes quedar con el otro, no me interesa!le gritaba el tipo a la alcaide, que ya tenia su atención, refiriéndose a que me dejaría acá.

Ella voltea hacia ellos.

—Si se los entrego, ¿¡se irán?!La alcaide preguntaba en dirección a los intrusos.

La camioneta hizo un pitido con la bocina. Sugiriendo que aceptaban la propuesta de ella.

—Mi tiempo se ha agotado Shizusito, pero te daré una ventaja, Aprovéchala

Cuando me percate, Kamil sostenía dos saca corchos en sus manos, empuñando ambos con sus puños.

—Los robe de la cocina. Faltaba la botella para celebrar en la noche tu despedida— Kamil me susurraba.

—¿Por qué entonces, sucedió todo esto?

Pregunte, comprendía entonces que Kamil no había planeado nada de esto, debido a sus palabras.

—Cosas de la vida Shizusitoexclamo Kamil — ahora, aprovecha el regalo que te dejo

Sin nada más que hablar. Kamil es tomado por la alcaldesa con el propósito de lanzarlo a la camioneta y despues, lidiar conmigo personalmente.

Aunque a la expectativa de lo que haría Kamil me intrigaba, el suspenso no se hizo esperar más y de la nada, los gritos de la alcaldesa de hacían audibles. Mientras arrojaba a Kamil a la camioneta de los sujetos.

De repente, la camioneta retrocede y la risa de Kamil se escuchaba, de forma maniática, desvaneciéndose por la distancia. Los sujetos huyeron por donde entraron.

—¡Aaah!la alcaldesa, que hasta ahora, se encontraba quejándose. Me asome entonces que ella se sujetaba con desespero con ambas de sus manos el rostro, por la parte de los ojos.

Cuando giro y la tenia al frente, me entere del porque de su constantes lloros de dolor. Kamil le había arrancado ambos de sus ojos con los saca corchos de golpe.

Sangre sobresalía de las manos, se desangraba poco a poco.

—¡Esto no se quedara así!los quejidos de ella se convirtieron a gruñidos de rabia y mientras menos lo esperaba, se volcó cerca mío. Agarrándome del pecho y sosteniéndome para arriba.

Empecé a golpearle el rostro que se chorreaba de sangre. Una y otra vez a puño limpio en la cara. Sin embargo, a ella le daba igual.

Sin percatarme, me alzan y de un momento a otro, comenzó a golpearme contra el suelo como si fuera un clavo y ella el martillo.

—¡Arrgh!un grito salió de mi. Seguido de otro y otro. Hasta que poco a poco empezaba a perder la consciencia.

—Al parecer… tendremos que divertimos en el infierno, Shizuexclamaba la alcaldesa, que continuaba golpeándome contra el suelo.

Iba a morir y no quería.
A pesar de mi voluntad, confrontar la realidad era inclusive más dura. Requería una suma mayor a de solo voluntad y esperanza.

No me quedaba de otra que aceptar mi destino y con cada golpe que recibía, cerraba los ojos. En mis pensamientos, me disculpaba con Kai.
Sintiéndome un mal conocido, mal amigo y finalmente, un terrible hermano.

En estos instante recordaba a esa figura entrar a la puerta de mi casa. Quitándome el cuchillo que use para rasgar la garganta de mi padre. También veía la figura de Paolo, parecía a la de mi madre en esos instantes. Impotente.

La vida con Cahir había empezado en ese entonces, adoptándome. Formando una familia que por mucho tiempo, nunca me veía que encajara.

Destruí la mía, y no creía volver a poder merecer otra. Era la razón de mi rebeldía, de mis amistades y eventualmente. Alguien diferente a mi, pago las consecuencias.

Tal vez había algo de razón en Cahir de ponerme aquí en prisión. Aprender y mejorar como decía. Ahora, seria mejor persona, mejor visto, si Moria en estos instantes. Aquel era el castigo que debía pagar.

Sin esperanza alguna y adolorido. Varios disparos se hicieron oyentes los golpes que estaba recibiendo por parte de ella, pararon.

Caí súbitamente al suelo y abrí los ojos. Mi vista era algo borrosa, pero al analizar mis alrededores, pude ver que ella, la alcaldesa estaba en el piso, con varios disparos por arriba de la cabeza.

—Shizu, despiertala voz de una persona que creía muerta se acerco a mi. Cerca, se arrodillaba a mi lado, sujetando su estomago, me percate que tenia manchado de sangre las mangas de su uniforme.

James estaba vivo. Empezó a tocarme el pecho, revisando si no tenia ningún agujero de bala.

