Aunque este escrito tomó diferentes sentidos respecto al origen, tuvo un término motivador para mí porque fue lo que nació en el momento que lo escribí. La Musa me condujo hasta aquí.

Quiero ser abuelo; suena algo descabellado pensarlo, pareciera algo incomodo de analizarlo, incluso no tendría al día de hoy lógica tan solo suponerlo, porque como estamos acostumbrados a escuchar, técnicamente estamos en la flor de la juventud, no es habitual que un joven como yo a solo 1 mes de cumplir 29 años y con tantos objetivos por delante proponiera dentro de sus pensamientos el querer ser abuelo.

Cuando hablamos de un abuelo, siempre nos hacemos la idea sagaz de que son los seres de mayor edad que están aislados en una casa, viviendo sus postreros días. Al margen de ser seres productivos para la sociedad, los visualizamos como los adultos mayores que ya vivieron y no les queda más remedio que sobrevivir de lo que algunos de sus retoños (cual de ellos fuese agradecido) le mantenga en vida.

El ser abuelo o en su defecto abuela nos trae a ilusión siempre el ser que en algunos casos puede ser muy amoroso y apoyador de acciones malas de sus nietos, como también lo antonimo de ser la figura más gruñona que debemos respetar porque son los padres de nuestros padres.

Un ser categorizado como abuelo nos hace entender que la sociedad se maneja por jerarquías y que los ansianos, como popularmente siempre se les ha conocido desde las antiguas civilizaciones hasta el día de hoy, siempre son a los que hay que respetar y los que fabricaban la ley respecto a las buenas costumbres, como se le conoce.

Quiero ser abuelo y no me refiero al que anteriormente acabo de definir con palabras meramente vagas que pudieran o no tener sentido lógico, pero es la realidad en la que nos movemos en la sociedad.

Yo me refiero (y cambiaré tu perspectiva de tu mentalidad, amigo lector) al poder sentarme sin afán ninguno de pensar en que será de mi futuro y el de mis hijos, en una hermosa silla, quizás de guano o quizás plástica, viendo el atardecer caer, acompañado o no de alguien que dirá que me quiere o no, a poder estar sentado allí analizando respecto al presente que estoy viviendo hoy, y lo que recorrí hasta llegar al momento de convertirme en abuelo.

Quiero serlo para comparar todas y cada una de las decisiones que tome durante mi juventud, observarlas todas detalle por detalle, y aunque no pueda cambiar nada del pasado, pensar qué hubiese sido si en vez de tomar esa decisión hubiese tomado otra.

Pensar en cada una de las personas que entraron en mi vida y analizar sus vidas desde mi punto de vista y ver qué aportaron a mi vida y qué aporte a las de ellas, examinar el trayecto recorrido con todas las cosas que realice, malas o buenas cosas que hice, ponderar a quien le entregue de más y a quien le entregue de menos.

Simple hecho de ver transcurrir la vida por ensayos ante mi memoria, sabiendo que no puedo cambiar nada, pero quiero saber si tendré satisfacción de haber hecho lo correcto o de haber hecho lo inadecuado; quiero tener la facultad de asumir con responsabilidad cada una de las palabras que dije, a quien se las dije y cómo las dije.

Tener la mente tranquila de saber que hice todo lo que humanamente estuvo a mi alcance para que mis hijos fueran mejores personas en el mundo y que puedan aportar a la sociedad mucho más de lo que yo pude hacerlo.

Quiero ser abuelo para saber lo que se siente el haber logrado los objetivos más remotos que se atravesaron en mi mente desde que tengo uso de conciencia; desmenuzar en partituras como si fuesen una canción todos los acordes que tuve que tocar para armonizar mi vida hasta el punto más alto de ella.

Poder comprender por qué tuve que pasar por tantas cosas malas en el transcurso, los altibajos de la vida, alcanzar a entender por qué obtuve tantas traiciones, por qué tuve que pasar por tantas inquietudes, por qué a mi puerta vinieron tantas vicisitudes, solo que al día de hoy, al pensarlo, quisiera que cuando esté sentado en aquella silla analizando, comprenda a ciencia cierta que todo eso fue por un propósito divino.

Estaría perfecto si al sentarme analice si valió la pena el tanto sacrificio realizado, tantas madrugadas afanando con terminar trabajos de estudios, tantos días incluyendo fines de semana y días feriados encerrado terminando uno que otro trabajo para entregar con responsabilidad, tantos días que dejé de dedicarle tiempo a mi familia porque tenía que viajar al exterior del país a realizar algún levantamiento, tantos gustos que dejé de darme por complacer a alguien más.

