Sonetos de Navidad

En la quietud de la noche estrellada,
resuena un eco de celestial canto,
la Navidad despierta con su encanto,
un sueño de esperanza renovada.

Bajo el manto de estrellas plateadas,
se teje un aura de paz y quebranto,
la luz del niño en el pesebre santo,
guiando al mundo hacia nueva jornada.

Los corazones laten al unísono,
cual villancico que eleva su vuelo,
en armonía, danzan cual coro.

Que la magia de esta festiva estampa,
nos envuelva en su cálido destello,
uniendo almas con lazo de esperanza.
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En diciembre, la noche se viste de gala,
un manto estrellado, luces parpadeantes,
resplandece la paz en todos los cantares,
en el aire, la esperanza se regala.

En el portal, la estrella nos señala,
donde un niño en pañales, sin arrogantes,
nos invita a dejar los desencantes,
a abrazar la verdad que nos embalsama.

Campanas que repican con arrobo,
anuncian la llegada del amor,
y el eco de villancicos, un coro.

Que la Navidad sea un bello adorno,
un lazo que una corazones con fervor,
pues en el dar, encontramos el retorno.

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Bajo el manto de estrellas que destellan,
la noche acoge un canto celestial,
la Navidad, festín espiritual,
en el rincón del alma se revelan.

En el pesebre, luz que centellea,
un niño envuelto en manto celestial,
despierta la esperanza sin igual,
en corazones que su amor despeja.

Resuena el eco de villancicos dulces,
como susurros de ángeles celestiales,
tejiendo sueños en noches azules.

Que el espíritu noble y los ideales,
sean faros que guíen nuestros rumbos,
en esta fiesta donde amar es tales.

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Bajo el manto de estrellas que titilan,
la Nochebuena envuelve el mundo entero,
un cuento de amor, puro y sincero,
en el aire, los sueños se destilan.

La luz de velas danza en el camino,
sus destellos revelan esperanza,
como notas que en el viento avanzan,
pintando el cielo con fulgor divino.

En el pesebre, la historia se cuenta,
un niño, mensaje de paz y fe,
renueva el alma, corazón alimenta.

Que la Navidad, con su esplendor,
nos guíe a compartir amor de pie a pie,
tejiendo la trama del eterno bien.

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En diciembre, la brisa se hace canto,
y el sol se despide con dorado abrazo,
la Navidad, como suave lazo,
une corazones en dulce encanto.

En la aldea, se viste de esperanza,
la luz se cuela entre las hojas secas,
y en cada rincón, la fe se despierta,
como un regalo que el alma alcanza.

En la mesa, se sirve el amor pleno,
con risas y abrazos, se construye el sueño,
un banquete de afecto y buen deseo.

Que esta festiva estampa de ternura,
nos inspire a ser luz en el empeño,
tejiendo en cada gesto, paz y dulzura.