—Creí que te había dadole costaba hablar, como si se estuviera apagando. En su mano, tenia una pistola.

—No hay nada de que preocuparse. Ya estas a salvo, Cahir esta en caminoDe repente, James cae al lado mío, en el suelo. Su rostro se tornaba agotado.

Con las pocas fuerzas que me quedaban, las use para colocarme al lado de el y sujetarlo.

Observándolo, era obvio lo que sucedía. Tenia varias heridas de bala en el estomago y sangraba sin parar.

—James, no lo comprendo…exclame — ¿por qué arriesgarte tanto por un rufián como yo?

Intentaba sujetar su cabeza, pero igualmente, me sentía cansado.

—Tu no eres un rufián Shizu. Yo lo se, él lo sabeJames escupía palabras sin sentido, citaba a un »él», pero no lograba descifrar de quien hablaba.

—En el fondo, eres como él. Confundido, culpado. De aquí en adelante, se viene un camino oscuro… pero sé que los dos, tomaran la mejor decisión

Fue entonces que James tomo su último suspiro y había muerto en mis brazos. Suavemente lo coloque sobre el suelo e intente levantarme, pero caí directo al suelo de frente.

Entonces escucho un auto aproximarse. El sonido de la puerta abriéndose y los pasos de alguien sobre el pasto, acercándose.

—James…exclamo la persona, cierto lamento se sentía de su voz.

Sin avisar, me comienza a arrastrar la persona a el auto. Abriendo la puerta del copiloto, me sentó en la silla. El olor de este auto era familiar, sabia a menta.

Aún así, este auto lo conocía. Su interior con sillas de cuero hundidas, me era similar al del cierto hijo de puta.

De la nada se sube el conductor, cierra la puerta de golpe y comienza a conducir.

—Mengelbaum tenia razón, se ha hecho presente el Exul, haciendo que actuaran

Al mirar al lado, vi la silueta de la persona que yo esperaba encontrarme. El horrible gaban negro, camisa blanca desabotonada y la camisa rara de playa que tenia debajo de toda esa porquería.

—Come mierda, Cahirexclame, tropezándome en mis palabras. Sentía como el cansancio me llevaba consigo al sueño profundo.

—También me alegro de verte, Shizu

Cahir al acabar de hablar, movió una palanca debajo de mi silla, haciendo que se inclinara de golpe. Mandándome a dormir.


—Datos sin fin, buscando alternativas—

En la historia contada, del cuál se desata un amor incompleto.
La llamada de la atmosfera que llevaba al laberinto del misterio, cubierto de pólvora que guiaba nuestro camino.

¿Serias capaz de morir? ¿Sangrarías por mi?
Palabras opacas e imaginativas.

Separados yacíamos, en el cobijo del otro lado de la cama. Las sabanas tapaba el rostro.
La excusa del destino nos traía a una mañana más.
En un largo tiempo, que se acortaba en las manecillas del tiempo, dictado por el mismo cronos.

Fantaseábamos con la esperanza de escapar, pero las razones de hacerlo se olvidaban a la siguiente mañana.
¿Habríamos nacido de vuelta? Siendo altos y grandes en las montañas de cemento, marchitándose afuera del cono, que nos cegaba.

¿Éramos amigos? ¿Compadres clavados a la pared, con sangre en el rostro?
Poco tiempo nos quedaba, en un billar de bolas chasqueando contra las paredes de un mundo sin escapatoria.
Quince veces se golpeaba, una vez entraban todas las fichas a tiempo.

¿Ha llegado el destino? ¿El final del capitulo alcanzaba su climax? No, bésame los labios. Aunque nada sintieras por mi, lo hacia apasionadamente el rosa de sus labios.

Arrastrándonos en nieve arenada y la ira derretía los rincones.
¿La luna del mundo se había agrandado? ¿Me abrazarías entre la incertidumbre?

Rompíamos temblando la misma luna, de un golpazo nos reuníamos para sentir el pesar del partir. El enigma fue a parar en las lagunas de un océano.

Llora pues, entristeciendo el cielo, nos regaba tus lagrimas. Desde el mas allá.
¿Atrapada estaba? ¿Libre él era?
Les seguía el sentir de veinte dedos en las oscuras carreteras.
La trompeta de la muerte volvía a escucharse. Escondiéndonos en las alcantarillas, mirando como el mundo era pintado de rojo.

¿Serias capaz de matarte? ¿Acaso sangraba las cuencas de tus ojos?
Preguntas sin respuestas.


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