Siempre hay algo y en mi caso ese algo es que no todo era malo; hubo momentos buenos y por eso es por lo que te quedas, esperando que pronto ese buen momento sea más que sólo un momento, que sea una hora, un día, una semana…una vida…pero no llega, el momento se acaba y es cubierto por lo de siempre, lo malo, lo regular, las inseguridades y el arrepentimiento.

Y uno estúpidamente cubre esos malos momentos con los pocos buenos, hasta que los buenos se tornan tan escasos que ya no sabes ni por qué te quedas en ese lugar, ya no sabes qué decirle a los demás ni a ti mismo, así que sólo sonríes falsamente y sigues.

Pero el universo siempre llega a rescatarte, a quitar de tu vida eso que ya no necesitas y tú cobardemente no eliminas. Y casi siempre lo hace de una manera dolorosa y te enoja, pero luego entiendes que debe ser de esa manera, debe doler para que no vuelvas por esos caminos. Debe doler bastante para que no extrañes ese dolor.

Así que siempre hay que agradecer al dolor, él te quiere enseñar algo, si tan solo lo dejas.

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