Estaría fenomenal si al sentarme localice dentro de mi memoria todos los buenos momentos que pase, todos esos días que compartí cosas que me gustaron de verdad y que las hacía porque sentía que era lo que debía hacer, si puedo y mi memoria me lo permite el de yo visualizar todos esos bellos paisajes que descubrí mientras viajaba o estaba en algún maravilloso pueblo de este país, si mi memoria me ayudará en esos momentos a revivir cada buena persona con la que tuve una agradable conversación, cada recuerdo con cualquier ser humano que consideré ser un buen tipo, que pueda yo recapitular en mi mente con cada alma noble que compartimos el mismo tipo de pensamiento respecto a un tema u otro de la vida, poder memorizar algunos momentos en el cual el simple hecho de yo lanzar un balón me hizo tan feliz, o coger un bate me orgulleció tanto.

Pero sobre todo, aunque en un principio no lo analicé, pero en cuanto escribí me surgió, si me gustaría ser abuelo para que, sentados a mi alrededor o en mi pierna, los nietos escuchen detenidamente los consejos que nunca di, que nunca me interese dar y que sé que les suministraré, esos consejos de cómo andar por la vida, de a quién dedicarle tiempo y de cuáles cosas pueden o no hacer para mejorar sus vidas desde mi punto de vista por el proceso recorrido y por los errores que cometí.

Demostarles con hechos, por las descripciones que me den de sus amistades o parejas, hacerles entender que son o no los correctos acompañantes de sus vidas y razonar con ellos respecto a las situaciones que estén cursando en algún momento de sus vidas.

Fomentar para ellos la confianza que quizás no pude entrelazar con mis hijos, porque por el simple hecho de la premura que pesa sobre mis hombros de llevarles el pan de cada día, hizo que yo no pudiera sentarme y dedicarle el tiempo que yo siendo abuelo puedo tener para con ellos…

Es excitante pensar en el futuro y una vida de retiro, placentera por no tener afán ni ansiedad, aunque quizás sea tortuosa porque con la fatiga que nos envuelve cada día quizás sea un incovaleciente cuando llegue a ser abuelo. Ante todo, quisiera estar en mis cinco sentidos al ser abuelo y tener la memoria fresca y no ser un dolor de cabeza para los que me rodeen.

Quisiera ser un ente de paz, amor, comprensión y de respeto para cuando esté en esa silla, que la opinión dada por mí para con los que descienden de mí sea de importante validez, y que cada uno esté a mi lado por efecto de sentimiento genuino y no por emociones adversas a lo que siempre viví, y siempre prediqué de que, como lo establece la misma Biblia, 1 Timoteo: «porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores».

Desearía enseñar todo lo que sé. Aspiró a ser para cuando llegue a ser abuelo el gran maestro que comparta todo lo que aprendió durante su ejercicio como profesional, tanto fuera de lo que establecen las leyes, reglamentos y disposiciones, como también lo que se vive fuera de ellas en el mundo real. A enseñar sobre ética profesional, ética humana y moral en los negocios, a que no podemos desviarnos por situaciones particulares y que seamos ente de justicia en todo momento, que no seamos autores de lo malo, ni cómplices de quienes actuan con maldad y alevosía.

Que no nos hagamos eco de la deslealtad y que no practiquemos la traición a ninguno de los llamados familia, personas particulares y colegas de profesión, que comprendieramos el valor de la palabra y que no utilicemos el sudor de los demás en vano, que aprendamos a no tener maldad para con quienes nos rodean y a ponerle un alto a quienes nos pisotean.

Enseñar que la vida no es una competencia de cual barco llegue primero, sino más bien un recorrido en el cual todos los barcos deben llegar a puerto seguro todos, sin distinción de ellos.

Tratar de adoctrinar a que debemos aferrarnos a las buenas costumbres si queremos tener una sociedad mejor y no ser los personajes que ahuyenten la paz, la armonía, la buena convivencia.

El ser abuelo sería evaluar en una balanza todo mi recorrido, y espero que cuando esté allí la pesa se incline más hacia el bien que hacia el mal, que mi conciencia esté limpia de todas o la mayoría de mis acciones realizadas hasta el final, y que pueda comprender que lo que perdí en algún momento fue porque Dios tenía mejores cosas para mí, y que las que gané fueron porque todo fue parte de su misericordia y de su voluntad para con este humilde servidor…

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